Nació Pablo Barbero Casal en Hita (Guadalajara), el 15 de enero de 1847, hijo de Apolinar Barbero Sanz, también nacido en la localidad de Hita, el 23 de julio de 1817, en donde ejerció como Sacristán, y desde donde se trasladó al cercano monasterio de Santa María de Sopetrán, en el que ingresó con intención de seguir la vida monástica, que abandonaría. Aprendiendo en dicho monasterio a tocar el órgano de la mano de su entonces maestro, don José del Vado.
Don Apolinar contraería matrimonio con la hija de su maestro Francisca del Vado Casal, trasladándose a Guadalajara al ser desamortizado dicho monasterio, en el que ejerció de organista.
En Guadalajara se dedicaría a la enseñanza musical, ingresando en la Banda de Música de Guadalajara donde se especializó en el toque de corneta de llaves. Visitando, con el Ejército, Santiago de Compostela, donde se perfeccionó en el toque del órgano, aprendió a tocar el violín y la flauta, se especializó en música benedictina, y pasó a pertenecer al Muy Ilustre Cabildo de Música del Santo Apóstol.
Regresó a Guadalajara al concluir el servicio militar convirtiéndose, a partir de entonces, en uno de los más prestigiosos maestros de música que conoció la capital de la Alcarria a lo largo del siglo XIX.
Del matrimonio compuesto por don Apolinar y doña Francisca nacerían en Hita dos hijos, Pablo y Luis. Luis se dedicó al funcionariado, alcanzando el alto grado de oficial de la intervención de Hacienda; oficio que desempeñó en numerosas provincias del reino.
Pablo se dedicó a la música. De la mano de su padre aprendió primero solfeo; después a tocar el piano, antes de que don Apolinar lo mandase a Madrid, para perfeccionarse en el arte musical en la Escuela de Arte y Declamación, en donde recibió clases del gran compositor don Oscar Campré y, como su padre hiciese con el suyo, don Pablo Barbero superó al maestro, puesto que en el primer año logró el primer premio en piano y armonía.
Con intención de que aprendiese lo que por Europa se tocaba su padre lo mandó a París, donde en su conservatorio nuevamente logró las mejores calificaciones; desde París y, a su regreso, comenzó a recorrer los cuatro puntos cardinales de España como concertista de piano, presentándose por vez primera en Madrid en el teatro de la Zarzuela en 1861, con apenas 14 años de edad, antes de regresar nuevamente a Guadalajara para ayudar a su padre en la ya prestigiosa academia de música que el Sr. Barbero mantenía abierta en la plaza de la Antigua número 23. Aquí organizó y dirigió la Banda de Música Municipal, y junto a su padre, el coro musical de la Casa de Expósitos, además de ser reclamado en los grandes fastos ciudadanos, para tocar el órgano en las iglesias de Santiago o San Ginés. Hasta que, en 1871, decidió que su futuro se encontraba en Madrid.
El renombre adquirido a través de las capitales en las que actuó como concertista de piano le dio la oportunidad de crear su propia academia de música, desde la que preparar a futuros pianistas, al tiempo que él mismo opositaba a ser concertista de éxito en los mejores teatros madrileños, siendo habitual en el de la Zarzuela, el Español, el de la Princesa, el Lara, o el Alhambra, donde llegó a ser una auténtica estrella hasta que unos años después de su llegada a Madrid fundase su propia orquesta. Se trató de un sexteto que, con el propio Pablo Barbero al piano, se mantuvo durante cerca de veinte años al frente del Teatro de la Comedia, al tiempo que dio conciertos en otros escenarios y palacios de la nobleza de Madrid. Desde mediada la década de 1870 solo salió para actuar en Guadalajara, Portugal o alguna de las principales capitales españolas.
Junto a su sexteto registró un repertorio de cerca de mil composiciones musicales, entre las que no podían faltar las propias, ya que también escribió y publicó algunos de los famosos chotis que se bailaron en aquellos tiempos por las calles de Madrid. E hizo famosas, dentro y fuera de los teatros, sus famosas polkas. También animó las veladas teatrales, componiendo la parte musical de algunas escenas de las obras del dramaturgo Jacinto Benavente cuando el siglo XIX llegaba a su fin.
A don Pablo Barbero Casal la muerte le llegó en su casa de la Cava de San Miguel número 7, y todavía le quedaba mucho por componer. Contaba 57 años de edad, cuando el 28 de septiembre de 1904 falleció, en Madrid, donde recibió sepultura.
Se encontraba casado con Dolores Largacha López, descendiente de músicos ilustres, y dejaba por heredero de sus éxitos a su único hijo varón, Pablo Barbero Largacha, quien dirigió la Orquesta Sinfónica de Madrid y continuó dando recitales de piano por los teatros de Madrid y medio mundo, y componiendo música, como hiciera su padre.
Formó parte del jurado nacional de los premios de la Escuela de Música y Declamación; estando en posesión de las cruces de Carlos III y del Cristo de Portugal.
Obras más conocidas:
- ¡Maldita sea mi suerte! (Schottisch para piano).
- Teatro feminista (música para dicha obra de Jacinto Benavente, estrenada en el teatro de la Comedia de Madrid el 28 de diciembre de 1898).
- La Terraza del Biarritz (Polka para piano).
- El amigo Frizzi.
- Gloria.
- Divertimento.
- Pilar (Mazurca para piano).
- Lolita (Mazurca para piano).
- Violetas y azucenas.
- La modestia (vals para piano).