Nació Narciso García Avellano en Tórtola de Henares (Guadalajara), el 19 de octubre de 1854 en medio de la profunda epidemia de cólera que recorrió esta provincia entre el otoño de 1854 y el verano de 1855.
Llevó a cabo en la capital sus estudios de Maestro, comenzando a ejercer su profesión en la provincia de Guadalajara a comienzos de la década de 1870, ocupándose primeramente de la escuela de Huertahernando, de donde pasó a Taravilla y su escuela de adultos; después se trasladó a Guadalajara, capital, para dirigir más tarde los colegios que entonces se situaban en la Cuesta de Calderón, en unión de la que ya para entonces se había convertido en su esposa, la también maestra Claudia Álvaro Molina, significándose ambos como defensores de la educación obligatoria y gratuita.
En Guadalajara estuvieron ambos por espacio de dos años, entre 1881 y 1883, emprendiendo entonces viaje a Madrid para ser nombrado auxiliar de las Escuelas Públicas de la capital del reino y pasar a uno de sus entonces pueblos vecinos, la villa de Vallecas.
Fue director de las Escuelas Públicas de este pueblo, antes de pasar a ser un barrio de la capital, y posteriormente, luego del paso por numerosos distritos madrileños, llegará a ser director del Grupo Escolar Vallehermoso, en el centro de Madrid, en el que concluyó su carrera docente al jubilarse en 1919. No sin antes pasar por Ávila, en los años finales del siglo XIX, desterrado a la provincia por la crítica que en carencia educacional elevó al Gobierno de la época. A su regreso a Madrid, con un cambio gubernamental, le fueron reconocidos sus derechos y se le nombró jefe superior de Administración Civil, a cuyo cargo opositó.
No sólo a dirigir colegios se dedicó don Narciso. También fundó en el Colegio Vallehermoso el “Orfeón Escolar”, que recorrió las calles de Madrid; y abrió academia particular en la madrileña calle de Bardales.
En los primeros años de la década de 1880 fundó junto a otros muchos maestros La Asociación General del Profesorado Español de Primera Enseñanza, de la que fue Secretario General durante algunos años, laborando por la dignidad de la enseñanza, y de los maestros, con agudas críticas a la clase política en tiempos en los que la docencia era considerada profesión de segunda clase, o en los que la cultura del pueblo quedaba, para los grandes genios de la política, en tercer lugar; lo que le llevaría a ser suspendido en sus funciones en más de una ocasión.
También colaboró con diversos medios de prensa, provinciales y madrileños, siendo redactor del semanario instructivo de la enseñanza La Educación. Además de que, como buen instructor, fundó su propio periódico a fin de dar a conocer sus inquietudes. Fue en 1879, bajo la cabecera de El Maestro Alcarreño.
De él escribió el también pedagogo provincial Rufino Blanco y Sánchez, en su Diccionario de Calígrafos españoles: “escribe con buen aire de letra española de Iturzaeta y dio en el Centro Instructivo del Obrero una conferencia preparatoria de la exposición de Caligrafía y Artes similares celebrada en Madrid en los meses de junio y julio de 1902 sobre la Dignidad y nobleza de la escritura”. Pues D. Narciso también perteneció a lo que entonces se conoció como Cuerpo de Calígrafos.
Fue aquella, la preparatoria caligráfica, una de sus muchas conferencias ya que por esos años, y los sucesivos, fueron numerosas las que dictó, generalmente relacionadas con la docencia y el trato a los alumnos y profesores.
Se integró en el grupo de guadalajareños que, en 1903, creó el Centro Alcarreño de Madrid, precursor de la Casa de Guadalajara en Madrid, dedicado entonces, como una de sus principales inquietudes, a la docencia; en el que ocupó distintos cargos en su junta directiva y fue parte del cuadro de profesores, junto a los más destacados intelectuales de la Guadalajara residente en Madrid, que dotaron al Centro de aulas de enseñanza; en las que se reunieron, entre otros, los hermanos García López (Juan-Catalina y Pío, o Pareja Serrada). El Centro Alcarreño de Madrid dotó de cultura, letras y números, a varios cientos de guadalajareños emigrados a la capital de España, que no disponían de medios para costearse las lecciones.
Al margen de la enseñanza y sus conferencias, fue don Narciso un prolífico autor de reglamentos escolares, dando a la imprenta numerosas obras. Su obra fue parte de la docencia que esparció en España la Institución Libre de Enseñanza, con la que colaboró bajo el seudónimo de “Barón de Laftoor”. Seudónimo con el que firmó numerosas de sus colaboraciones en prensa.
Nunca perdió el vínculo con su localidad natal, Tórtola de Henares, que le rindió un cálido homenaje en el mes de mayo de 1923, siendo nombrado “Hijo Predilecto de la localidad”, colocándose en la casa en la que nació una placa alusiva, al tiempo que se dio su nombre a una de las calles de la población. En la fachada de su casa natal se pudo leer: “Aquí nació, en 19 de octubre de 1854 el Ilustrísimo Sr. D. Narciso García Avellano. Notable pedagogo y distinguido publicista. Su pueblo natal le dedica este recuerdo perpetuo en sus bodas profesionales de oro de tan predilecto hijo”.
Posteriormente, en 1928, sería el encargado de colocar la primera piedra de las nuevas escuelas del municipio a las que, en su homenaje, se las dio su nombre.
Falleció en Madrid, en el mes de abril de 1943.
Obra principal:
- Fases histórico-críticas de la sociedad española, Taravilla, 1877.
- El Recreo Infantil (1879).
- Disciplina escolar o Reglamento Urbano Disciplinario, Madrid, 1886.
- Ilustración de la Infancia, (Madrid 1886).
- Aritmética Pedagógica (Madrid 1892).
- Filosofía de la Educación, (1900)
- Memoria de Escuela graduada (1919)
- Educación Nacional, Sociología y Pedagogía, 1926.
Bibliografía:
- “Homenaje a un maestro”, semanario Flores y Abejas, Guadalajara, 6-5-1923.
- Luis Cordavias Pascual, “Mi Maestro”, semanario Flores y Abejas, Guadalajara, 17-1-1926.