Subraya Manuela Marín en el magnífico estudio preliminar a la edición de La Lámpara de los Príncipes -editada por el IEA y del que vamos a extraer en gran medida la información para esta biografía- que es necesario entender el perfil de investigador y estudioso de Alarcón Santón en el marco del gran proyecto humanístico e intelectual que fue la Escuela de Arabistas Españoles a la que perteneció. Su generosa dedicación a las tareas colectivas de la escuela y su interés por recuperar y traducir textos árabes de la Historia Medieval de la península ibérica, junto a la calidad científica de sus trabajos, hacen que sus publicaciones tengan vigencia hoy y que su contribución a este esfuerzo colectivo por dar a conocer la producción escrita en árabe por los andalusíes siga siendo de referencia ineludible para los estudios actuales.
Su muerte -con sólo 53 años- coincidió con la aparición del primer número de la Revista Al-Andalus (órgano oficial de los arabistas) y en aquel primer número su maestro Miguel Asín publicaba una necrológica del alumno – ya del amigo- “hombre de equipos, maestro generoso, trabajador paciente y apasionado, enemigo de la notoriedad”
De su infancia y juventud tenemos detalles significativos gracias a las cartas de su paisano, amigo y compañero Tomás Navarro Tomás (Cartas familiares de Tomás Navarro Tomás: la Infancia revivida; editadas por Emilia Cortés Ibáñez en la revista Al Basit XXXII .2008 pp115-197). Escribe que Agustín -así lo llamaban sus familiares y amigos- nació en La Roda el 21 de diciembre de 1880. Su padre era sacristán y organista de la Iglesia y profesor de piano e inculcó su vocación musical a toda la familia. Así es que el joven Alarcón manejaba el violín con destreza. La música y la literatura y una importante afición al billar conformaron su educación en La Roda en las largas veladas del verano.
Al licenciarse en la Universidad de Barcelona con premio extraordinario recibió los 71 volúmenes de la Colección de Autores españoles de Rivadeneyra y -comenta Navarro Tomás- los dos amigos se aplicaron con fruición a su lectura; fue así como descubrieron a los clásicos. Estas largas y productivas tardes de literatura, música y billar le facilitarían luego la complicidad con sus maestros arabistas.
En 1904 llega el año de continuar estudios en Madrid. Para Alarcón es un paso necesario ya que la de la capital era la única Universidad de España que otorgaba doctorados. También era en Madrid donde se concedían las cátedras, subvenciones y premios académicos. Llegar a Madrid era pues el camino.
Fue su formación clásica en Humanidades (su saber fundacional) y su enorme afición musical quienes le abrieron la puerta a los estudios árabes; se acercó así a la Escuela de los Arabistas españoles, presidida por Julián Ribera (muy interesado por la música medieval andalusí) y, por consejo de Navarro Tomás, a las clases de D. Miguel Asín con quien muy pronto adquirió el dominio de la lengua. En aquellos primeros años del siglo XX la traducción es el objetivo primordial de los arabistas –“arabistas prácticos”-para estudiar el pasado islámico peninsular. De este modo las destrezas de Alarcón van dirigidas a interpretar textos.
En 1908 lee su tesis doctoral “La Guerra de Tetuán según un historiador marroquí contemporáneo” que no se publicaría hasta 1920 y en ella Alarcón defiende que el conocimiento de la lengua árabe servirá para entender el alma de Marruecos.
Colabora en la Catalogación de la Colección de manuscritos árabes y Aljamiados bajo la dirección de J. Ribera y M. Asín.
En 1915, participa en la edición de otro manuscrito La Takmila (una de las obras cumbre del género biográfico andalusí, procedente de El Cairo, con “Carta de Abenaboo en árabe granadino. Estudio dialectal”. En este trabajo se descubre ya su interés por las variantes dialectales del árabe. Sus apuntes son pioneros para la dialectología.
Pensionado por la JAE entre Julio y octubre de 1910 vive y estudia en Larache el árabe marroquí y recoge textos dialectales que publicará en el Centro de Estudios Históricos en 1913 como “Textos árabes en dialecto vulgar de Larache. Publicación, transcripción y glosario”. Son textos tomados de oído, testimonios riquísimos del árabe hablado que sus informantes le ofrecían en su hablar coloquial.
En 1916 una segunda estancia en Marruecos -esta vez en Tetuán- no fue suficiente para concluir su proyecto de Diccionario Geográfico Marroquí que, junto a una Compilación de Cuentos populares de Tetuán no llegaría a ver la luz.
En aquella época apenas había cátedras de árabe en la Universidad, pero en 1907 se crearon por Real Decreto en las Escuelas de Comercio de Barcelona, Málaga, Cádiz… aunque no tenían el mismo prestigio eran una opción interesante. En 1911 Alarcón gana la Primera cátedra de Árabe Vulgar en la Escuela de Comercio de Málaga y enseguida en 1912 ocupa una plaza similar en Barcelona (son años de una intensa actividad investigadora centrada en el Archivo de la corona de Aragón). Permanece allí hasta 1922 cuando consigue la ansiada Cátedra Universitaria de la facultad de letras de Granada.
Aunque Granada era la meta deseada accede a la petición de sus maestros y permuta esta plaza con un compañero (a esa “generosidad en sus renuncias” aludirá Miguel Asín cuando se refiere a la gran amistad humana que les unía). La permuta lo convierte por unos años en profesor de Árabe y Hebreo en Salamanca.
1927 será un año importante: gana la cátedra de hebreo en Barcelona y sabemos también, por las cartas que el propio Alarcón dirige a sus compañeros arabistas Rubio y Asín, que contrae matrimonio también en la capital catalana.
Otra permuta universitaria lo traerá de vuelta a Madrid pero ya sin apenas tiempo para avanzar en sus proyectos pues falleció el 6 de febrero de 1933.
Otras publicaciones importantes
- Documentos Árabes Diplomáticos del Archivo de la Corona de Aragón. Junto a Ramón García de Linares. Publicación póstuma en 1940. Un conjunto de 161 documentos: tratados de paz, cartas de cortesía de visires y sultanes; detalles de la vida de los comerciantes aragoneses y catalanes en el Mediterráneo musulmán.
- “Precedentes islámicos de la fonética moderna” en Homenaje a Menéndez Pidal. 1925.
- La Lámpara de los príncipes de Abubéquer de Tortosa. Traducción española de Maximiliano Alarcón, catedrático de lengua arábiga en la Universidad de Barcelona. Madrid MCMXXX. Fue su proyecto más ambicioso y alcanzó gran popularidad porque contiene anécdotas, relatos breves, sentencias ejemplares. Está reeditada en 2010 por el Instituto de Estudios Albacetenses.
Interesantísimas son sus reflexiones y apuntes sobre lo que ha de ser una traducción: “ El empeño capital del traductor es entender lo que el autor árabe ha querido decir y a continuación expresarlo en español legible”. Su traducción de La Lámpara de los Príncipes fue un trabajo costoso que le llevó muchos años, no sólo por trasladar de lengua ajena sino por la abundancia de referencias culturales tan desconocidas.
Traductor laborioso e impecable para acercar las ideas, el sentido y acaso la esencia de la cultura árabe a los lectores españoles, iniciador de los estudios de dialectología y fonética…No se nos ocurre mejor homenaje a este eminente arabista y profesor, que fue además un enamorado de su tierra, que el hecho de que hayan puesto su nombre -con el rango de su carrera- Doctor Alarcón Santón a uno de los Institutos de su ciudad, La Roda, la tierra blanca en donde nació; vivió su infancia y adolescencia; hizo amigos fundacionales como Tomás Navarro Tomás y adonde regresaba siempre que podía.
Para muchos hoy el “doctor Alarcón Santón” es un instituto de Enseñanza Secundaria de La Roda por el que han pasado -en sus más de 50 años- muchos alumnos y profesores. Ahora esta entrada en el Diccionario de nombres ilustres reivindica su figura y reconoce a un hombre eminente y humilde que no quería que se mencionaran sus méritos ni buscaba honores. Una persona sensible, inteligente y modesta con gran capacidad de trabajo y dedicación, fiel a sus amigos. Tradicional y con sentido de arraigo pero receptivo a las novedades, constante, paciente, entrenado en superar las dificultades desde niño cuando una grave enfermedad dejó en su cuerpo secuelas visibles que le complicaban la vida pero que nunca le acomplejaron ni rindieron.