Ruiz Capillas, Soledad

Galería

María Soledad Ruiz-Capillas de la Vega "Soledad Ruiz Capillas"
Toledo.
1902 -
Alicante.
1990.
Fisióloga.

Cuando Santiago Ramón y Cajal comenzó a recibir las más altas distinciones científicas extranjeras, S. M. el rey Alfonso XIII y el gobierno de España decidieron que ya era hora de que el fundador de la moderna Neurociencia tuviese un laboratorio en condiciones en el que trabajar: ya antes de recibir la medalla Helmhöltz (1905) y el Premio Nobel en Fisiología o Medicina (1906), Cajal disponía de un laboratorio espacioso y equipado para proseguir en su tarea ingente de desentrañar la estructura del cerebro y, desde 1902 con la incorporación de su fiel Jorge Francisco Tello, empezó a contar con colaboradores directos, dando lugar a lo que conocemos hoy como Escuela Neurológica Española o, más coloquialmente, Escuela de Cajal o Escuela de Madrid, pues trabajaban en el ala sur del actual Museo Antropológico, frente a la Estación de Atocha.

Esta Escuela ha sido considerada como quizá la más fructífera de la Historia de la Biomedicina, si acaso, junto a la de Louis Pasteur, en París. De hecho, los archivos de sus más destacados discípulos fueron incluidos por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en 2017, siendo la única escuela científica que, hasta ahora, ha recibido tamaña distinción. En los últimos años estamos haciendo un esfuerzo por recordar a los más destacados discípulos de Cajal, progresivamente olvidados desde las últimas décadas del siglo XX, y, muy significativamente, nos hemos interesado en dar luz a un grupo de investigadoras que también trabajaron con Cajal o sus más directos discípulos. Entre estas últimas se encuentra quien, hasta donde sabemos, es el único representante de Castilla-La Mancha: la doctora. María Soledad Ruiz Capillas.

Esta toledana, nacida el 28 de febrero de 1902 en la capital del Tajo, fue, de hecho, la primera española con título universitario que trabajó en el ya Instituto Cajal. Hija del comandante del Cuerpo de Ingenieros del Ejército D. de Rogelio Ruiz Capillas, Mª Soledad pasó su infancia en Toledo, inició sus estudios de enseñanza secundaria en el Instituto Provincial y los completó en el Instituto Cardenal Cisneros, de Madrid. Su brillante expediente académico le abrió las puertas de la madrileña Universidad Central (actualmente, Universidad Complutense de Madrid), donde se decantó por estudiar la carrera de Medicina, que empezó en 1917. En esa decisión influyó un conocido médico toledano, el Dr. Marcelo García, quien aconsejó y animó a la recién bachiller Ruiz-Capillas a orientarse hacia la Medicina. De hecho, en una entrevista publicada en El Autonomista (Gerona), en mayo de 1935, nuestra protagonista deja clara su vocación: “En caso de no haber estudiado la carrera de médico, no habría estudiado ninguna…”. El Dr. García, sin duda, acertó: al examinar su expediente universitario, es obligatorio calificarlo de excelente y esta gran preparación se ve respaldada por el hecho de que, en 1922, obtuvo el número 1 entre los 73 aspirantes al puesto de alumno interno del Hospital de Beneficencia Provincial de Madrid, puesto desde el que supervisó el tratamiento de los pacientes ingresados. La prensa de la época informa, con un retrato de la ganadora del citado concurso, que el tribunal ha adoptado esa calificación por unanimidad. En 1924 obtiene el ansiado título de médico.

Una vez acabada la carrera y tras pasar el correspondiente concurso de méritos, la Dra. Ruiz Capillas se convirtió en la primera médico que dirige un balneario en España, concretamente el de Fuensanta de Gayangos, en la provincia de Burgos (posteriormente dirigirá, también, el balneario guipuzcoano de Arechavaleta y, tras su paso por el Instituto Cajal, el riojano de Grávalos). La revista Nuevo Mundo da rendida cuenta de esta nueva meta alcanzada por la incorporación de la mujer a la vida profesional en un reportaje que publica el 10 de abril de 1925, en su apartado Mujeres de España y que su autor, Juan Ferragut, titula: “Soledad Ruiz-Capillas, Médico femenino”. El inicio de este reportaje no tiene desperdicio: “Mujeres de España, mujeres de hoy… Contemplándoos vemos cómo se van desbaratando los arcaicos prejuicios, desvaneciéndose los viejos mitos”. Y esa página en una afectada prosa, muy de la época, que enmarca una fotografía de la doctora sonriente, culmina de esta forma: “Eva de hoy, desvanecedora de mitos, Soledad Ruiz-Capillas, a sus pies caigan todos los orgullosos prejuicios masculinos, y en sus manos, de mujer por la ternura, de doctora por la ciencia, pongamos sin reparos la salud de nuestros hijos…”. Un anuncio en el Diario de Burgos del 11 de septiembre de 1926 informa de que sigue siendo la “Médico director” (e, indirectamente, que todavía está soltera).

Tras esta experiencia al cargo de balnearios, entre 1928 y 1930 se incorpora al Laboratorio de Fisiología Experimental del Instituto Cajal, dirigido por el Dr. Gonzalo Rodríguez Lafora. En aquel momento, Lafora, reputado neuropatólogo y neuropsiquiatra, había completado su formación en Alemania (junto a Ziehel, Oppenheim, el matrimonio formado por Oscar y Cécile Vogt, Kraepelin y Alzheimer) y Francia (con Déjérine, Pierre Marie y Magnan) pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios y, otra vez siguiendo los pasos de su amigo y mentor Nicolás Achúcarro, había dirigido entre 1910 y 1913 el laboratorio de Neuropatología que éste había fundado en el Hospital for the Insane (Washington D.C., USA) por recomendación expresa de Alois Alzheimer.

Desde entonces, Lafora se afincó de nuevo en Madrid, combinando su tarea asistencial en el Hospital Provincial y la investigación en el citado laboratorio adjunto al de Cajal y financiado, también, por la Junta de Ampliación de Estudios. El grupo de investigación de Lafora en aquel momento lo formaban el Dr. Julián Sanz Ibáñez y la Dra. Mª Soledad Ruiz Capillas, como atestiguan diversos documentos, incluido un reportaje publicado por el diario ABC en Julio de 1929.

Ruiz Capillas trabaja, inicialmente, con los centros diencefálicos que regulan la temperatura en el gato, pero su principal tema de investigación, dirigida por Lafora, versan sobre los problemas de sueño derivados de lesiones infundibulares y en el mesencéfalo. Documentos internos del Archivo de la Junta para la Ampliación de Estudios dan detallada cuenta de las investigaciones en las que trabaja nuestra protagonista. Con una novedosa aproximación experimental, Lafora y sus colaboradores infunden directamente en el 3er ventrículo del cerebro soluciones iónicas de calcio, magnesio, y potasio, o fármacos como opiáceos o Luminal, para experimentar sus efectos en el sueño. Soledad Ruiz-Capillas estaba encargada de estudiar el daño de la pared del citado ventrículo, lo que comprobaban inyectando soluciones cáusticas coloreadas (aguarrás con azul del Nilo o bien liquido de Müller) para, posteriormente, completar el estudio histológico más preciso posible, comparando con la misma estructura en estado normal. También estudian modelos animales de catatonia, tras practicárseles la ablación del tálamo bilateral que diseñó el alemán Spiegel.

La edición de la mañana del diario ABC anuncia, el domingo 12 de abril de 1931, que Lafora y Sanz presentarán los resultados en una sesión que la Academia Médico-Quirúrgica Española celebrará al día siguiente en su sede de la madrileña calle de Esparteros… pero dado que ese mismo domingo se celebraron las elecciones municipales que desencadenarían el cambio de régimen político, no hemos conseguido saber si la citada sesión se celebró, ni si los resultados de investigación en los que colaboró Ruiz-Capillas llegaron a presentarse “con proyecciones fijas y cinematográficas”, según reza el anuncio de la página 42: sabiendo el grado de implicación del Dr. Lafora en la vida intelectual y política de la época, es difícil pensar que se sustrajese a los acontecimientos que culminaron con la proclamación de la IIª República Española el martes 14 de abril.

Los resultados de estos estudios sobre la fisiología y fisiopatología del sueño fueron elegidos por el propio Lafora para su conferencia de presentación como académico en la Academia Nacional de Medicina, en 1933. Sin embargo, no serán publicados nunca por la Dra. Ruiz-Capillas, ni en solitario, ni con sus compañeros de trabajo. De hecho, el Laboratorio de Fisiología Experimental se traslada, con el resto del Instituto Cajal, en 1932, al nuevo edificio erigido en gran parte por suscripción popular en el Cerro de San Blas, dentro del parque de El Retiro y junto al Observatorio Astronómico. Este nuevo edificio tiene un tamaño desmedido, lo que ha disparado su coste en plena crisis económica (el famoso “crac del 1929”), se ha retrasado varios años, ha despertado notables intereses que, a rebufo de las grandes investigaciones desarrolladas por Cajal y su Escuela, instalan a investigadores de otras disciplinas allende la Neurología, que absorben parte de los recursos inicialmente recabados por el prestigio del Nobel quien, por cierto, es bastante renuente a instalarse en lo que considera una especie de mausoleo: de hecho, apenas lo pisará hasta su muerte, en octubre de 1934, aunque vivía justo al otro lado de la calle de Alfonso XII (en aquel momento, del Presidente Alcalá-Zamora). Todas estas peripecias culminan con la entrega de un edificio no totalmente terminado y, paradójicamente, al haberse dotado con la más moderna corriente eléctrica alterna, no permite utilizar casi ningún aparato (trépanos eléctricos, cámaras de microfotografía, lámparas de cirugía, etc.) de los que disponía el laboratorio de Lafora… que en el caserón de Atocha disponía de corriente continua… Las investigaciones que más se ralentizan con el traslado son las del grupo de Gonzalo Lafora, las que utilizan equipos electrificados más punteros y que precisan de la adaptación, y, obviamente, Mª Soledad Ruiz-Capillas es de las más perjudicadas.

Pero ella no pierde el tiempo y, además, está decidida a ganarse la vida dentro de la profesión que ha elegido, así que se matricula en la Escuela de Odontología (adscrita entonces a la Facultad de Medicina de la Universidad Central), siendo una de las 15 mujeres matriculadas de un total de 405 alumnos. Ejerce, entonces, de ayudante en la Clínica de Odontología del Hospital Militar de Carabanchel (actual Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla), simultaneándolo con la investigación en el laboratorio, pero abandona este, definitivamente y al terminar su formación como dentista, en 1934.

De nuevo en calidad de directora de un balneario, esta vez en Grávalos (La Rioja), la Dra. Ruiz-Capillas remite tarjeta de pésame a sus antiguos compañeros del Instituto Cajal cuando fallece “el Maestro”, el 17 de octubre de 1934. Lo siguiente que sabemos de ella es el citado artículo de El Autonomista, donde anuncia que la Dra. Soledad Ruiz Capillas de Vicens (entendemos, por tanto, que ya casada) abre su propia clínica odontológica en Gerona capital: el periódico data del 25 de mayo de 1935 e incluye, además de la entrevista firmada por I. Rodríguez-Grahit, un anuncio de la apertura de su consulta como médico-odontólogo, en la plaza del Marqués de Camps, nº 1. En el Diario de Gerona de un día antes aparece, también, una breve referencia.

Con ello se convierte en la primera mujer que ejerce la Medicina en toda la provincia de Gerona, incluso antes que la Dra. Francesca Casaponsa Suñol, a quien diversas fuentes mencionan, erróneamente, como primera médico que ejerció en la comarca. Tras la Guerra Civil Española, su rastro se difumina: sabemos apenas que se traslada a Palma de Mallorca, donde también ejercerá como dentista, y muere en Alicante, en 1990.

Soledad Ruiz-Capillas es el único miembro de la Escuela Neurológica Española originario de la actual comunidad de Castilla-La Mancha, junto al neurohistólogo y neuropsiquiatra Román Alberca Lorente, natural de Alcázar de san Juan (Ciudad Real) y discípulo directo del insigne Pío del Río-Hortega y del psiquiatra José Sanchís Banús, formado junto a Nicolás Achúcarro. Sobre el Dr. Alberca deberíamos escribir pronto en esta cabecera. Sin duda, la de la Dra. Ruiz-Capillas es otra historia de la Escuela que debería contarse a todos en el ansiado Museo Cajal, cuyo Real Decreto fundacional fue publicado en el Boletín Oficial del Estado el pasado mes de junio (de 2024).

Bibliografía:

Elena Giné, Carmen Martínez, Carmen Sanz, Cristina Nombela y Fernando de Castro,  “Women neuroscientists in the Cajal School”, Frontiers in Neuroanatomy, 13, 72 (2019), https://doi.org/10.3389/fnana.2019.00072.

Elena Giné Domínguez, Cristina Nombela Otero y Fernando de Castro Soubriet, “Las científicas ‘invisibles’ de la Escuela de Cajal”, Investigación y Ciencia (Cuadernos de Mente y Cerebro), 27 (2020), pp. 28-35. (https://www.investigacionyciencia.es/revistas/cenuadernos/cajal-810/las-cientficas-invisibles-de-la-escuela-de-cajal-19101  ).

Cristina Nombela, E. Fernández-Egea, Elena Giné, Y. Worbe, J. Bereciartu del Río-Hortega y Fernando de Castro, “Women neuroscientists disciples of Pío del Río-Hortega: the Cajal School spreads in Europe and South America”, Frontiers in Neuroanatomy, 15 (2021), 666938, https://doi.org/10.3389/fnana.2021.666938.

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