Firma de María Micaela Uría y Alcedo. Camilo de Villavaso, “Bilbaínos ilustres”, Euskal-Erría, revista bascongada, San Sebastián, t. 2-4 (1881).

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María Micaela Uría y Alcedo
Sopuerta, Vizcaya,.
1786 -
Madrid .
1848.
Culta afrancesada y francmasona.

La culta afrancesada y francmasona, que trató de inculcar las ideas liberales de la revolución francesa en Almagro entre 1809 y 1813, nació en Sopuerta (Vizcaya), en mayo de 1786 (FamilySearch, https://www.familysearch.org/. Consulta 7-10-2024).

María Micela Uría y Alcedo, sobrina y heredera universal del héroe nacional general José de Urrutia (1779-1803), fue una mujer adelantada a su época (primera mitad del siglo XIX): inteligente, culta, gran conversadora, liberal, francmasona, afrancesada y espectacularmente atractiva. En 1809 la vida de María Micaela y Almagro (Ciudad Real) se entrecruzan. En abril de ese año, María Micaela acompaña a su esposo, el también vasco y afrancesado Florentino Joseph de Sarachaga e Izarduy a Daimiel, Almagro y Manzanares para hacerse cargo de la Intendencia de La Mancha bajo el reinado de José I, hermano de Napoleón. Fueron cuatro años intensos, en los que María Micaela desarrolló en Almagro una intensa actividad cultural, política y social bajo los principios de la revolución francesa.

El 1 de marzo de 1803 fallecía en el palacio madrileño del marqués de Iranda el general José de Urrutia, un auténtico héroe del ejército español, hoy en el olvido. El pintor Goya inmortalizó al general Urrutia en un retrato de cuerpo entero por encargo de su amigo el IX duque de Osuna. El óleo está colgado actualmente en el Museo del Prado. Urrutía era caballero y comendador de Almodóvar del Campo de la Orden de Calatrava.

Aunque tenía cinco hermanos, el general Urrutia dejó como heredera única y universal a su sobrina María Micaela Uría y Alcedo como compensación por haberle cuidado durante sus últimos años. La herencia cambió la vida de María Micaela, quien hasta entonces era simplemente hija de una buena familia vasca, al igual que su tío, pero con escasa fortuna. No ha sido posible hallar un retrato suyo. Solo su firma.

La buena posición económica y social ayudó a María Micaela a contraer matrimonio con otro descendiente de la vieja nobleza vasca, Florentino de Sarachaga (Bilbao 1778-1825), liberal, masón, enciclopedista y pariente del ministro afrancesado Mariano Luis de Urquijo. Sarachaga colaboró activamente con la administración francesa y con el gobierno de José I, ocupando el puesto de alcalde Bilbao, en cuya ciudad implantó la administración afrancesada. También fue vocal del gobierno bonapartista de Vizcaya.

María Micaela Uría compartía las ideas liberales del gobierno de José I y ayudó y acompañó a su marido, Sarachaga, en todos los cargos que ostentó a lo largo de la ocupación francesa. Así, en abril de 1809, Sarachaga y María Micaela llegan a Daimiel (Ciudad Real) acompañando al general francés Horace Sebastiani, quien estaba tan agradecido de sus servicios que en enero de 1810 condecoró a Sarachaga con la Orden Real de España del Rey José Bonaparte.

Meses después, fue nombrado intendente del gobierno afrancesado de Almagro, entonces capital política del Campo de Calatrava. Sarachaga se instaló en el edificio que durante siglos fue el palacio de los maestres de Calatrava y posteriormente de los gobernadores del Campo de Calatrava -hoy Mueso Nacional de Teatro-, en una esquina de la plaza mayor. En Almagro fundó una logia masónica bonapartista, dependiente de la logia de Santa Julia de Madrid. Un año después, en 1811 Sarachaga fue nombrado prefecto de la cercana ciudad de Manzanares (Ciudad Real) e intendente de La Mancha, cargos que ocupó hasta 1812.

En su estancia en Almagro, la esposa de Sarachaga, María Micaela Uría, prefirió instalarse en una casona palacio de la calle Clavería, propiedad de Antonio Ceballos, quien hasta la invasión francesa había sido el administrador de las rentas de la Mesa Maestral de la Orden de Calatrava. En esta casa, María Micaela abrió un salón literario, que se convertiría en la logia masónica más importante de la ciudad, a la que asistían notables propietarios, comerciantes, abogados y clérigos de Almagro, deseosos de instruirse en las ideas de libertad e igualdad.

Por esta logia pasaron ilustrados famosos como el presbítero Tomás Hornero o el periodista Pedro Estala, el contador Bartolomé Flores, el dominico Ángel Moreno, el médico Juan José Pérez de la Rosa, el fraile calatravo Pedro Álvarez de Sotomayor, el administrador de rentas reales Luis María Calero o el gobernador Carlos Angeville, entre otros muchos.

El intelectual vasco Camilo de Villavaso describía en 1881 la figura de María Micaela Uría y Alcedo: “Fue una de las damas más celebradas en la corte de José Bonaparte, por su hermosura, gracia e ingenio y aristocrática distinción. De noble alcurnia ella misma, se unió al representante de una de las casas más antiguas y principales del país vizcaíno, don Florentino de Sarachaga, que, amigo íntimo y pariente cercano del célebre ministro Urquijo, tomó partido por los afrancesados y fue intendente de La Mancha bajo el gobierno del rey José”.

Sarachaga y María Micaela Uría tuvieron dos hijos: Jorge (1810) y Mariano (1811). Bermúdez de Castro, primer biógrafo del general Urrutia, asegura que los dos hijos nacieron en Almagro. Este autor sostiene que las relaciones matrimoniales entre Sarachaga y María Micaela fueron muy tensas durante su permanencia en Almagro, llegando a la separación de ambos cónyuges. Es más, en 1816, cuando María Micaela estaba ya en el exilio tras la derrota de Napoleón, escribe al rey Fernando VII para solicitar permiso para regresar a España y vivir, junto a sus hijos, en Bilbao y para ello alega que sufrió malos tratos por parte de su marido Sarachaga: “He sufrido en seis años… por su mal trato… darme golpes y amenazarme de matar”.

Antes, en 1813, María Micaela y su marido abandonaron La Mancha y España acompañando al ejército francés en su huida. María Micaela se instala en París y se divorcia definitivamente de su marido, quedándose con la custodia de sus dos hijos. Meses después se casó con el barón del imperio alemán Carlos Lassollage, católico, gran oficial de la Legión de Honor, Gran Cordón de las insignias militares de Rusia, Austria, Prusia y diferentes estados de la Confederación Germánica y teniente general de artillería del ducado de Baden.

Los dos hijos de María Micaela y de Sarachaga corrieron muy distinta suerte. Jorge, quien se casó con la princesa rusa Ekaterina Lobanov, falleció en 1843 en el transcurso de un duelo contra el banquero judío Moritz von Haber, cerca de la ciudad alemana de Mannheim. Mariano alcanzó los puestos más elevados en el gobierno del ducado de Baden, Alemania. Una de sus hijas, María, fue dama de la zarina de Rusia.

María Micaela falleció en 1848 en París sin haber cumplido su deseo de regresar a España.

En cambio, Florentino Sarachaga falleció en España en 1825, habiendo logrado que Fernando VII le permitiera regresar a Bilbao, donde recuperó todo su patrimonio incautado por afrancesado, gracias a la eficaz mediación del zar de Rusia y del gran duque de Baden.

Bibliografía:

  • Bermúdez de Castro, Luis, Ejército, Revista ilustrada de las armas y servicios. Ministerio del Ejército, Madrid, nº 56 (septiembre de 1944).
  • Beerman, Eric, “¿Quién era el general Urrutia que Goya retrató?”, Revista Complutense de Historia de América, Madrid, nº 19 (1993), pp. 195-208.
  • Florentino Sarachaga. Wikipedia.
  • Martínez Millán, José, “La masonería bonapartista: las logias de Almagro y Manzanares (1809-1814)”, en José Antonio Ferrer Benimeli (coord.), La Masonería en la España del siglo XIX, Junta de Castilla y León. 1987, vol. 2, pp. 441-450.
  • Valle Calzado, Ángel Ramón del, “Afrancesados y masones. El caso de La Mancha 1809-1812”, en Masonería, revolución y reacción, Alicante, I.C. Juan Gil Albert, 1990, pp. 57-70.
  • Villavaso, Camilo de, “Bilbaínos ilustres”, Euskal-Erría, revista bascongada, Donostia-San Sebastián, t. 2-4 (1881).
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