“Falleció el sacerdote Mariano Mondéjar Soto”, Diócesis Ciudad Real (1-4-2020). https://www.diocesisciudadreal.es/. Consulta el 10-6-2024.

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Mariano Mondéjar Soto.
Miguelturra (Ciudad Real).
1929 -
Ciudad Real.
2020.
Sacerdote, historiador y poeta.

El 23 de junio de 2019, domingo en que se celebró el Corpus Christi, el sacerdote don Mariano Mondéjar se encuentra en la Residencia de Mayores de Miguelturra, su pueblo natal. Está todavía convaleciente de una enfermedad por la que tuvo que ser ingresado en el Hospital “Santa Bárbara” de Puertollano. Ese día recibe una visita que con toda probabilidad le sorprende. Durante un par de horas, biografiado y biógrafo comparten una amena charla que rescata experiencias y aficiones compartidas. El tiempo vuela. El recuerdo permanece intacto.

Mariano Mondéjar Soto nace en Miguelturra el 17 de abril de 1929 y fallece en el Hospital de Ciudad Real el 1 de abril de 2020, cuando estaba a punto de cumplir 91 años. Era la primera fase de la pandemia de Covid, que contrae como tantos otros ancianos recluidos en residencias, periodo en que se extreman las medidas para evitar la extensión del contagio y muchos residentes mueren sin compañía. Cuando lo trasladan al hospital desde la Residencia de Miguelturra, suplica: “no me dejéis solo, no me dejéis solo”. Su único sobrino, que podría haberlo acompañado, está ingresado en el hospital de Puertollano a causa de la misma enfermedad. La vida encierra paradojas crueles: condena a morir en soledad a alguien que ha ejercido largos años como capellán de hospital y ha asistido a numerosas personas en el trance final.

Su infancia ha de superar múltiples adversidades. La Guerra Civil agrava las circunstancias de una prole numerosa que pierde a sus padres cuando más los necesitan. El sacerdote lo expresa en el prólogo del poemario Con versos a María, que dedica “a Dios Padre bueno y a la Virgen Madre, mis padres, ya que a los míos os los llevasteis presto a vuestro lado en mi más tierna niñez”. Esta confesión no deja de sorprender, porque la figura del biografiado no se encuentra en sus publicaciones, que carecen de datos concretos de su vida. Una breve introducción en uno de sus libros lo califica escuetamente: “es sacerdote y manchego y, en ocasiones, hace versos”. La humildad del autor rechaza las consabidas informaciones en las solapas de sus obras.

Las duras condiciones de la posguerra y la precariedad familiar, al margen de lo que luego calificará como “gran don de la vocación sacerdotal”, orientan su vida hacia el sacerdocio e ingresa en el seminario diocesano de Ciudad Real en 1941, siendo ordenado sacerdote en Barcelona el 31 de mayo de 1952.

Su primer destino pastoral fue en calidad de ecónomo en el pequeño pueblo de Veredas y encargado de La Viñuela y su filial la barriada de la Estación de Brazatortas-Veredas entre los años 1952- 1960. En esta barriada es partícipe de la construcción de la iglesia de la Divina Pastora, cuya primera piedra será colocada por el obispo Emeterio Echeverría en 1952, quedando como testimonio una fotografía del obispo junto a un joven Mariano Mondéjar y un nutrido grupo de habitantes de la aldea que celebra gozoso el acto. Al año siguiente será el gobernador civil, José María del Moral, quien acuda a la barriada para inaugurar la casa parroquial, en otro acontecimiento multitudinario. Finalmente, el primer oficio en esta iglesia tiene lugar en 1959 y la inauguración oficial en 1960, episodios en los que nuestro sacerdote ejerce de anfitrión.

Desde 1960 a 1963 fue coadjutor del Santo Cristo de las Minas en la barriada Asdrúbal de Puertollano y desde 1963 a 1972 fue coadjutor de esta parroquia. Se trata de una barriada minera que vivió en primera persona las consecuencias catastróficas de una crecida del río Ojailén que afectó también al cercano Muelle de María Isabel. Para paliar las condiciones calamitosas de los damnificados de las barriadas, el sacerdote Pedro Muñoz Fernández, creador de la emisora Radio Popular de Puertollano, puso en marcha la llamada Operación Mina en 1961 con el objetivo de recaudar dinero. Fue un hecho histórico local que Mariano Mondéjar vivió en primera persona ya que recibió en su pequeña iglesia la visita de la imagen de la Virgen de Gracia, patrona de la ciudad, llevada en peregrinación por la cuenca minera el 19 de noviembre del mencionado año. No obstante, la misa solemne en la iglesia donde ejercía nuestro sacerdote no fue oficiada, como cabía esperar, por el mismo ya que impuso su autoridad el arcipreste de la ciudad, José María Gómez. Dado el carácter del humilde titular de la barriada, puede darse por seguro que aceptaría la imposición sin protestar.

En 1972 fue nombrado ecónomo de la parroquia de la Asunción de Puertollano cargo en el que permaneció hasta 1984 en el que se le nombró párroco hasta 1986. Al mismo tiempo, entre 1979 y 1984 se encargó de la iglesia de la pedanía del Retamar, donde fue párroco entre 1984 y 1986. En 1986 ejerce como capellán del Hospital “Santa Bárbara” de Puertollano, a la vez que colabora con la parroquia de la Virgen de Gracia. Ejercer de capellán en un hospital requiere dotes especiales para acompañar y alentar a los enfermo y empatía para ponerse en el lugar del doliente. Y no digamos del moribundo, que ansía una voz y una mano caritativas para cruzar el umbral de la vida. Justamente aquello de lo que careció el capellán en sus postrimerías.

Por tanto, tras un periplo de veinte años por pequeñas poblaciones de la provincia y una barriada de Puertollano, recala en el centro de la ciudad y comienza su labor como investigador histórico y poeta. Su calidad literaria en uno y otro cometido y su temperamento bondadoso y afable, que cala en amplios círculos sociales y culturales, le proporcionan el honor de ser elegido pregonero de la Feria de Mayo en 1993. Su pregón, pronunciado en Multicines Ortega, fue un documentado compendio de datos históricos acerca de la población que lo ha acogido y una puesta en valor de sus tradiciones, que culmina con un canto lírico en honor de la patrona de la ciudad, la Virgen de Gracia, a la que ese mismo año ha dedicado un poemario.

Su labor de investigador histórico se inicia con la obra Breve historia de Puertollano, publicada en 1977, que tiene una segunda edición en 1992 con una nota preliminar del autor donde acepta de buen grado la calificación que el historiador de Puertollano, José Domingo Delgado Bedmar, asigna a la obra: “pionera a pesar de sus limitaciones”. Acto seguido, el autor indica que ofrenda la obra “al pueblo llano y sencillo, y a los alumnos y escolares del mismo”. La cualidad de pionera es indudable, convirtiéndose en obra de referencia para indagar en la historia local hasta que en 2014 se publica Historia de Puertollano por parte de la Fundación Repsol, con las aportaciones de cinco historiadores locales.

La obra recorre la historia de la ciudad -el autor se refiere de continuo a “nuestro pueblo”- desde las dominaciones romana y árabe hasta nuestros días. Efectúa una acertada selección de los episodios más reseñables de la historia local: la fundación de Puertollano (mediante la Concordia de 1245 entre el prelado de Toledo, don Rodrigo Ximénez de Rada y el maestre de Calatrava, don Fernando Ordóñez), el origen del Santo Voto (promesa hecha por la población para librarse de la peste negra de 1348, celebración que permanece vigente), la etapa de la fabricación de paños, un interesante estudio acerca de las principales iglesias, las características de la emblemática Fuente Agria, el origen de las minas de carbón (que multiplica la población y le proporciona seña de identidad) y una nómina de personajes célebres naturales del lugar a lo largo de la historia. Una adenda cierra la investigación con la cronología de los hechos más relevantes desde el año 64 hasta 1991.

En 1978 publica su segunda obra histórica, ahora referida a su localidad natal: Miguelturra. Historia y Tradición. En su línea acostumbrada, el autor rechaza el papel de historiador avezado. “Después de un detenido estudio, aunque no profundo…he podido deducir las presentes, creo que coherentes, conclusiones…” Corrobora su inalterable humildad que en el epílogo de la obra confiese “que mi intención haya sido, por tanto, sencilla y modesta a la par. La de presentar algo así como ´un catoncillo elemental´ entresacado pacientemente de historias, legajos y tradiciones”.

El contenido de la obra, siguiendo la estela de la predecesora dedicada a Puertollano, repasa con datos interesantes para cualquier nivel de lector los jalones esenciales de su pueblo de nacimiento. Así, alude a la histórica “Batalla de las Malas Tardes” acaecida en 1322 entre caballeros de la Orden de Calatrava, originarios de Miguelturra, contra las huestes realengas de Villarreal, actual Ciudad Real. También se hace eco de la leyenda de la “Cruz de los Casados”, asimismo consecuencia de la enconada rivalidad entre realengos y calatravos. Un popular apéndice de la irreductible rivalidad alude a los apodos, que no gentilicios, de culipardos (ciudadrealeños) y churriegos (miguelturreños), consecuencia el primero de las calzas pardas que vestían los soldados realengos o de la Santa Hermandad, y el segundo por ser considerados, a semejanza de la expresión “churro”, como cosa tosca y mal hecha. Ambos apodos mantienen su uso, ahora en términos amistosos.

En la vertiente poética, es autor de una nómina de títulos que desgranan versos sencillos, de lograda métrica y de una hondura religiosa y humana que enternece la sensibilidad del lector. En su etapa juvenil publicó el poemario Tebeth o el poema de la luz nueva con el que obtuvo el primer premio del certamen nacional del Cuarto Centenario de Santo Tomás de Villanueva. Sus primeras obras Casi a flor de labio y Breviario íntimo las agrupa, con el añadido de Romances y otros versos en Antología inicial, publicada en 1991. Le siguen Nuestra Señora de Gracia en 1993; Con versos a María, en 2002; Canciones de la otra Navidad, en 2002; y Veinte poemas a la Virgen de Gracia, Señora del Voto, en 2015.

En Breviario íntimo encontramos, como premonición del motivo de su muerte, el poema titulado “La gripe”, del que entresacamos estos versos: “Sé que soy, porque amo. / Porque puedo darme más y más… Bienvenida seas, gripe hermana, / porque, en la enfermedad, / comprendo cómo el dolor humano / es gozosamente fecundo”.

Otra muestra de su maestría es este delicioso poema en modo de villancico: “Angelitos del alba / decid requiebros / que del Oriente nos llega / el Rey del Cielo / Se hace cuna la noche / las pajas heno / y un villancico grita / Paz en el suelo / Pastorcillos del llano / venid al puerto / que ha nacido el que salva / almas y cuerpos”. Es digna de valorar la sutileza con la que el autor ubica el villancico en una ciudad dotada de llano y puerto. Las dos verdades que definen a su localidad de adopción.

La despedida invariable de Séneca al final de cada carta de las “Epístolas morales a Lucilio” es “Consérvate bueno”. Mariano Mondéjar cumplió perfectamente esta exhortación. Por encima de cualquier otro mérito -y tuvo muchos en su vida- prevalecía su imagen de bondad, que derramaba en toda circunstancia y ante toda concurrencia. Hasta tal punto que hubo personas cercanas que en lugar de anteponer a su nombre de pila el “don” de tratamiento respetuoso, anteponía el “san” de reverencia ganada a pulso. Nada más natural y auténtico que el dictamen de la buena gente.

La Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla-La Mancha se enorgullece de presentar el Diccionario Biográfico de CLM, una iniciativa destinada a honrar y difundir la vida y obra de figuras destacadas de nuestra región en diversos ámbitos.

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