Hijo de Francisco Marco y de María Pérez, nació en Fuentelespino de Moya (Cuenca), en 1896, en el seno de una familia humilde, y falleció en Madrid el 17 de enero de 1983. Fue un importante escultor e imaginero español, considerado como uno de los mejores imagineros españoles del siglo XX. Su familia (el padre era carpintero) se trasladó a Valencia cuando él tenía doce años y allí tuvo lugar su formación artística, concretamente en el taller del imaginero Modesto Quilis y en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos. Después, ya en Madrid, con una ayuda del Círculo de Bellas Artes de Valencia, continuó su aprendizaje con José Ortells. Si bien conoció también a Victorio Macho y Julio Antonio, de los que recibió algunas influencias.
En 1922 expuso en el vestíbulo del casino La Constancia, de Cuenca, una escultura como ejercicio para la “oposición” a una pensión de la Diputación provincial y un periodista de El Mundo abogaba por conceder a Marco la pensión (El Mundo, 1-2-1922). En el mismo año obtuvo la tercera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes con su obra titulada El alma de Castilla es el silencio…Cuenca, aunque en la prensa de la época figuró con el título de Cuenca. Interesado por la escultura clásica y del Renacimiento, la Diputación le concedió una pensión para viajar a Italia.
En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1924 fue premiado con segunda medalla por Idilio ibérico (entonces recibió el homenaje, junto a otros premiados, de la Asociación de Pintores y Escultores). También recibió un homenaje en Cuenca, al que asistió un buen número de conquenses. Fue en el parterre del Círculo La Constancia y la mesa presidencial, aparte del escultor, estuvo ocupada por Agustín Carretero, Cayo Conversa, Juan Giménez de Aguilar, Rodolfo Llopis, Felipe de la Rica, Juan Romero y Mariano Zomeño (El Día de Cuenca, 1-7-1924). En la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1926 consiguió medalla de oro por El hombre de la sierra.
En 1927 se creó la Escuela de Artes y Oficios de Cuenca, instalada en los bajos del edificio de la Diputación, y Marco se incorporó a ella como profesor de Modelado y Dibujo Artístico. Junto a él estaban el director, Manuel López, catedrático de Física; Manuel Alique, como profesor de Matemáticas; y el pintor Joaquín Buendía, como profesor de Dibujo Lineal, Gramática y Caligrafía. Por otra parte, el Ayuntamiento le encargó tres bustos de “bienhechores conquenses: doña Gregoria de la Cuba, el sabio obispo Palafox y el filántropo D. Lucas Aguirre, que con el «Hombre de la Sierra», ornamentarán las cuatro bellas glorietas del Parque” (La Ilustración Castellana, 8-5-1927).
En febrero de 1930, cundo seguía como profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Cuenca, dirigía un escrito al presidente de la JAE en el que solicitaba una pensión para trasladarse a Bélgica por seis meses para estudiar la organización de la educación profesional y la aplicación a la enseñanza de las Artes Plásticas. Pero la petición no fue atendida. En el mismo año concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes, con su obra El Pastor de las Huesas del Vasallo, y consiguió la medalla de honor del Círculo de Bellas Artes de Madrid. En el año 1932 participó en la Exposición Internacional de Venecia, representando a España junto a otros artistas, con el bronce Vieja castellana.
En mayo de 1933 fue nombrado profesor de término, Modelado y Vaciado, Composición Decorativa (Escultura), de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Valladolid. Y el año siguiente conseguía el premio del Concurso Nacional de Arte Decorativo, sección de escultura, compartido con Jesús Moreno; la beca del Conde de Cartagena, para residir un año en el extranjero, concedida por la Academia de Bellas Artes de San Fernando por mayoría de votos; y fue nombrado vocal del jurado, sección de escultura, de la Exposición Nacional de Bellas Artes, junto a Vicente Beltrán, Mariano Benlliure, José Bueno, José Capuz, José Francés, Victorio Macho, José Ortells y Julio Vicent.
Marco estaba en Valencia de vacaciones cuando comenzó la guerra civil y allí pasó los tres años que duró. Con su fin volvió a Valladolid y por orden de 14 de noviembre de 1940 se le nombraba, por concurso de traslado, profesor de término de Modelado y Vaciado de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Madrid (BOE, 26-11-1940). Dieciséis años después, por orden de 7 de julio de 1956, era nombrado catedrático numerario de Talla Escultórica, por concurso oposición, de la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.
Durante esta segunda época se dedicó fundamentalmente a la imaginería religiosa, sobre todo a realizar pasos procesionales de Semana Santa. Se pueden recordar Jesús atado a la columna (1941), San Juan Bautista (1942) y Virgen de las Angustias (1942), en Cuenca, o Cristo del perdón y de las aguas (1943) y el Santo descendimiento (1944), en Ciudad Real. Entre las imágenes no procesionales cabe destacar el retablo de la iglesia parroquial de Valdepeñas, realizado en 1958. Quizá la obra más monumental de este período es una serie de relieves para el edificio de la Torre de Madrid, un importante edificio de oficinas, hoy completamente vacío.