María Patricia Felipe y Pajares nació en Trijueque, provincia de Guadalajara, el 21 de mayo de 1848. Era hija del matrimonio integrado por José María Felipe y Justa Pajares. Sus abuelos paternos eran Antonio Justo Felipe y Petronila Arroyo. Sus abuelos maternos, Elías Pajares y Bernabela Atienza. Su madrina, su tía Patricia Pajares, soltera. Sus hermanos fueron José Pelegrín, fallecido en la adolescencia mientras estudiaba en Alcalá de Henares, Teresa, Genara y Crisanta.
Su abuelo paterno, Antonio Justo, había sido escribano público de la localidad, y hay constancia que su padre, propietario, votó en las elecciones a Cortes de 1854-1855, de carácter censitario, por lo que podemos concluir que su familia pertenecía a la burguesía local.
Formación y primeras experiencias.
Al cerrarse en 1861 la Escuela Normal de Maestras de Guadalajara, estudió las materias objeto de examen particularmente, y tras realizar los dos años de prácticas en la escuela pública de niñas de la ciudad de Guadalajara, considerada como modélica a efectos legales, fue examinada por el establecimiento normalista masculino, a pesar de lo establecido por el Real Decreto de 15 de junio de 1864. Reválida de maestra de primera enseñanza elemental que aprobó en 1867 y un año después, en 1868, la reválida de maestra de primera enseñanza superior. Para ello tuvo que solicitar una autorización especial, ya que en el momento de su examen no había alcanzado los veinte años establecidos como edad mínima para dicho examen.
Por concurso, consigue la plaza de maestra de la escuela elemental de niñas de Ledanca (Guadalajara), donde ejercería su magisterio del 6 de septiembre de 1870 al 26 de febrero de 1871. Posteriormente, consigue ganar su plaza, con el número 1, en las oposiciones de maestra de la escuela elemental de niñas de Marchamalo (Guadalajara), desarrollando su labor pedagógica en la misma del 28 de febrero de 1871 al 8 de octubre de 1875.
Maestra de la Casa Galera (1873 / 1890)
El gobierno de la I República creó las escuelas de primera enseñanza de los establecimientos penales por Decreto de 25 de junio de 1873, que fue desarrollado por el Reglamento de 17 de julio del mismo año. Y por ello se convocaron las preceptivas oposiciones en las que participó María Felipe, aún maestra de la escuela de Marchamalo.
Los exámenes se verificaron en Madrid, en el mes de septiembre de 1873, quedado finalistas María Pajares y Concepción Dutil y Chavarro, consiguiendo finalmente la plaza la maestra de Marchamalo, por lo que fue nombrada por el Ministerio de Gobernación, el 26 del mismo mes, maestra en propiedad de la escuela primaria del Correccional de Mujeres o Casa Galera de Alcalá de Henares, con un sueldo de 1.500 pesetas anuales. María Felipe tomaría posesión de dicho cargo el 8 de octubre de 1874, a la edad de 26 años.
La estancia de María Felipe en Alcalá fue determinante para su orientación social dentro de los movimientos filantrópicos y de caridad católicos, no solo por su contacto con la realidad carcelaria sino también por su preocupación por la situación de la infancia y adolescencia de las clases sociales más vulnerables. Sería en esta época cuando entró en contacto con mujeres como Concepción Arenal, los miembros de la Real Asociación de Escuelas Dominicales o la Asociación Protectora de los Niños de Madrid, que en 1879 crearía un asilo para los hijos de las penadas de la Casa Galera.
Además, su experiencia en esta prisión de mujeres será fundamental para que María Felipe se inscriba más tarde en el frente abolicionista de la violencia psíquica y física en las escuelas. Así, en su intervención durante las Jornadas Pedagógicas de Guipúzcoa, celebrada celebradas los días 20, 21 y 22 de julio de 1898, titulada Medios para sostener la disciplina en una escuela sin necesidad de castigos corporales afirmó:
“Queda probado, según mi inteligencia me sugiere, lo que al desarrollar el Tema enunciado me propuse; pero si hay quien entienda que los medios expuestos sólo sirven para conseguir la disciplina en escuelas poco numerosas, de niños de cierta edad ó de aquellos que pertenecen á distinguida clase social, dire sé por experiencia, que ya se trate de escuela muy numerosa (de 250 niñas) y en la cual fuese la mayor parte de ellas de familias poco acomodadas, ya de un colegio particular donde acudía la que pudiera llamarse aristocracia de la población, ya se haya tratado (y creo es lo más que puede tratarse) de las corrigendas de el único establecimiento penitenciario de España, en Alcalá de Henares, los medios indicados han respondido para sostener la disciplina, sin necesidad de castigos corporales. Debiendo decir, en obsequio á la verdad, que si las primeras y segundas tenían entusiasmo por cumplir con sus deberes, complaciendo y obedeciendo, las reclusas manifestaban verdadero interés en no producir el más pequeño disgusto á la profesora á quien respetaban, consideraban y obedecían ciegamente.”
La vinculación profesional de María Felipe con la Casa Galera de Alcalá de Henares tocaría a su fin con la firma del convenio suscrito entre el Estado y las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul en 1880, y su pase a situación de excedente, en la que permanecería hasta el 1 de julio de 1890, cuando cesó definitivamente por la Ley de Presupuesto de 1890 a 1891.
Aun así, su vinculación con las instituciones penitenciarias continuó al punto que en 1890 participó en el homenaje que los profesores de los establecimientos penales realizaron a Castelar, y que consistió en la entrega de un trabajo caligráfico sobre pergamino blanco en el que se recogieron las firmas de todos ellos.
A pesar de sus distintas reclamaciones al ministerio de instrucción pública, incluso con la intercesión de la reina María Cristina, nunca llegó a conseguir la propiedad de una escuela de igual categoría a la del Correccional de Mujeres de Alcalá, ya que sólo las de la Corte tenían asignado el mismo salario en 1880.
Maestra directora de la Escuela dominical de Alcalá de Henares (1878 – 1891)
Tras cesar en 1880 como maestra de la escuela primaria de la Casa Galera de Alcalá, María Felipe continuó residiendo en Alcalá de Henares, ya que hasta tanto no se le asignara una nueva escuela pública permanecía en la categoría de disposición, cobrando sólo dos terceras partes de su salario anual, es decir 1.000 pesetas.
En 1886 abrió un colegio de señoritas y otro de párvulos en la plaza Mayor número 3, a los cuales, según sus palabras incluidas en su disertación de 1898, “acudía la que pudiera llamarse aristocracia de la población”.
Pero la inquietud social de María Felipe le llevó a ingresar, durante su estancia en Alcalá de Henares, en la Real Asociación de Escuelas Dominicales, para atender una realidad verdaderamente desoladora de centenares de niñas y adolescentes en una ciudad en plena decadencia.
Por eso, antes incluso de su cese al frente de la escuela de la Casa Galera, en enero de 1878, María Felipe colaboró en la constitución, junto a su hermana Teresa Felipe y Pajares, igualmente maestra, de la primera Escuela Dominical de Sirvientas de Alcalá de Henares, de la que serían directora y secretaria respectivamente, sin retribución y sólo por caridad, como dejaría constancia en las hojas de servicios conservadas en su expediente administrativo.
En Alcalá el ayuntamiento no sólo apoyó a la Escuela Dominical cediéndoles espacios y apoyándola institucionalmente, sino que incluso en 1885 concedió un Voto de Gracia a la Junta Directiva de la Asociación fundadora de la Escuela Dominical, que el acta recoge de la siguiente forma:
“Faltaría esta Alcaldía á un ineludible deber de delicadeza al par que de justicia si no expusiera a esa Junta el juicio que la ha merecido el examen del personal que concurre a la escuela dominical de su digna presidencia.
Habiendo tenido el gusto de asistir al expresado acto obedeciendo á atenta invitación de V. esta Alcaldía ha visto con sumo agrado el estado de adelantados en que se encuentra la juventud que asiste a recibir la instrucción que esa caritativa junta prodiga sin otro móvil que el de proteger e ilustrar a la clase de domésticas logrando que adquieran conocimientos que en toda casa han de serles útiles y evitando con su natural asistencia en los días festivos que emprendieran un camino que pudiera perjudicarlas, por todo lo cual es acreedora con justicia benéfica esa Junta y V, como digna presidenta y clase examinada del voto de gracias que con toda sinceridad emito, exhortándolas a que continúen en sus tareas para honra de la Junta y provecho notorio de la referida clase, ofreciendo al efecto esta Alcaldía su más decidida cooperación, y el que brillante resultado del acto de examen que ha tenido lugar, conste en las actas su Excelentísimo Ayuntamiento.
30 octubre 1885.
Sra. Presidenta de la Asociación fundadora de la Escuela Dominical en esta Ciudad”.
En 1890, la Junta Directiva de la Escuela Dominical estaba presidida por Aurora Rodríguez, continuando como directora María Felipe y como secretaria su hermana Teresa Felipe. Y su labor pedagógica continuó hasta marzo 1891, cuando María Felipe cesa como directora de la misma por su traslado a Manzanares para asumir la dirección de la escuela de dicha localidad.
Manzanares, San Sebastián y muerte.
Tras abandonar Alcalá de Henares, María Felipe pasaría a desarrollar su magisterio en la escuela de Manzanares hasta el 12 de enero de 1898, cuando asumió la dirección de la Escuela Peñaflorida de San Sebastián.
Recién llegada a la ciudad guipuzcoana participó en las Jornadas Pedagógicas de la provincia, impartiendo la conferencia antes citada, titulada Medios para sostener la disciplina en una escuela sin necesidad de castigos corporales, con gran impacto en la ciudad, al punto que el periódico La Unión Vascongada, además de ofrecer una reseña en su edición de 22 de julio de 1898, decidió sustituir su folletín El Pirata previsto para el número de 25 de julio por “el hermoso discurso que leyó el 22 del actual en las conferencias pedagógicas de esta capital la Ilustrada profesora doña María Felipe y Pajares” con el argumento de que “tan interesante, tan notable es y encierra tan provechosas lecciones para la enseñanza que estamos seguros de que nuestros lectores nos agradecerán la publicación de dicho trabajo”.
El colegio de Peñaflorida sería la última institución en la que desarrollará su magisterio, ya que permaneció en ella como directora hasta su fallecimiento el 5 de agosto de 1913. En este destino obtendría dos Votos de Gracia del Ayuntamiento de la ciudad y un Voto de Gracia de la Junta Provincial de Instrucción de Guipúzcoa por sus méritos como docente.
Bibliografía:
- Pablo Morterero Millán: “El magisterio alcalaíno de María Felipe y Pajares”, en Anales Complutenses, vol. XXVII (2015), pp. 259-279.
- Mª del Mar del Pozo Andrés: Guadalajara en la historia del Magisterio español; Universidad de Alcalá de Henares, 1986.