Decía Rafael Llamazares que cuando él llegó a Valdepeñas, en 1954, tres eran los pilares que sustentaban la cultura valdepeñera: Juan Alcaide en la poesía, Gregorio Prieto en la pintura y Luis Ibáñez en la música.
Luis Luciano Ibáñez Fernández, el maestro Ibáñez, nace el 26 de octubre de 1885 en la calle de las Plazuelas de la Cárcel número 13, en Sigüenza (Guadalajara). Es hijo de Emilio y Concepción y es inscrito por su padre en el Registro Civil al día siguiente, 27 de octubre, a las diez de la mañana (libro 10, folio 219).
A los seis años ingresa como “seise” (infante de coro) en la catedral de Sigüenza. A partir de esta fecha, 1891, y en el Colegio de Infantes, que depende del cabildo catedralicio, recibe clases de solfeo, armonía, fuga y composición, violín, piano y órgano. Él aún no lo sabe, pero se ha topado con su gran amor, con su gran pasión: la música; esa continuación de negras, corcheas y semicorcheas que no lo dejará hasta su muerte.
Según testimonio escrito por su puño y letra, su primera composición musical la escribe a la edad de once años, en su pueblo natal, en la calle Valencia; a los dieciséis crea y dirige, en su ciudad natal una rondalla La Lira Seguntina y con ella recorre diversos lugares de la geografía nacional, obteniendo un éxito clamoroso en Calatayud. También durante esta época es el organista de la parroquia de San Vicente de Sigüenza.
Ingresa en el ejército en agosto de 1905 donde sirve como voluntario en el Regimiento de Infantería de Asturias nº 31, en Leganés; en él ingresa en la 3ª Compañía del 2º Batallón como educando de corneta y tocando el fagot en la Banda del Regimiento. Presta juramento de fidelidad a las banderas, siendo licenciado en agosto de 1907.
En abril de 1907 oposita a la plaza de violinista primero de la catedral de Sigüenza, plaza que gana al ser su ejercicio aprobado por unanimidad. Pero aquel pueblo, con obispo y catedral, que al abrigo de su catedral le había enseñado a amar la música, no colmaba sus aspiraciones ni su carácter bohemio, aquel pueblo se le había quedado chico para albergar sus sueños.
Un buen día, decide marcharse, coge su violín y se va hacia Madrid que, entonces, bullía de música de zarzuela, estamos en 1908. Trabaja como violinista en agrupaciones diversas, es miembro de bandas militares con las que amplía conocimientos y experiencias musicales, actúa como violinista en compañías de ópera y zarzuela hasta recalar en el Eslava donde debuta en la opereta del maestro valenciano, Vicente Lleó Barbastre, La corte de faraón. También lo hace en la orquesta del Teatro Apolo como violinista, orquesta que es dirigida por el maestro Guerrero.
Es en 1909 cuando gana la plaza de violinista en la “Sociedad de Profesores de Orquesta”. En 1911, en el Salón del Comercio, sucursal del Hotel Madrileño de San Sebastián, en la calle de la Cruz 41 estrena el vals Ilusión y el pasodoble Franco español. También en esta época compone cuplés y piezas destinadas a ser cantadas en cafés-teatros, a la vez que hace oposiciones para dirigir la Banda Municipal de Música de Palencia, donde no se incorpora por preferir seguir actuando en Madrid; quizás se debiera a que es, en esta época, cuando conoce a la que, con posterioridad, se convertirá en su mujer: Carmen Braña Sierra, una asturiana de San Martín de Oscos, que vive en Madrid con una hermana por una desgracia familiar.
Su inquietud musical no ha hecho otra cosa que acrecentarse desde su llegada a Madrid, pero, cuando tiene 26 años el destino se cruza de forma determinante en su vida. Un compañero de profesión –músico como él–, pianista, tenía que actuar en Valdepeñas y cayó enfermo; le pide que lo sustituya por unos días. Actúa en el Teatro Heras con una compañía de variedades tocando el piano en la, entonces, calle Principal número 7; su entrada, en el que iba a convertirse en su pueblo de adopción, no puede ser más desafortunada: uno de los clientes del teatro le derrama una taza de café y el incidente a punto está de convertirse en trifulca. Sin embargo, el éxito artístico es tan apoteósico que le abre las puertas para otros contratos que no tarda en aprovechar.
En 1912, compone Romanza y, al año siguiente, su gran éxito, La cartagenera –por el que se lo rifan las canzonetistas de la época y en todos los sitios de música de Madrid–.
En 1913, junto con el letrista Licer Muñoz Campos, con el que colabora en distintas ocasiones, estrena el entremés Los galopines, pero también compone la música para el entremés de José Aguado Pérez La caja de polvos.
En 1914 se casa con Carmen Braña Sierra, de esta unión nacerán diez hijos y dos malos partos: Conchita, Luis, Emilio, Carmen, Sara, Inés, Antonio, Luisa, Jesús y Jesús. Sólo vivirán Luis, Emilio, Inés y Antonio; quizás por ello y, sobre todo, al principio de su estancia, doña Carmen le pidiera repetidamente a su marido marcharse de Valdepeñas.
En 1915 se le nombra pianista del Círculo “La Confianza” y del Teatro-Cine Ideal y también el 27 de octubre nacerá Luis el que habría de ser su primogénito.
El 14 de julio de 1916 se nombra “Maestro de la Banda de Música” de la ciudad de Valdepeñas, con carácter interino a D. Luis Ibáñez Fernández, siendo confirmado en su cargo el 31 de diciembre del mismo año.
En 1917 y, concretamente, el 10 de junio, nace su hijo Emilio, el maestro de la percusión y la caja, el acompañante eterno y callado de los éxitos de sus hermanos. Poco más tarde, en el mes de agosto, se inaugura de forma oficial el nuevo edificio de El Círculo de “La Confianza”, para ello se contará con la actuación del tenor Marcos Redondo, siendo acompañado al piano por el maestro. También el 31 de octubre de 1917, en sesión celebrada en el Ayuntamiento, se acuerda aceptar la renuncia al cargo de “Maestro de la Banda de Música” de la ciudad de Valdepeñas del maestro Ibáñez.
Pero no piensen que en Madrid se han olvidado de él. Nené, la estrella más joven de varietés, cancionista cómico-excéntrica, como él mismo gusta llamarse, se traslada a Valdepeñas para que le escriba músicas para su espectáculo. El 26 de julio de 1918 estrena en el teatro Royalty de Valdepeñas Alamares y claveles pasodoble para canto y piano que él ha compuesto y cuya letra es de Licer Muñoz Santos. También pone música, con el mismo letrista y también para Nené, a La garrochista:
Tengo un cortijo en la sierra
y una jaca en el cortijo
negra como mis pupilas
y alegre como mis trinos.
Andaluza es como yo
y obediente, que he mandao
poner de cinta de seda
las bridas de su bocao.
El 10 de diciembre de 1922 nace la que sería su niña, su Inesita, esa que desde el primer momento se convierte en la niña de sus ojos. Después de haber muerto Conchita, Carmen y Sara es tratada con mimo y celo por su madre, tanto, que en una visita al médico de cabecera, don Ernesto Huertas, este no tiene más remedio que pedirle a doña Carmen que le quite ropa de la gran cantidad que le había puesto para salir a la calle.
El 15 de julio de 1923 es nombrado, de nuevo y de forma definitiva, director de la Banda de Música con un sueldo anual de seis mil pesetas. Para entonces ya ha compuesto multitud de cosas, como este pasodoble para piano que compone en honor de Santa Cecilia, patrona de los músicos, y que se titula El 22 de noviembre.
El 5 de diciembre de 1924 nace Antonio, el maestro Ibáñez que la mayoría de nosotros hemos conocido. La familia se completa, aunque faltarían por nacer Luisa, Jesús y Jesús que morirían siendo muy pequeños. Su hermano Luis es ya un chiquillo que comienza a solfear notas musicales bajo la atenta mirada de su padre.
En 1926, en el cine Ideal, el 5 de agosto, a las diez y cuarto, estrena el sainete lírico en un acto y tres cuadros, original de Paco Morales, ¡De la conjunción!.
En 1929 ya ha formado un cuarteto con el que actúa como pianista en las veladas del Círculo “La Confianza”, este estaba compuesto por Mariano Gonzalvo, al contrabajo, Eduardo Sánchez, al violín, y Luis Rodero, al clarinete. Más tarde, este cuarteto se convertirá en un sexteto. También, y coincidiendo con el tercer centenario del fallecimiento de Bernardo de Balbuena, compone, junto a Eloy Muñoz Martí, el Himno dedicado a Bernardo Balbuena que es cantado por los niños en el acto celebrado al efecto, siendo felicitado según acuerdo municipal por el presidente de la Comisión Municipal Permanente D. Manuel Barba. Decía el himno, cuya letra se publica el 24 de octubre y que sería estrenado con motivo de las fiestas centenarias:
Valdepeñas, ciudad Muy heroica,
de la tierra manchega florón,
fue la cuna del vate glorioso
que a Bernardo de Carpio cantó;
y al rendirle homenaje en un himno
donde alienta su veneración,
en la fecha sin par de este día,
como nunca se cubre de honor.
También, y según hemos recogido en otro recorte de prensa, prepara a Isabelita Cortés como pianista para su presentación en el Conservatorio Nacional de Música. Pianista que, luego después deslumbraría en una función benéfica en la que actuaría junto a su maestro y en el que un coro de veinte niñas interpretaría el momento lírico-musical titulado Los magos pasan cuya letra corresponde al poeta valdepeñero Juan Alcaide Sánchez; entre esas niñas estaban: Cristina Fernández, Gloria Rodero, Pepita y Anita Megía, Paquita y Celia Ruiz Naranjo, Marta Ruiz e Inesita Ibáñez. Por esta época podemos ver a un Antonio Ibáñez vestido con su traje de comunión.
De 1931, y escritos para la feria de agosto, procede la marcha titulada Tonmis y los pasodobles Mi España y Manolos.
En otro recorte de prensa, del 28 de diciembre de 1932, hemos podido recoger la celebración de una velada artístico-musical que se celebró el 22 bajo el grito “¡Viva la Escuela! y en el que actuaron las niñas de la Graduada, la Cultural Benavente, nuestra querida María Rubio y la Orquesta que dirige el señor Ibáñez y que dice así: “…Un especial aplauso merece el insigne maestro señor Ibáñez, y los componentes de la orquesta; así como el director artístico, señor Rubio; la directora del Grupo Escolar aludido, doña Ana María Alemany; la maestra de sección del mismo, señorita Josefa Sánchez Rufo; la inspectora de Orden y Clase, Cesárea Maroto Cano, y el aficionado de la Benavente, José Sánchez del Fresno…”.
En 1933 actúa la Banda Municipal en la avenida de Fermín Galán y en ella se estrena la danza llamada “Oriental” que ha compuesto para la ocasión.
En mayo de 1934, la Agrupación Musical “La Lira Valdepeñense” y la Agrupación Artística “Benavente” ponen a punto una nueva velada artística. Dividida en tres partes se pudo ver La locura de Don Juan de Carlos Arniches cuyos papeles principales son interpretados por Antonio León, Antonia Román, Victoria Carrazón, Lolita Jiménez, Palmira Carrazón, María Rubio y Ángeles Donado y siendo dirigidos por Juan Francisco Rubio; en la segunda parte Lolita Jiménez entonó el tango que para ella había compuesto el maestro Ibáñez titulado Retorno y se escuchó, también cantado, el pasodoble del mismo autor Tarde de toros. La tercera parte correspondió a la Agrupación Musical “La Lira Valdepeñense” que dirigió el joven violinista Luisito Ibáñez Braña y en el que se escucharon dos nuevas obras de su padre: el vals Cielo azul, la gavotta María Luisa y el pasodoble Recuerdo.
En 1934, el 31 de diciembre, siendo el alcalde-presidente D. Juan Ruiz Cejudo, el Ayuntamiento de Valdepeñas le comunica la decisión de hacer desaparecer la Banda Municipal y el cese de todos los individuos que componían la misma. Sin embargo, la academia de música situada en la calle Cruz Verde y en la que estudian diversos educandos, entre los que se encuentra Antonio, seguirá teniendo sus puertas abiertas.
No podemos poner fecha exacta al amor y a la estrecha relación que existe entre Nuestro Padre Jesús y la familia Ibáñez al completo; no obstante, ya apuntábamos que a dos de sus hijos Luis y Carmen le ponen de nombre Jesús. Podemos datar que el 10 de agosto de 1935, escribe para su interpretación por un tenor la “Súplica a Jesús”, plegaria intensa a Jesús Nazareno Rescatado.
La Guerra Civil llega a Valdepeñas, al igual que al resto de España, el maestro se queda en la localidad, pero su hijo Luis, que entonces tiene 21 años, es movilizado a zona republicana; Emilio, que tiene 19 años, es trasladado a Chinchón y es destinado a servicios auxiliares.
En 1940 y pasada la guerra civil, se le nombra como profesor de música del Instituto de Enseñanza Media “Bernardo de Balbuena” y el 5 de febrero del mismo año se acuerda por unanimidad el reingreso al servicio activo como director de la Banda Municipal de Música. A su hijo Luis, ya en Toledo, se le encarga la recomposición de la Banda del Regimiento de Infantería nº 44; será en este tiempo cuando conozca a la que sería su mujer más adelante. Su hermano Antonio que desde niño había sentido la música como suya comienza a dar sus primeros pasos como violinista. Las felicitaciones por los actos en los que participa comienzan a llegar desde diversos sitios.
Y llegamos al año 1942, un año clave en la vida del maestro. Crea la Coral de Voces Blancas de la Sección Femenina, germen de la actual Agrupación Coral “Maestro Ibáñez” y la Rondalla de Educación y Descanso, por iniciativa de don Luis Rodero, con los que obtendrá diversos premios de carácter nacional e internacional desde los primeros momentos. También, de este año, tenemos una de sus partituras originales, no tiene título, aunque sabemos que fue estrenada en Toledo, donde por entonces vive su hijo Luis, su letra dice así:
Duerme perezosillo,
duerme sin inquietud,
que el hada del encanto
guarda tu juventud,
vendrán en tu ayuda
las ninfas del río,
en tu auxilio vendrán
los gnomos y silfos,
ricos presentes
a tu lado tendrás…
Las actuaciones con la Banda Municipal, Coral de Voces Blancas y Rondalla se multiplican y los éxitos lo acompañan allí donde se presenta. Acude a festivales benéficos de todo tipo y es nombrado asesor musical del Frente de Juventudes.
A las once y media de la noche, el 4 de junio del 43 se celebra una velada lírico-musical en el Cinema Proyecciones, Luis Ibáñez dirige el coro que se ha alzado con el título de campeón de Castilla La Nueva. El precio de la entrada es de 3 pesetas butaca y 1 peseta en general. En julio del mismo año se encuentra inmerso en la armonización de la Jota del Basiliso, copla y baile típico de Valdepeñas, injerto de jota castellana y manchega y que hoy es conocida como la Jota Valdepeñera. Luego, con motivo de la obtención de tercer premio en el Concurso Nacional de Cantos Populares, en el que representaban a Castilla La Nueva y al que no ha podido acudir su hija Inesita por encontrarse enferma, escribe Juan Alcaide en El Alcázar: “…he puesto –una vez más—mi mano en su hombro cual cinco acentos de felicitación. Le he pedido una fotografía para El Alcázar. He charlado con él junto a un abierto balcón de su chabola de trabajo. Le he recordado algunas cosas. Después me he ido y se me han enredado los recuerdos, pidiéndome salida por la pluma… …Don Luis –le disparo- se va usted a extrañar de lo que voy a preguntarle. Nada de los afanes y los sudores de este éxito… …¿Cuándo estreno usted “La cartagenera”, aquella cosa tan bonita que nosotros aprendíamos en el cine –¡el cine mudo de aquel tiempo!—y que canturreábamos después…”. También el Ayuntamiento de la ciudad le felicita por los éxitos y galardones obtenidos.
El 8 de diciembre de 1943 se casa Luis Ibáñez Braña con Nieves Porres Martín-Cleto.
El 9 de agosto del 44 le escribe, según consta en la partitura original que manejamos, a su hijita Inesita un “Ave María” y, también, el mismo día escribe un “Tantun ergo”. Del 29 de septiembre tenemos un “Salve regina” –su escritura musical lejos de apagarse se incrementa con el paso de los años– también, el 10 de octubre de 1944 nace su primer nieto, el tercero de la dinastía, que como su padre y él mismo, lleva su nombre: Luis Ibáñez Porres.
Mas dejemos a un lado la vida privada y busquemos la vida profesional porque, en 1945, Inés Ibáñez se sube por primera vez a un escenario para dirigir al que sería su primer coro, el Coro Femenino del Frente de Juventudes de la Sección Femenina; su padre le arregla canciones populares para su interpretación, sin embargo, pretende que esto sólo sea un divertimento, nunca un modo de vida. Para entonces, Luis, su primer hijo, ha conseguido ganar por oposición la dirección de la Banda Municipal de Mora (Toledo).
Emilio, su segundo hijo, unos años antes, había iniciado una relación sentimental con Julia Lezana. El 4 de febrero de 1946 esa relación se convertirá en la unión en matrimonio de ambos. Del 23 de agosto de este año tenemos su Cántico a la Virgen del Perpetuo Socorro.
En 1947, coincidiendo con el reemplazo de marzo, Antonio, el benjamín de los hijos del maestro, se traslada a Toledo para la realización del servicio militar. Sin embargo, curiosamente, será en esta fecha cuando coja por primera vez la batuta, su padre enferma y él se hace cargo de la Banda Municipal. En abril de este año, el maestro Ibáñez, compone “Despedida a María” y el 7 de septiembre, y entonado por los coros de Acción Católica y la Sección Femenina, se estrena esa composición que todos los valdepeñeros conocemos y que llevamos en los adentros, él la titulará “Himno dedicado a la Santísima Virgen de Consolación”; su letra corresponde al presbítero don Pedro Muñoz y, desde entonces, año tras año, ha acudido, fiel a su cita a honrar a la Patrona valdepeñera en septiembre. Para esta época, Antonio Ibáñez –el benjamín de los Ibáñez– y Julia Madrid habían iniciado su relación como pareja.
En 1948, concretamente en el mes de julio, en el teatro Royalty, participan de forma conjunta padre e hija. En la primera parte interviene el Coro Femenino de la Sección Femenina dirigido por Inés y la Banda Municipal que, entre otras, interpreta “Polonesa en si bemol” del maestro. En la segunda parte interviene el laureado Coro de la Sección Femenina y la Rondalla de Educación y Descanso que interpreta, entre otras, el pasacalle “De ronda”, el vals “Cielo azul”, arreglado para la ocasión, y el pasodoble “Lucerito”, todas ellas del maestro Ibáñez.
El 18 de junio de 1948, en el Teatro-Cine Ideal, se le rinde el primer homenaje a don Luis, se representa, a las 10’45 de la noche la zarzuela “La rosa del azafrán” de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw y música del antiguo director del maestro, don Jacinto Guerrero. En ella intervienen personas que todos conocemos o de las que hemos oído hablar: Caridad Rossique, Cristina Castro de Patón, Elena de la Hoz, Pepita Sánchez, Asunción González, Maximiliano Santos Laguna, Jesús Baeza Cayón, Antonio Martín, Alfonso Caminero, Ramón Megía Cruz, Antonio León, Juan Antonio García, Antonio Delgado, Rosario López, Jesús Rubio, Marcial Álvarez y Federico Llamas. El director de escena es Emilio Patón Muñoz, actuando de traspuntes Inés Ibáñez y Sofía Maroto; el apuntador es Antonio Martín-Peñasco; en el piano está Isabel Cortés y la orquesta la dirige el propio maestro Ibáñez. Se escribe en el diario Lanza: “…Lleva al frente de la Banda Municipal 27 años y podemos decir, sin exageración que toda manifestación musical en esta ciudad se ha hecho bajo su dirección o cuando menos se ha contado con su preciada colaboración…”.
El 11 de febrero de 1949 participa en el homenaje que se le tributa en el Teatro “Ideal” al guitarrista Alfredo Fillol, en él se estrena Estampa y despedida de Fillol de Juan Alcaide. En marzo escribe Los siete dolores de María. En el Concurso Internacional de Canciones y Danzas Populares que se celebra en Madrid es premiado junto a su coro, que representa a Castilla-La Nueva y con él obtiene el segundo premio internacional y el primero nacional, solo el País de Gales queda por encima. En el mismo certamen, presenta en Madrid la Rondalla de Educación y Descanso, les corresponde actuar tras la Rondalla de Córdoba y del Grupo de Canciones y Bailes de Zaragoza, son las tres de la madrugada y los que allí estaban abrigaban serios temores; interpretan unas seguidillas manchegas, le sigue otra composición regional, de ambiente popular, pero no muy conocida y titulada Jota valdepeñera cuyos últimos compases no pudieron percibirse por la cerrada ovación con que el público asistente les premió; acabaron su actuación con “La Tirana”, de El barberillo de Lavapiés. Uno de los asistentes, don Aníbal Sánchez, le pregunta al gran compositor italiano Luigi Castellazzi su opinión sobre la Rondalla –los Coros habían actuado con anterioridad– y este, con gesto de extrañeza, contestó con otra pregunta: “¿También es de Vd. esto?” (Lanza, martes 28 de junio de 1949). Y ante su respuesta afirmativa añadió: “Pues vaya un pueblo aprovechado”.
En la velada artística celebrada en el Gran Teatro de Manzanares, el 15 de junio a las 11,30 de la noche, también se pone de relieve el gran éxito conseguido por la coral femenina de Valdepeñas. A su regreso es felicitado desde el Ayuntamiento y se les ofrece un vino de honor el 1 de julio a las 20,30 horas, la felicitación es firmada por su alcalde-presidente D. Guillermo Santa María Merlo; el día de antes, el 30 de junio, el pueblo se apiñó en el Cine “Ideal” como muestra de simpatía y reconocimiento popular a don Luis. Don Antonio Merlo Delgado –cronista oficial de la ciudad– pronunció sentidas frases e hizo apología de la trayectoria profesional del maestro. Eloy Muñoz, colaborador y letrista de don Luis en múltiples ocasiones, también se dirige a él en términos parecidos y, ante la insistencia del público, que no había oído las canciones que en Madrid se tocaron, hubieron de actuar los Coros y la Rondalla (Lanza, martes 5 de julio de 1949).
El maestro, que conoce la esclavitud a la que la música te somete, no quiere que su única hija se dedique a ella. Le decía: “Tú, Inesita, tienes que ser maestra. Lo tuyo está con los niños, tienes que estudiar magisterio”. Sin embargo, lejos de hacerle caso –quienes conocemos a Inés sabemos de su tozudez— comienza a estudiar –su padre no quiere prepararla– para examinarse “libre” en el Real Conservatorio de Música y Declamación de Madrid. Estudios en los que obtiene las mejores calificaciones y que abarcan desde 1949 a 1958. Le va a ayudar en su empeño, el nombramiento que va a obtener de forma interina como Profesora de Música de la Escuela Hogar del Instituto Nacional de Enseñanza Media de Valdepeñas y que tendrá efectos económicos el 1 de enero de 1950 con un sueldo anual de tres mil quinientas pesetas.
El maestro, lejos de vivir instalado en el éxito, que consigue allá donde va, sigue trabajando y componiendo, fechada en julio del 49 hemos encontrado estas Coplas a Jesús Rescatado y Santo Dios.
Del diario Lanza, del viernes 9 de junio de 1950, Caro-Patón haciéndose eco de las voces populares termina un encendido artículo, escrito por el éxito conseguido por la Rondalla en la Feria Nacional del Campo, con esta pregunta: “…¿Sería un atrevimiento en nosotros el pedir que don Luis Ibáñez sea nombrado hijo adoptivo de Valdepeñas?.”.
En 1951 es felicitado por la organización y triunfo en la función organizada por la Obra Sindical “Educación y Descanso” en honor de los asistentes al II Congreso Regional del Campo de Castilla-La Nueva y Albacete, celebrado en el Teatro Cervantes de Albacete el 2 de marzo. Fechada en junio de este año hemos encontrado la partitura titulada “Gozos al Sagrado Corazón de Jesús”. En julio de este año, el día 12, muere su amigo, colaborador en tantas canciones, Juan Alcaide Sánchez. En octubre de este mismo año actúan los Coros de Juventud y Sección Femenina dirigidos por Inés y Luis Ibáñez.
El 1 de febrero de 1952 armoniza esa canción que habéis oído cantar a la Coral en muchas ocasiones, Me gustan los labradores, una canción popular manchega. En 1952, el 5 de marzo, su hijo pequeño, Antonio, nuestro maestro Ibáñez, se casa con Julia Madrid Martín-Peñasco, relación que venía de años atrás. También actúa dirigiendo la Rondalla en diversos pueblos: Almodóvar del Campo, Valdepeñas (Primera Feria Regional del Vino de la Mancha), Alcalá la Real, etcétera. Recibe múltiples felicitaciones por su trabajo al frente de la Banda Municipal, de la Rondalla y los Coros de la Sección Femenina. En mayo compone uno de sus múltiples “Ave María” y un poco más adelante, para ser cantado en coro, Mañanitas de mayo.
En 1954, el 7 de mayo, Inés colabora con su padre, preparando bailes, para la función-homenaje a la Rondalla de Educación y Descanso y, con el comienzo del curso escolar, como todos sabéis, llega a Valdepeñas, procedente de León, donde explicaba Lenguas Clásicas, Filosofía y Literatura, Rafael Llamazares. Conoce a Inés en la biblioteca municipal, regida por Eufrasia Lasala, y se queda prendado de ella. Le atrae, según su propio testimonio, la vida cultural de Valdepeñas, descubre a Juan Alcaide, ya fallecido y del que lee sus primeros versos en los libros que le presta don Luis, al pintor Gregorio Prieto y al maestro Ibáñez. Su hermano Antonio es ya un músico que ayuda a su padre en la labor de preparar nuevos jóvenes que incorporar a la Banda Municipal. En 1955, fechada el 11 de octubre, escribe su Ave María nº 20, solo para tiple y el 8 de noviembre Salve a Ti, Reina del Cielo.
El 3 de julio de 1957, en la capilla del Asilo, se casan Inés Ibáñez y Rafael Llamazares. En agosto del mismo año compone Ave María nº 22. El 1 de marzo de 1958 compone el motete titulado Pan celeste y, algo más tarde Despedida la Virgen.
En 1959 y según noticia de la que se hace eco Radio Nacional de España el 4 de septiembre se apunta: “En Valdepeñas se ha puesto una calle al ilustre musicólogo Don Luis Ibáñez, notable compositor y Director de la Banda Municipal y, actualmente, director de la Rondalla Manchega, una de las más prestigiosas agrupaciones folklóricas de la Mancha”. La calle de la que hablamos es la antigua Principal, donde vive con su familia en el nº 1 y que, desde entonces, es conocida como Maestro Ibáñez. La Agrupación Artística “Benavente”, el 8 de septiembre, presidida por Alfonso Jiménez y de la que es su secretario Manuel Lozano, le envía esta nota: “En este día feliz para Vd. en el que Valdepeñas rinde merecido homenaje a sus reconocidos méritos, hemos querido unir nuestra sincera felicitación a las muchas que recibirá y hacerle patente, una vez más, nuestra más sincera adhesión y reconocimiento de esta modesta Agrupación, donde tanto se le quiere y se le admira. Por ello reciba un cariñoso abrazo de todos y nuestro ferviente deseo de repetírselo durante largos y prósperos años. Agrupación Artística Benavente”.
Se jubila el 11 de marzo de 1960 con efectos de 1 de febrero, pero, para entonces, ya cuenta con una obra de creación extensísima y variada: piezas de cuplé para actuaciones en cafés-teatro, sainetes, entremeses, himnos religiosos, himnos escolares, composiciones para banda, rondallas, misas, motetes, plegarias… Atrás han quedado múltiples actuaciones con la Banda Municipal, con la Rondalla. Sus hijos hace ya tiempo que son capaces de volar sin ayuda y son apreciados por su propia labor.
Sin embargo, aún va a haber algo más. Quizás presintiendo que su fin se acerca compone, el 31 de agosto de 1960, para que sea cantado en la Fiesta de la Virgen de Consolación, por Juan José Márquez –tenor–, una de sus más hermosas canciones Plegaria a la Santísima Virgen de Consolación. Esta es estrenada el 8 de septiembre en la Misa Mayor.
El sábado 20 de mayo de 1961, a las 10,30 de la noche, el Excmo. Ayuntamiento, en colaboración con Radio Juventud de Valdepeñas, le organiza el que sería su último homenaje. En él se estrena su pasodoble Seis de Junio.
El 8 de septiembre de 1961, mientras se celebra la misa solemne en honor a la Virgen de Consolación, patrona de Valdepeñas, y en la que se interpreta una misa, motetes, plegarias y el himno a la Virgen, compuestos por él, muere en Valdepeñas. Sin embargo, tan solo unos días antes, el 31 de agosto de 1961 compone la que sería su última obra, su última ofrenda musical a la Virgen de Consolación, su última plegaria:
Madre mía, Virgen Santa,
Madre de Consolación,
amparadme y salvadme
y dame tu protección.
Yo que tanto te he querido
y que tanto te adoré,
por los siglos de los siglos
yo siempre te ensalzaré.
Échame tu bendición,
dame tu protección.
Sus restos mortales reposan en el cementerio municipal, en el patio de San José, junto con los de su mujer y sus hijos Luis, Inés y Antonio y no muy lejos del que fuera su colaborador y amigo Juan Alcaide.
Referencias:
Tomas Megía Ruiz-Flores: Luis Ibáñez Fernández. Maestro de música, Valdepeñas, Ayuntamiento de Valdepeñas, 2021.