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Galería

Lucas Aguirre Juárez
Cuenca.
1800 -
Madrid.
1873.
Comerciante, Empresario y Filántropo.

Entre la primera y la última fecha hay toda una vida en la que se produjeron algunos hechos especialmente llamativos y que han servido para que el nombre de Aguirre se mantenga vivo y actual en la ciudad en que nació. En apariencia, la vida de Lucas Aguirre no tiene mucho de especial; incluso podríamos decir que fue muy similar a la de otros miles de ciudadanos pero sin embargo una serie de acontecimientos, en cierta forma casuales, hicieron cambiar ese rumbo anodino para darle el protagonismo que su nombre tiene hasta hoy.

Su padre, Andrés Aguirre, había nacido en el pueblo burgalés de Siones y se dedicó a la venta ambulante por los duros caminos de las dos Castillas. En esos viajes empezó a frecuentar Cuenca hasta que decidió establecerse en la ciudad, abriendo una ferretería en la calle entonces llamada Correduría (hoy Alfonso VIII). Al poco tiempo se casó con una joven conquense, Inés Juárez y de ese matrimonio nacieron cinco hijos, siendo Lucas el menor de todos ellos.

La pequeña tienda de los Aguirre resultó ser un próspero negocio, en el que se implicaron como trabajadores todos los miembros de la familia. Las actividades comerciales se fueron ampliando a otros sectores, en especial la concesión del servicio de diligencias y correos entre Madrid y Cuenca que finalmente sería el principal factor de riqueza para el emprendedor Lucas que al mismo tiempo, vivió sucesivas situaciones angustiosas derivadas de los conflictos de la época, desde la guerra de la Independencia, que vivió de niño, hasta los periodos revolucionarios posteriores que, sin embargo, sirvieron para formar en el ánimo del ya joven un espíritu de claro patriotismo vinculado a ideas liberales y progresistas.

La familia Aguirre se vio especialmente beneficiada por los procesos desamortizadores desarrollados en España a lo largo del siglo XIX, pues las ganancias obtenidas en el comercio fueron invertidas en la compra de terrenos y huertas en gran parte de la provincia, además de casas y parcelas en la parte baja de la ciudad. De esta manera, a mediados del siglo, los Aguirre eran una familia rica y muy bien situada, con amplias propiedades en lo que habría de ser el centro urbano de la futura ciudad moderna y la práctica totalidad de tierras situadas aguas abajo del Júcar. Por esa época, el 16-1-1839 Andrés Aguirre oficia al Ayuntamiento para informarle de haber constituido con su hijo Lucas una sociedad denominada “Aguirre e hijos” a la que ha destinado parte de su capital para la compra de fincas.

Lucas Aguirre no siguió estudios, salvo los básicos de la época, pero desde muy joven mostró una clara inclinación liberal. Su nombre aparece entre los pocos que celebran en Cuenca el triunfo de Riego; está también entre los conspiradores que se reunían en una casa de la Hoz del Huécar para combatir el absolutismo; sabemos también que por eso en alguna ocasión fue encarcelado, junto con su padre y también que en 1837 consiguió la distinción de «Benemérito de la Patria» por haber empuñado en Cuenca las armas para defender la ciudad. Sin embargo, en sesión municipal del 10-5-1837 presentó un escrito para desligarse del oficio de capitán de la compañía de Granaderos, aludiendo a su estado de salud, pretexto que no fue asumido por el Ayuntamiento afirmando no ser “causa justa” y ordenándole seguir en su puesto, aunque al día siguiente insistió en su pretensión, aludiendo entonces a su condición de miliciano nacional en el Arma de Caballería y eso sí fue aceptado como incompatible en la sesión municipal del día 13. Aunque no existe suficiente documentación para avalarlo, su nombre aparece vinculado a los numerosos movimientos locales de carácter liberal que reflejan en Cuenca la inquietud política del convulso siglo XIX español.

Todo iba bien en la vida de Lucas Aguirre, pero sin embargo, en unos pocos años, todo ese mundo de prosperidad y felicidad familiar se hunde, con la muerte sucesiva de los padres y todos los hermanos (el último, Victorio, en 1856, arrojándose desde uno de los balcones de su domicilio a la hoz del Huécar), de manera que en 1859, Lucas se encuentra solo y soltero, a punto de cumplir ya los 60 años. Para combatir la soledad viaja cada vez con más frecuencia a Madrid hasta que finalmente se establece en la capital, donde desarrolla otros negocios, en este caso de tipo urbanístico en la zona del barrio de Salamanca. Allí tiene contactos y participa en círculos intelectuales en los que, entre otras cuestiones, se debate la problemática de un país que no ha desarrollado todavía una estructura educativa capaz de llegar a todos los rincones y a todos los niños. Se relaciona con importantes intelectuales de la época, todos ellos vinculados a las corrientes ideológicas progresistas, incluido el krausismo, que muestran abiertas tendencias encaminadas a promocionar un mejor sistema educativo. De esta forma, Lucas Aguirre concibe la idea que ha de plasmar en su testamento, decidiendo dedicar todos sus bienes al fomento de la educación popular.

Para ejecutar sus deseos establece unos Patronatos con el encargo de aplicar todos los bienes de su cuantiosa herencia a la erección de tres escuelas para niños y niñas, en Siones (el pueblo natal de su padre), Madrid y Cuenca. En cumplimiento de esa voluntad, el patronato inició los trámites y en 1876 se puso la primera piedra de las Escuelas Aguirre en la ciudad conquense. Hubo algunas dificultades en la ejecución de la testamentaría, pero por fin las obras pudieron avanzar y llegar a su fin. El 19 de octubre de 1886, día de San Lucas, se inauguraron las de Madrid y el 30 de noviembre del mismo año, las de Cuenca. Fue un día de fiesta en la ciudad, que veía cómo abrían sus puertas las primeras escuelas modernas y también las primeras que se ubicaban en la parte baja de la ciudad. Lo que ocurrió después, con la desastrosa actuación de un patronato abiertamente inmoral, al que se unió la repetida incompetencia municipal, es otra historia que excede de la biografía del fundador.

Cuenca no ha sido ingrata ni ha olvidado a Lucas Aguirre. Una calle importante lleva su nombre, en el parque de San Julián está su busto, obra magnífica de Luis Marco Pérez y en la casa en que nació, en la calle Alfonso VIII, una placa recuerda aquel acontecimiento. Torres Mena describe así su trayectoria humana:

«Vino al mundo en bien modesta tienda de mercería, y no salió de la oscura vida comercial de provincia hasta que una serie de infortunios de familia, rompiendo todos sus naturales lazos, le llevó a Madrid, triste, huérfano, soltero, anciano y rico. Sincero creyente y liberal convicto, acabó por forjarse un ideal republicano-cristiano, cuyo desenvolvimiento práctico ha constituido la preocupación tenaz de sus postreros solitarios años; sacratísima idea dogmatizada en su testamento y esculpida en obras de caridad y de enseñanza, de que darán eterna muestra el pueblo de Siones en Burgos, Madrid y Cuenca”.

El 3 de abril de 1876 el Ayuntamiento de Cuenca acordó la colocación en las Salas Consistoriales el estuche con los trofeos militares de Aguirre y su retrato [AMC, leg. 450, exp. 2], objetos que, si siguen existiendo, estarán bien guardados en algún cajón, porque expuestos ya no lo están. Ossorio y Bernal menciona un retrato realizado por el pintor Leopoldo Gassó y Vidal que regaló a la Sociedad de Escritores y Artistas [Galería, pág. 284].

Bibliografía

  • Enrique Domínguez Millán, “Aguirre, ayer y hoy”, La Tribuna de Cuenca, 26-10-2019, pp.24-25. 
  • Ricardo García Amorós, “Hace 62 años falleció el Excmo. Señor D. Lucas Aguirre Juárez”, Heraldo de Cuenca, 18-03-1935, p. 6. 
  • Miguel Jiménez Monteserín, en Personajes de Castilla-La Mancha, Ciudad Real, 1990, JCCM, p. 152. 
  • Rodolfo Llopis, Las ideas de D. Lucas Aguirre, Cuenca, 1924 / Hilario Priego, José Antonio Silva, Diccionario de personajes conquenses, Cuenca, Diputación, 2002, pp. 17-19. 
  • José Torres Mena, Noticias Conquenses, Madrid, 1878, p. 632.

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