Infancia y Juventud.
María Francisca nació en Manzanares el 10 de octubre de 1818. A los seis días de nacida quedó ciega, y con once años ya era huérfana. A pesar de su ceguera, mostró gran interés por el conocimiento, escuchando las clases de latín a través de una ventana, porque fue rechazada por sus compañeros. Aprendió latín y otros estudios mediante la ayuda de jóvenes que le leían. En 1837, el Conde del Valle de San Juan la apoyó con una pensión temporal para su educación.
A lo largo de su juventud, María Francisca demostró tener un talento extraordinario para la poesía y la improvisación, componiendo versos en latín y en español. Fue reconocida en algunos artículos de prensa, y en 1840 se mencionó por primera vez en el periódico La Alhambra, destacando su habilidad poética y su difícil situación económica. Su reputación como poetisa y su genio llamaron la atención de varios escritores. Nunca recibió apoyo gubernamental para mejorar su situación, y vivió de la mendicidad.
En 1843, María Francisca intentó conectar con medios literarios para difundir su obra, aunque seguía luchando por obtener reconocimiento y apoyo económico. A pesar de su pobreza y ceguera, dejó una marca imborrable en los círculos intelectuales de su época.
Primer viaje a Madrid.
Admirada por su habilidad para improvisar versos en latín y español, María Francisca llamó la atención de literatos y personas destacadas. Aunque su pobreza la obligaba a vivir de la caridad, jamás mendigaba de manera convencional, si no a través de su arte.
Durante su estancia en Madrid, visitó el Colegio de Sordomudos y Ciegos, donde fue recibida con entusiasmo. Aprendió rápidamente a leer por el tacto y se destacó en la improvisación poética, a pesar de las dificultades que enfrentó debido a su avanzada edad al comenzar a estudiar. En los exámenes de 1850, recibió premios y mostró su habilidad tanto en latín como en poesía improvisada.
María Francisca asistió a reuniones literarias en casas de notables, entre ellos el Marqués de Molins, donde impresionó a figuras como Juan Bravo Murillo, el Duque de Rivas y Bretón de los Herreros, que quedaron admirados por su talento. Gracias a estas reuniones, se le otorgó una pensión de cuatro reales diarios, aunque esta fue posteriormente suprimida, dejándola nuevamente en la pobreza. A pesar de su retorno a Manzanares, siguió escribiendo y compartiendo su poesía.
Ortos viajes.
Granada (junio de 1864): María visitó Granada, una ciudad que admiraba mucho, lo que la emocionó profundamente. Varios periódicos locales, como La Crónica de Gerona y La Violeta, destacaron su paso por la ciudad, donde recitó versos cargados de emoción, lamentando no poder ver las bellezas de la ciudad morisca. Escritores y poetas locales quedaron impresionados por su capacidad de describir lugares que nunca había visto. También fue alentada por amigos y seguidores a organizar sus composiciones en un libro para que su legado perdurara.
Córdoba y Sevilla (octubre de 1864): Participó en una sesión de honor en la Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, donde demostró su habilidad con el latín y la poesía improvisada. Francisco de Borja Pavón, destacado escritor y cronista, organizó la sesión. El Diario de Córdoba documentó su visita, elogiando su notable talento antes de su partida hacia Sevilla.
Madrid (junio de 1865): El objetivo de su viaje fue gestionar un permiso que le permitiera solicitar limosna en la estación de ferrocarril de Manzanares. Aunque muchos periódicos madrileños elogiaron su talento, su petición no fue atendida. A pesar de esta negativa, María improvisó emocionantes versos de despedida y continuó siendo admirada por su genio literario.
Zaragoza (1874): Ganó el primer premio en los Juegos Florales de Zaragoza con una poesía dedicada a la Virgen del Pilar. En su poema «A la Virgen del Pilar», expresó su devoción y su agradecimiento, lamentando su ceguera, pero confiando en la luz espiritual. Su presencia en Zaragoza fue significativa, destacando su habilidad para conmover a través de su poesía.
Interacciones con personajes ilustres.
Entre los personajes más destacados que mencionaron o interactuaron con ella se encuentran escritores, poetas, periodistas y viajeros de renombre, tanto españoles como extranjeros.
George Henry Borrow (1803-1881): El escritor inglés, en su obra La Biblia en España, la llamó «Profetisa Manchega» y relató un encuentro en el que María, sorprendiendo a Borrow, mostró su erudición en latín, ganándose la admiración del público local.
Pierre Jules Théophile Gautier (1811-1872): El escritor francés mencionó a María en su libro Voyage en Espagne, describiendo cómo improvisó versos en latín para los viajeros en Manzanares, dejando una fuerte impresión por su arte poético.
Modesto Lafuente (1806-1866): En su periódico Fray Gerundio, narró un encuentro con María, destacando su capacidad para improvisar versos y hablar en latín, resaltando su talento innato a pesar de su pobreza.
Antonio Flores Algovia (1818-1865): En un artículo de El Heraldo, se mostró emocionado por la facilidad de María para hablar latín y su notable capacidad de improvisar, lamentando la falta de apoyo gubernamental para educarla.
Alejandro Dumas (1802-1870): El famoso novelista francés relató cómo María
improvisaba versos en la plaza de Manzanares, llamando altamente la atención de los viajeros con su habilidad para combinar el latín y el español.
Juan Valera (1824-1905): En una carta, Valera mencionó su asombro por la habilidad de María para traducir versos latinos en poesía castellana con precisión.
William George Clark (1821-1878): En su libro Gazpacho, relató cómo fue testigo del talento de María para la improvisación poética, destacando su habilidad para entretener a los viajeros.
Francisco González Bocanegra (1824-1861): En La Ilustración Mexicana, elogió la resiliencia de María y la comparó con figuras legendarias como Homero, señalando su habilidad poética y su influencia cultural.
Basilio Sebastián Castellanos de Losada (1808-1891): Destacó en su obra la importancia de María en el panorama literario español, mencionando su capacidad para improvisar y su dominio del latín.
Carolina Coronado (1820-1911): La escritora española mostró gran admiración por María, ofreciéndole apoyo y organizando un proyecto para publicar sus composiciones. Escribió un poema en su honor, resaltando su talento y humildad.
José María Pemán (1897-1981): En su obra, mencionó a María como parte de la cultura popular española, destacando su importancia en la tradición literaria de su época.
A pesar de su ceguera y pobreza, María Francisca Díaz-Carralero se ganó el respeto y la admiración de personajes ilustres de su tiempo, quienes reconocieron su talento poético y su dominio del latín, convirtiéndola en una figura extraordinaria del siglo XIX.
Fallecimiento.
Falleció el 26 de julio de 1894 en Manzanares, a la edad de 75 años. Su muerte atrajo la atención de periódicos, nacionales e internacionales, que recordaron su vida como la de una poetisa improvisadora que, a pesar de la ceguera y la pobreza, logró alcanzar gran fama y admiración en toda España. Improvisó versos para los viajeros que pasaban por la estación de Manzanares, donde su talento poético y su facilidad para componer coplas la hicieron conocida entre reyes, magnates, literatos y otras figuras importantes. Aunque vivió una vida de humildad, repartiendo lo que obtenía entre los más pobres, su genialidad poética le ganó un lugar especial en la cultura popular española.
Diversos periódicos, como El Día y La Dinastía, informaron sobre su enfermedad y su posterior fallecimiento. El periódico americano St. Paul Daily Globe también mencionó su muerte, resaltando su impacto en la sociedad española. Durante su entierro, el poeta José López Camuñas, un paisano de María, leyó una décima en su honor, resaltando su grandeza espiritual y poética. La vida de María Francisca Díaz Carralero dejó una huella indeleble en la historia literaria y cultural de España.
Homenajes a la Ciega de Manzanares.
- El 3 de abril de 1902, el Ayuntamiento de Manzanares decidió cambiar el nombre de la calle de la Madera, donde nació María Francisca, por el de «Ciega de Manzanares».
- El monumento en honor a La Ciega de Manzanares fue inaugurado el 20 de mayo de 1983 en la Plaza del Gran Teatro de Manzanares. La obra, realizada por el artista José Legassa, rinde homenaje a la poetisa ciega. Durante la inauguración, el grupo Lazarillo presentó una representación en su honor. Anteriormente, en 1974, el periódico ABChabía publicado un artículo anunciando la creación del monumento, destacando su valor artístico y su fama como improvisadora.
- El “Centro Cultural Ciega de Manzanares”. Centro que fue casa señorial manchega perteneciente a la familia Merino. Ha sido renovado para ofrecer un espacio polivalente que incluye un patio típico manchego y salas para exposiciones, conciertos y eventos culturales. El edificio también es famoso por haber alojado a Santa Teresa de Jesús en 1575, lo que se conmemora con una placa en su fachada.
- La memoria de La Ciega de Manzanares sigue viva a través del Premio Nacional de Poesía que lleva su nombre. El Premio es expresión de reconociendo a los poetas contemporáneos, y perpetua su legado literario.
Poesías y homenajes a la Ciega de Manzanares.
Poesías, homenajes y décimas improvisadas por María Francisca Díaz Carralero, «La Ciega de Manzanares», y algunos dedicados a ella por poetas contemporáneos y admiradores son:
- A la Reina Isabel II y a la Reina María Cristina, que reflejan la lealtad y el respeto de la poetisa hacia la realeza española.
- Al Ilustrísimo Señor Obispo de Ávila y a la Virgen del Pilar, donde resalta su fervor religioso.
- Oda al Vergel y el Ruiseñor y el Canario, que muestran su habilidad para mezclar la naturaleza y la moral en sus versos.
- Improvisaciones a personajes ilustres, a D. José Nicolás de Azara y D. Gaspar Bono Serrano, demuestran su capacidad para elogiar figuras notables de su tiempo.
Poesías dedicadas a María Francisca por poetas como Carolina Coronado, Heriberto García de Quevedo y Fernando de Gabriel Ruiz de Apodaca, destacan su ingenio y valentía frente a su ceguera. Los versos reflejan la admiración por su habilidad poética a pesar de su discapacidad visual. Resaltan no solo el talento improvisador de María Francisca, sino también el respeto y reconocimiento que recibió durante y después de su vida, consolidándola como una figura destacada en la tradición literaria española.
Bibliografía:
- Granados García de Tomás, Julián, La ciega de Manzanares. Vida de una mujer extraordinaria, Manzanares, edición del autor, 2013.
- “La ciega de Manzanares”, La Ilustración, Madrid, (21-12-1850), p. 408
- Sánchez-Migallón Arias, Teodoro: Antología de escritores manzanareños, [(I) Poetas], Ciudad Real, Colección Ciega de Manzanares, 2001, pp., 27-29.