Galería

Miguel Zapata Tellechea
Cuenca.
1940 -
Madrid.
2014.
Escultor y pintor.

Miguel Zapata nace en el año 1940, en Cuenca, en el barrio de la Alameda de Santa Ana: “…nací en el barrio de la Alameda de Santa Ana. Entonces Cuenca terminaba en el puente de la vía del tren, en la carretera de La Almarcha… cerca de la plaza de toros…” (Entrevista telefónica realizada el 22-2-2013 por María Jesús García Rojas). Fallece en Madrid, el 3 de febrero de 2014, después de toda una vida dedicada al arte. El niño Miguel ya desde muy pequeño mostraba un desarrollo del área espacial de su cerebro, lo que hace que tenga una inclinación hacia lo visual y lo artístico: “…en párvulos ya dibujaba, y lo que hacía le gustaba a la maestra…” y es que el dibujo tiene una atracción bastante grande en el niño.

Desarrolla su juventud en Cuenca, y al finalizar el bachillerato de letras, el joven ya apunta una inclinación a las humanidades, que serán recurrentes en su vida, viaja a Madrid para comenzar sus estudios de Derecho, sin embargo, en el año 1957 los abandona, ya que, según él, fue inducido por sus padres, pero no realizó esa elección. En ese mismo momento se presenta al concurso para pintar las pechinas de la Iglesia de la Merced de Huete (Cuenca), consigue el encargo.

Al poco tiempo, una vez terminado su trabajo en Huete se trasladará a Madrid, en donde hace ilustraciones para la editorial Aguilar. En el año 1959 realiza una exposición en la galería Machetti de Cuenca, ese año obtendrá el Premio Sésamo de pintura. Después vendrán sus viajes por salas municipales de diferentes capitales de España, en donde la crítica siempre es favorable: “…por debajo de los manchones se adivina una extraña sensación de perplejidad religiosa agitada por un impreciso torbellino de inquietudes sociales….”, según A. M. Muñoz Marquina (“Provincia de Cuenca”, Historia del Arte de Castilla-La Mancha en el siglo XX, JCCM, 2001, p. 429). Trabaja en Madrid para el decorador y figurinista Víctor María Cortezo, colaborando con sus dibujos en múltiples montajes de teatro: La Numancia (en el Teatro Romano de Mérida (Badajoz), La Loca de Caillot (En el María Guerrero), Las salvajes de Puente de San Gil (Eslava)…, etcétera.

En la década de los sesenta viaja a Barcelona. Allí comparte estudio con Julián Pacheco, pintor y amigo de Cuenca. Con tan solo veinte años se rodea de un grupo de jóvenes artistas (Julián Pacheco, Raúl del Pozo, Eugenio Kurakin, Paco el fotógrafo, Merchante…). En donde la vida bohemia y su juventud en Barcelona, harán que esos años sean inolvidables para el artista. Durante este tiempo trabajará para la editorial Aguilar.

En el año 1963 realiza su primera exposición en Madrid, será en la librería de Carmina Abril, de la calle del Arenal, centro intelectual, en cuya trastienda se celebran exposiciones y conferencias, allí conoce a Vicente Aleixandre, a Carlos Antonio Arean, a José de Castro Arines, y a Antonio Gala. Al término de la misma, viaja a París, y sin saberlo este viaje será muy significativo en su vida, quizás por su juventud, o tal vez por su sensibilidad, allí conoce a exiliados españoles y conoce una verdad que en España era totalmente desconocida. En París colabora con el teatro independiente La Carraca donde diseña escenografía y vestuarios para montajes que se realizan en el teatro Aux Tríos Baudes cedido por el Ministére de Travail et Culture. Allí trabaja con Paco Ibáñez, Serrat, Luis Cilia, Ismael…, etcétera.

En el año 1968 vuelve a su ciudad natal, su mente está confusa, muchas han sido las experiencias que ha vivido en los últimos años, ahora necesita reposarlas. Comienza de nuevo su vida de estudiante, en este caso, se inclina por la medicina, a la par dibuja para la Cátedra de Anatomía Patológica. También funda, junto a unos familiares una academia -Academia Labor- donde imparte clases nocturnas de preparación al bachillerato. En estos momentos interviene activamente en la vida política universitaria, por lo que es detenido y expedientado.

De nuevo vuelve a Cuenca, organiza una exposición en la Casa de la Cultura y comienza una actividad artística que le permite comprarse una casa sobre la hoz del río Júcar. En ella su expresión artística es en forma de pinturas de gran tamaño, en los que el gran formato no es solo el protagonista, sino que también los materiales extrapictóricos entran en juego en su estilo. La materia, la textura, pero no tímidamente, sino con emplastes recordando los bajos relieves, como apunta Jesús Fernández Santos (Zapata, texto de presentación en la Galería Juana Mordó en el año 1979): “…este sentido trágico que carga de rigor expresivo materiales de desecho en la vida real es lo que da carácter original al nuevo paso que aquí se nos ofrece, nuevo modo de formular una pintura verdadera, enraizada en lo eterno y tradicional, capaz de apuntar a un tiempo a una ruptura en la forma y a una ortodoxia en lo que al tema toca, capaz de animar por una u otra razón las muertas cuando no mimetizadas aguas de la pintura mas actual española”.

En el año 1983, con la galería Juana Mordó, se presenta a ARTENDER´83 en Bilbao, allí Francisco Calvo Serraller dice (“Las imágenes rasgadas de Miguel Zapata”, El País, 11-6-1983): “Miguel Zapata ha desarrollado seriamente su trabajo al margen de los circuitos y gustos de moda, con lo que se refuerza el valor de este encuentro, que nos sacude de la modorra de lo más inmediatamente predecible. Miguel Zapata realiza una figuración expresionista que conecta, por un lado, con la rica tradición del informalismo matérico español, lo que le permite sacar partido a la pintura como relieve animado, lleno de incidencias, y, por otro desarrolla el mundo de imágenes personales que viven en la tensión trágica de un sentimiento ambivalente- de fascinación y repulsa ante ciertos estereotipos del pasado artístico -Tachadura y Exorcismo. Reproduce a base de materiales blandos y maleables algunas obras de arte consideradas maestras y desgarra su superficie con un gestualismo bronco, mitad tachadura y mitad exorcismo. Las interpretaciones de estos signos rituales son múltiples: reacción frente a la fetichización del arte frente a la estereotipación normativa del estilo, frente al uso social del prestigio artístico como factor ideológico, etc. Mas, a través de toda esta cadena reactiva se produce también una acción liberadora, descontaminante, que subraya Miguel Zapata involucrándose subjetivamente con todos sus fantasmas personales en la denuncia”.

La década de los 80 será decisiva para Miguel Zapata, asistirá a la Feria Internacional ARCO, con la galería Varrón de Salamanca, allí Alejandro Sales le ofrece mostrar su obra en galería Arteunido de Barcelona y la Junta de Castilla-La Mancha le propone una exposición itinerante por las cinco provincias de la Región. En la obra de Zapata hay siempre una estructura que subyace. Surge la idea, la cual forma parte de todo su universo, comienza su proyección, su volumen, sus perspectivas, como manifiesta en la citada entrevista telefónica “…La composición, siempre espesa y maciza, los colores planos, la materia como fundamental. A partir de ahí, comienza la lucha por eliminar todo lo superfluo, lo que sobre, es una obsesión minuciosa que me lleva a eliminar todo lo que no es necesario, siempre vigilando que el resultado aporte el mensaje que quiero, es como la sintaxis, tiene que existir lo principal –el sujeto, el verbo, los complementos-, pero, ¿hasta qué punto se puede prescindir de cualquier elemento? Esa es la lucha, suprimir el máximo de elementos y que no se pierda la semántica…” (imagen 2).

En el año 1986 su obra viaja a EE UU. El artista lleva 62 pinturas, desde entonces Miguel Zapata pasa grandes temporadas en Dallas (Texas), allí el Meadows Museum pondrá a disposición del artista un estudio en donde impartirá clases a estudiantes de Bellas Artes, niños. Pronunciará conferencias en la Universidad de Texas, en la de Fort Worth, en la de Autin de Nacogdoches. El mismo Museo adquiere una de las obras expuestas para su colección permanente. En junio del 87 participa en la exposición Maestros Grabadores Españoles 1488-1987, que bajo el patrocinio del Cónsul General de España y Mrs Nell Iperifanos se inaugura en la Carminel Gallery de Nueva York. Su obra se expone en las mejores galerías de España y en las de América. Trabajará con la Adams Middelton Gallery y con esta viaja por toda América del Norte. En 1991, durante una estancia en Madrid, Santiago Martín, de la Galería Varrón de Salamanca, le ofrece asistir a la Feria de Tokio y Miguel Zapata acepta.

La década de los 90 se presenta sugerente, con el bagaje que supone haber mostrado su obra en medio mundo, aborda proyectos como Fray Luis de León en Belmonte, El Quijote para Mota del Cuervo (Cuenca), Alfonso VIII para los jardines de la Diputación conquense (imagen 3); Las puertas de acceso a la Iglesia del Salvador (imagen 4) de Cuenca; El Quijote en Mota del Cuervo (Cuenca).

En Nueva York, la Hispanic Society of América, ha decidido ampliar sus pabellones de pintura. En la fecha de la fundación presidía la sala de pinturas un magnífico retrato de Alfonso XIII realizado por Sorolla. Tienen la intención de que el nuevo pabellón esté presidido por el rey Juan Carlos I (imagen 5). Encargan su realización a Miguel Zapata quien emprende el trabajo bajo el patrocinio de la Diputación de Cuenca. El Rey posa durante cinco sesiones en el Palacio de la Zarzuela y al parecer mantienen conversaciones salpicadas de divertidas anécdotas. Todos los dibujos previos y el retrato final son expuestos, antes de su definitivo viaje a América, en las salas que la Diputación de Cuenca tiene en las antiguas Escuelas Aguirre. Del molde del original se hacen tres réplicas en bronce; para el Ayuntamiento de San Clemente, para la Diputación Provincial de Cuenca y más tarde otro para el hall del nuevo Meadows Museum que se está construyendo en el Campus de la Universidad en Dallas, a cuya inauguración asistirán los reyes en el 2001 (Luis Ayllón, enviado especial, “Los reyes inauguraron el museo Meadows, ‘el Prado de Texas’”, ABC cultural, 31-3-2001).

Miguel Zapata Tellechea es un creativo que se ha expresado a través de diferentes artes: dibujo, pintura, escultura…, siempre con la influencia visual y emocional de su Cuenca natal, tatuada en sus retinas, así como en su amígdala. En estas primeras experiencias, el niño y el joven, ha absorbido cada detalle de sus hábitos y horizontes paisajísticos iniciales y resurgen en sus manifestaciones artísticas como añoranza de la nobleza caballeresca de sus orígenes. A su vez, presenta una dualidad que convive en armonía con la anterior y que le proyecta dentro del arte más rompedor de su época, en el que se observa su influjo de París, de Madrid, de Barcelona y de todo lo que ha vivido en su juventud. Estas dos partes de un mismo yo, el del artista, nos aporta un creativo dentro de la figuración expresionistas, con una gran influencia del informalismo matérico y cromático de los años cincuenta y sesenta que se desarrolló en España, todo ello aporta una obra sobria, elegante, estética, equilibrada y muy aplaudida por la crítica.

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