De familia alcarreña, no solo nació en Trillo y allí pasó su infancia, sino que a lo largo de la vida pasó largas temporadas, siempre que pudo, en esta localidad guadalajareña. Incluso después de su muerte, el Ayuntamiento le dedicó su más hermoso paseo. Estudiante en los seminarios de Sigüenza y Toledo, consiguió los doctorados en Teología y en Derecho Canónico, por la Universidad de Comillas, iniciando su carrera sacerdotal como párroco de Navalcarnero (Madrid) y pasando enseguida a tener importantes cargos en la diócesis de Madrid, como teniente de Vicario General y provisor, pasando luego, en la diócesis de Toledo, a ser lectoral de la magistral de Alcalá de Henares y profesor en los seminarios de Alcalá y de Madrid, de cuya catedral ganó un puesto de canónigo por oposición, siendo aún muy joven.
Nombrado obispo de Sigüenza tras la muerte de don Hilario Yaben, tomó posesión de su nuevo cargo en 1944, pasando más tarde, en 1951, a ser nombrado Vicario General Castrense, con el título de arzobispo de Sión, ocupando ese puesto hasta su fallecimiento en 1968.
Estudioso de la deontología desde el punto de vista cristiano en las profesiones relacionadas con el ser humano, como la Medicina y la Farmacia, de esta última alcanzó a ser académico de número de su Real Academia, especialmente por los diversos libros que publicó sobre el tema, entre ellos Moral médica en los sacramentos de la Iglesia, el Código de deontología médica y muy en especial la Historia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Alcalá de Henares. Participó, ya mayor, en las sesiones del Concilio Vaticano II, y murió en Madrid en su residencia de la calle del Nuncio.
Para saber más sobre él, se puede leer la obra de Aurelio de Federico Fernández, D. Luis Alonso Muñoyerro, Obispo de Sigüenza (1944-1951): hijo predilecto de Trillo, Guadalajara, Ayuntamiento de Trillo, 2003.
