estenaga-y-echevarria
Narciso de Estenaga y Echevarría
Logroño.
1882 -
Ciudad Real.
1936.
Sacerdote y Obispo.

Narciso de Estenaga y Echevarría nació el 29 de octubre de 1882, siendo el único varón de cuatro hermanos. De ascendencia alavesa, pertenecía a una familia de hidalgos pobres. Huérfano a los once años, por recomendación de la fundadora de las Siervas de Jesús, fue acogido por el canónigo de Toledo, don Joaquín de la Madrid Arespacochaga, quien había fundado el Colegio del Sagrado Corazón y de María Inmaculada para atención de huérfanos y pobres. Posteriormente, pasó al Seminario de Toledo, donde obtuvo sucesivamente los diferentes grados hasta el doctorado en Teología, el 15 de junio de 1904. También obtendría el de Licenciado en Derecho Canónico, el 25 de junio de 1906. Terminados los estudios, fue nombrado profesor de latín en el Seminario de Toledo. Con el tiempo, sería incorporado al Colegio de Doctores de la Facultad de Sagrada Teología de la Universidad Pontificia de esa ciudad. Ordenado sacerdote el 15 de diciembre de 1907 y nombrado canónigo de la catedral, sería promovido por la Corona a Deán del Cabildo, el 19 de febrero de 1917. En esta primera etapa de su vida, la figura de don Narciso se presenta como la de un hombre de estudio y un investigador en diversos archivos, así como miembro de diferentes academias, como la Real Academia de la Historia y un conferenciante de prestigio. Fruto de sus investigaciones sería la publicación de sus dos gruesos volúmenes sobre el Cardenal Aragón, así como de otros artículos en revistas especializadas. 

Al quedar vacante el Obispado Priorato por traslado de monseñor Javier Irastorza, el nombramiento del nuevo Obispo-Prior correspondía al Rey según la bula Ad Apostolicam, -bula por la que se erigió el Obispado-Priorato, el 17 de noviembre de 1875-. La Gaceta de Madrid, de 8 de diciembre de 1922, publicaba que Alfonso XIII encargaba a su embajador ante la Santa Sede que llevase a cabo las gestiones necesarias para la promoción episcopal de don Narciso de Estenaga para dicha sede. Así se nombraría oficialmente, el 30 de abril de 1923. Al ser preconizado Obispo Prior, fue también cruzado caballero de la Orden Militar de Santiago. La consagración episcopal tuvo lugar en Madrid, el 22 de julio en la basílica de la Virgen Milagrosa, de los Padres Paúles. El 12 agosto de 1923 tomaba posesión del Obispado Priorato.

De una mirada de conjunto a las fuentes de que disponemos se deduce que su actividad como pastor, durante los trece años que estuvo al frente de la diócesis-priorato de Ciudad Real, intentó dar una respuesta a los problemas y necesidades de la misma, de la que llegó a adquirir un conocimiento muy detallado a través de las diferentes Visitas Pastorales que giró a casi todos los pueblos que la integraban y a cuyo menester dedicaba, por lo general, la primavera y el otoño de cada año, abarcando todos los ambientes y sectores, como él mismo reconoce: «allá donde hubiese una manifestación de vida espiritual, allá me tuvieron. La Cruz Roja, el Hospital, los colegios, hasta las mismas entrañas de la mina, hasta los mismos que duermen el sueño de la paz en el seno de la tierra». A él se debe la reorganización territorial de los arciprestazgos que hizo muy en los comienzos de su pontificado, mediante decreto de 2 de febrero de 1925, aumentando su número hasta 18, que habían de comprender, como media, unas 7 parroquias cada uno. 

Pero, como es obvio, su actividad pastoral estuvo muy condicionada por la circunstancia política. El pontificado de Estenaga se inició en el Obispado-Priorato casi en simultaneidad a la proclamación de la Dictadura de Primo de Rivera. Aunque no se significó especialmente en el ámbito político, se constata, sin embargo, cómo Estenaga no vivió la Dictadura como un cambio de régimen, sino como un cambio de gobierno dentro de la Monarquía. Por eso su actividad pastoral sigue básicamente las tradiciones heredadas buscando intensificar la piedad eucarística, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, la devoción al Papa, el espíritu franciscano, (pertenecía a la Orden Tercera de los franciscanos), la cuestión misionera, la santificación de los sacerdotes, las vocaciones sacerdotales, la causa de canonización del Beato Juan de Ávila, la instrucción catequística… Esta circunstancia cambió radicalmente con la proclamación de la II República, el 14 de abril de 1931, régimen que don Narciso, aunque de profundas convicciones monárquicas, acató públicamente y recomendó a todo el clero y a sus diocesanos obedecer a las nuevas autoridades legítimamente constituidas. Pero los acentos de su actividad pastoral necesariamente debieron ser otros, poniendo todas sus energías al servicio de la acomodación de la Iglesia diocesana a las nuevas circunstancias políticas, e intentando paliar los efectos que la legislación republicana producía en la vida y en la conciencia católica. 

Aun a riesgo de simplificar excesivamente una rica actividad, se destacan tres ámbitos principales que muestran también sus centros de interés. 

1) El catequético. Cuando por decreto del Ministerio de Instrucción Pública de 6 de mayo de 1931 se suprimió la enseñanza obligatoria de la religión en las escuelas, Estenaga organizó la Junta Central de la Doctrina Cristiana, integrada en el Secretariado General Diocesano de Instrucción Catequística, encargada de llevar las tareas catequísticas de las parroquias, facilitando medios adecuados para la enseñanza religiosa. Asimismo, fomentó la actividad de la Asociación de Padres de Familia en toda la diócesis para hacerse presentes desde su pensamiento católico en el ámbito educativo. También estimuló activamente, a través de su secretario particular, don Julio Melgar, -martirizado junto a él-, la Federación de Estudiantes Católicos, muy activa y entusiasta en la capital, sobre todo gracias a la actividad de los jóvenes de la Acción Católica que realizaron un acto público para darse a conocer entre los estudiantes de Ciudad Real, el 7 de abril de 1932, aunque su presentación oficial no tendría lugar hasta el 5 de junio del mismo año, en un acto en el que se hicieron presentes todas las asociaciones católicas de la diócesis, A partir de entonces, comenzó a extenderse por todos los centros educativos de la provincia, sirviéndose, como medio de difusión del diario El Pueblo Manchego. 

2) El económico. La supresión de la dotación para el culto y clero por parte del gobierno motivó una intensa campaña de mentalización de los católicos con la obligación de sostener económicamente a la Iglesia, fruto de la cual sería la reorganización de esta dimensión en la diócesis. Promulgada el 27 de enero de 1933, su «base primordial y la médula o espíritu como si dijéramos del proyectado plan no podían ser otros que la cristiana solidaridad con que los organismos y las parroquias mayores y, por consiguiente, más capaces habían de acudir en fraternal comunión de medios materiales y recursos económicos, al auxilio y caritativo sostén de los inferiores y más pobres». Era un principio muy novedoso en la práctica eclesial de la época, como también lo era la consideración de Estenaga en la recomendación de contribuir al reparto equitativo de los bienes. Por eso, no podía nadie, individuo o colectividad, eximirse de aprontar su ayuda, colaboración y sacrificio, pues si bien «no es racional ni posible igualar a todos económicamente, sería una contradicción y hasta un verdadero escándalo que algunos resultasen ahora en posición más ventajosa cuando la inmensa mayoría gime en la penuria y en la escasez rayanas en la indigencia»

3) La Acción Católica. Pero es sobre todo en la promoción de la Acción Católica, donde don Narciso no escatimó esfuerzos. Aunque era un movimiento católico que ya existía en Ciudad Real, el verdadero punto de inflexión fue la presencia en la diócesis de los principales dirigentes nacionales, especialmente a don Ángel Herrera Oria, presidente nacional de la A.C. Él, junto a Pedro Cantero, del Consejo Central de la Juventud Católica de España, el padre Enrique Herrera Oria y María de Madariaga, presidenta nacional de las Organizaciones Católicas juveniles femeninas, realizarían actos de promoción en diferentes pueblos, cuyo resultado sería el rápido establecimiento de este movimiento en todas las parroquias, de tal manera que puede decirse que la presencia pública de la Iglesia durante el periodo republicano llegó allí donde llegó la Acción Católica. Fue un movimiento muy activo en todos los ámbitos que le eran propios, organizando actos multitudinarios (entregas de banderas, comuniones generales, presencia pública en los diferentes ambientes), haciendo frente a las objeciones y dificultades que encontraban en su apostolado por parte de determinados grupos extremistas. Por iniciativa de Estenaga, desde el 1 de marzo de 1934, comenzó a publicarse el Boletín de la Acción Católica que llegaría a alcanzar una tirada de 2.000 ejemplares que se distribuían por toda la diócesis y que, con una periodicidad quincenal, estaría en vigor hasta julio de 1936 constituyendo un eficaz órgano de comunicación entre los afiliados a este movimiento y una valiosa fuente de información para conocer su historia. 

A don Narciso le tocaron vivir tiempos difíciles, sobre todo en los últimos años, pero supo hacer frente a ellos con decisión, coronando su labor apostólica con el supremo testimonio del pastor al dar la propia vida por sus ovejas. Para conocer las circunstancias de su muerte la principal fuente de información de que disponemos son las Actas del proceso de beatificación del Siervo de Dios Narciso Estenaga Echevarría, obispo-prior de las Órdenes Militares. Es de este documento del que hacemos una apretada síntesis siguiendo las declaraciones de los testigos oculares. El secretario del Gobierno Civil en 1936, Antonio Sánchez Santillana, relata cómo hizo una visita al palacio Episcopal el 18 de julio de 1936 sobre las dos de la tarde para ofrecerle a don Narciso la posibilidad de abandonar la ciudad, ofrecimiento que rechazó por dos veces: «mi puesto está aquí, mi puesto está aquí». A partir del 21 o 22 de julio, quedó confinado en palacio, donde aún recibiría la visita de un mando de la Guardia Civil invitándoles a marcharse con él. Don Narciso también declinó esta oferta.

El 5 de agosto, a las 10 de mañana, un grupo de 14 milicianos entraron violentamente en la estancia del obispo con la intención de hacer un registro, llevándose unos valores de Estado que encontraron en la caja fuerte, un cáliz, un pectoral y otros objetos de valor. Antes de terminar el registro, sobre las tres de la tarde, hicieron un simulacro de fusilamiento tanto a don Narciso como a su secretario. Posteriormente serían expulsados del palacio siendo acogidos en casa del banquero Sánchez Izquierdo. María Luisa Morales Ochotorena, esposa de dicho banquero, testifica que don Narciso y su secretario llegaron a su casa hacia el día 8 o 9 de agosto; otros testigos señalan que serían expulsados del Palacio el día 12, el 13 o el 15. El día 22 de agosto, octava de la fiesta de la patrona, hacia medio día, un grupo de milicianos fue a buscarle a la casa de los Sánchez Izquierdo y se lo llevaron con la excusa de tomarle declaración en el Seminario convertido en prisión: «se dirigieron al dormitorio del Obispo y éste, sintiendo que venían, que habrían comenzado a matar a las mujeres porque nos oponíamos a su detención, salió, nos dio la bendición y se lo llevaron». Al llegar al vado del Piélago, los apearon del coche e inmediatamente los cinco milicianos que formaban el pelotón de fusilamiento hicieron una descarga al unísono y les dieron el tiro de gracia. Sus cadáveres quedaron insepultos hasta el día 24 que fueron llevados al cementerio capitalino. 

En la fiesta de san Juan de Ávila de 1940 los restos del obispo fueron trasladados a la catedral. El 20 de mayo de 1945 la Acción Católica erigió un pequeño memorial en el lugar de su martirio. Fue beatificado por Benedicto XVI, el 28 de octubre de 2007.

Bibliografía básica

La Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla-La Mancha se enorgullece de presentar el Diccionario Biográfico de CLM, una iniciativa destinada a honrar y difundir la vida y obra de figuras destacadas de nuestra región en diversos ámbitos.

Nuestra misión es preservar el legado cultural, científico y humanístico de Castilla-La Mancha, proporcionando un recurso accesible y riguroso para investigadores, estudiantes y cualquier persona interesada en nuestra rica historia. A través de este esfuerzo colaborativo, buscamos fomentar el conocimiento, la inspiración y el orgullo en las contribuciones de nuestra comunidad a la sociedad global.

Buscador de biografías

Puedes realizar búsquedas por uno o varios campos.

Fecha de nacimiento
Fecha de nacimiento
Fecha de fallecimiento
Fecha de fallecimiento
Sexo