Gomez-Camarero-Mariano1

Galería

Mariano Gómez Camarero
Toledo.
1889 -
Córdoba.
1938.
Músico.

El 15 de agosto de 1889, en la plaza del Salvador de Toledo, nació Mariano Gómez Camarero, quien en las décadas siguientes se convirtió en uno de los músicos más conocidos y populares de la ciudad en el primer tercio del siglo XX.

Trabajando en la barbería que su padre tenía en el barrio de Santo Tomé, comenzó su aprendizaje musical en la Academia de Santa Cecilia, fundada por el cardenal Sancha dentro de su programa de escuelas nocturnas para obreros, dirigida por el organista Gabriel Melitón Baños. Fue bandurrista en rondallas, cantante y violinista en capillas de música. Formando parte de un sexteto dirigido por Francisco de Borja de San Román, pianista y prolífico investigador toledano, escribió una de sus obras más conocidas: Una noche en Toledo, que posteriormente fue adaptada para banda y estrenada por la de la Academia de Infantería en el patio del Alcázar, monumental edificio que por entonces acogía las enseñanzas militares en la capital.

Cuando tenía quince años consiguió una beca de la Diputación de Toledo (350 pesetas), trasladándose a Madrid para continuar su formación en el Real Conservatorio. Llegó a la capital con tres duros en el bolsillo y un violín, pues dejaba el grueso de la pensión para la economía familiar. Fue alumno del maestro Bretón, autor de piezas tan populares como La verbena de la Paloma. Gómez Camarero compaginó las clases con sus actuaciones como violinista en cafés y distintos teatros madrileños. En 1907 fue nombrado director de la estudiantina “Ciencia y arte”, para la que compuso algunas piezas bailables. Su contrato era de dos pesetas por noche, siempre que la rondalla consiguiese ingresos en sus recorridos por las calles madrileñas.

Concluido su paso por el Conservatorio, en 1912 ganó por concurso la plaza de director de la Banda de Música de Carabanchel Bajo, recién creada. Fue seleccionado entre diecisiete aspirantes.

Con ella, en 1915, obtuvo el primer premio en el concurso de bandas civiles de la provincia de Madrid, imponiéndose a las de Leganés, Colmenar de Oreja y San Martín de Valdeiglesias, en un certamen celebrado en el Parque del Retiro ante una grandísima afluencia de público, que según las crónicas de la época requirió la intervención de las autoridades para poner orden entre el aforo. Esta banda, que estaba considerada como la mejor de la provincia de Madrid, tras la de la capital, estaba formada por entre 30 y 40 miembros, todos ellos obreros.

En 1916 fue nombrado vicepresidente de la sociedad de conciertos “Amigos de la Música de Madrid”, recibiendo numerosos elogios por su actividad en la misma.

En esos años estrenó en el Teatro Martín, de la capital, doce obras de teatro musical (zarzuelas), sumando centenares de representaciones, si bien abandonó el género, “por encontrarme muy quebrado de salud y porque mi carácter no es el más apropiado para la farsa”, declaró años después en un entrevista publicada en el diario toledano El Castellano.

En Carabanchel Bajo contrajo matrimonio con Trinidad Muñoz Grandes, hermana de quien años después sería uno de los generales más destacados de cuantos en julio de 1936 se sublevaron contra el gobierno de la República: Agustín Muñoz Grandes. En 1919 nació el único hijo del matrimonio, Mariano.

El 14 de agosto de 1915, el entonces alcalde de Toledo, Filiberto de Lozoya, dictó un bando comunicando a la población que Gómez Camarero, junto a la banda de Carabanchel, ofrecería un concierto dentro del programa de la Feria y Fiestas en honor de la Virgen del Sagrario, aprovechando tal ocasión para rendirle “el tributo de admiración que merecen sus triunfos”. “El joven Gómez Camarero -decía el regidor toledano- tiene ya bien asentadas las bases de un porvenir brillante y lisonjero, pero una desilusión o un desengaño en los primeros pasos de su artística carrera, quizás pudiera impedir que llegue a ser gloriosa. No seamos nosotros, sus paisanos, los creadores de ese obstáculo; por el contrario, alentémosle con nuestra presencia en el Concierto, estimulémosle con nuestro aplauso, que acaso ese aliento y este estímulo sean el yunque en que se forje esa futura gloria de la que Toledo deberá participar porque la cabrá la honra de haber contribuido a cimentarla por virtud del cariño que revela este homenaje”.

Opositó a la plaza de director de la banda del Hospicio de Madrid, ganándola. Ese fue un antesala de una nueva etapa profesional le llevó en 1925 hasta Córdoba para dirigir su Banda Municipal, con la que ganó varios certámenes nacionales e internacionales, comenzando a ser conocido en toda España como uno de los grandes directores de este tipo de formaciones musicales. Compaginó esta labor con la docencia, siendo profesor del Conservatorio oficial de la ciudad andaluza, impartiendo la cátedra de Composición y Armonía.

En mayo de 1927, y dentro de los actos con los que la ciudad de Córdoba homenajeaba a Luis de Góngora en el su tercer centenario, estrenó su Himno escolar a Góngora, encargado por la Real Academia de Ciencia, Bellas Letras y Nobles Artes. La pieza musicaba a un poeta Benigno Iñiguez, siendo interpretada por todas las orquestas de la ciudad y cuatrocientos niños. En agradecimiento fue nombrado miembro de dicha Real Academia.

Ese mismo año, en Jaén, consiguió que la banda cordobesa se proclamase ganadora del Certamen Nacional de estas formaciones musicales, dotado con un premio de 8.000 pesetas.

En agosto de 1932, junto a la Banda Municipal de Córdoba, fue invitado especial a la Feria y Fiestas de Toledo en honor de la Virgen del Sagrario. Con motivo de esta visita, las formaciones musicales de la ciudad participaron en un gran desfile callejero que transcurrió entre el Hospital de Santa Cruz y el Ayuntamiento. La comitiva iba encabezada por los clarines y timbaleros municipales, a quienes seguían, a caballo, la banda de trompetas de la Academia de Infantería. Tras los discursos de rigor en las Casas Consistoriales, se interpretaron los himnos de Córdoba y Toledo y, todas las bandas juntas, dirigidas por el maestro Emilio Cebrián, el Himno de Riego, que era el oficial de la República.

A raíz del hermanamiento entre las ciudades de Toledo y Toledo-Ohio, primero de los materializados en todo el mundo entre dos municipios, en 1934, su composición Una noche en Toledo se convirtió en su pieza más internacional, siendo incorporada al repertorio de numerosas bandas españolas y de América del Norte y del Sur.

Otras obras suyas fueron A una estrella, Suite (danza y nocturno), Perico el de Aranjuez, El país de las hadas, Andante religioso, Son las dos o Toleitola.

En 1935 fue nombrado “Socio de Honor” del Centro Filarmónico “Eduardo Lucena”, creado en 1878 por este músico cordobés con la finalidad de fomentar “el amor a la cultura, ayudar a la formación cultural y elevación moral del obrero, y llevar el nombre de Córdoba con orgullo por doquier”.

Ese mismo año, y tras la muerte del maestro Ricardo Villa, quien desde 1909 había dirigido la Banda Municipal de Madrid, se barajó su nombre para sustituirle, pero tenía en su contra un hándicap: su invalidez, pues de nacimiento Camarero padecía una cojera en la pierna derecha que le impedía mantenerse mucho tiempo en pie. No obstante, la Asociación Nacional de Directores de bandas civiles le designó como su representante en el tribunal que debía otorgar dicha plaza.

Mariano Gómez Camarero falleció en Córdoba el 10 de febrero de 1938, tras haber sido herido en la Guerra Civil. Tenía 48 años y, además de cuantos méritos se han relatado hasta ahora, era correspondiente de las Academias de Toledo y de Málaga, socio de honor del Orfeón Zaragozano y delegado de la Asociación Nacional de Directores de Bandas en Andalucía.

Su entierro fue solemne, participando en el mismo la banda cordobesa, que interpretó su marcha Patria y religión, dedicada al general Cascajo, defensor de Córdoba durante la Guerra Civil. Fue su obra póstuma. El Ayuntamiento de la ciudad le costeó la sepultura a perpetuidad, situando sobre la misma una lápida reconociendo su aportación a la música cordobesa.

Conocida su muerte, el 19 de febrero los músicos toledanos celebraron un funeral por su alma en la iglesia de Santa Leocadia, con la participación de una orquesta y voces dirigidas por el mayor de la Banda de Música de la Academia de Infantería, maestro Martín Gil.

Tras su muerte, su viuda regresó a Carabanchel, donde falleció en 1976.

Aunque alejado profesionalmente de Toledo, Gómez Camarero mantuvo siempre su contacto personal y musical con la ciudad que le vio nacer. En sus obras de temática toledana se percibe el encanto y embrujo de intrincado dédalo de sus callejuelas, plazas y cobertizos. Durante los años sesenta del pasado siglo XX, era frecuente que dentro de los programas de Semana Santa, el Ayuntamiento de la capital organizase veladas musicales en homenaje a él, así como los maestros Emilio Cebrián y Jacinto Guerrero.

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