Este licenciado en Historia del Arte nació en Albacete en 1956. Fue profesor de dicha asignatura en su Universidad, la Complutense de Madrid, además de responsable del Servicio de Exposiciones y Museos de la Junta de Andalucía, y Subdirector General Adjunto del Museo del Prado. Ha publicado numerosos artículos en prensa especializada y ha sido autor de conferencias de arte y de diversos manuales sobre pintura contemporánea, aparte de monografías sobre Goya y Velázquez, publicadas ambas en 1996 por Celeste Ediciones.
Al margen de esto, Pedro Jesús Fernández también ha publicado muchos artículos de viajes en el diario “El País”, así como variados textos en un diario digital. Pero, en cualquier caso, su momento más notable como escritor, novelista, vino en 1998 gracias a la publicación en Alfaguara de su primera novela, “Peón de Rey”, que tuvo un gran éxito de lectores y de crítica. Poco después, en el año 2000, apareció en la misma editorial su segunda novela, “Tela de juicio”, una especie de examen de los límites de la realidad virtual a partir de la pintura de Velázquez.
Fernández estaba trabajando en su tercera novela, al parecer perdida o traspapelada, cuando le sorprendió el Covid 19 y la muerte, en 2021, mientras se encontraba en Santiago de Chile, como técnico superior que era de la Administración Civil del Estado, ya próximo a jubilarse, con casi 65 años. Antes había sido funcionario en los destinos de México D. F., Roma, Buenos Aires, Madrid y finalmente Chile (Santiago).
Su exitosa novela histórica “Peón de Rey” está ambientada, en parte, en el Toledo medieval y en las ciudades de Santiago de Compostela y Granada… tiempos del rey Alfonso X, un monje dominico investiga un asesinato… Pedro Jesús fue, como su personaje de ficción del medievo, “Homo viator”, hombre viajero o peregrino, en latín. El escritor cubano Eliseo Alberto escribió acerca de él y de su libro: “Pedro Jesús Fernández avanza desde la sombra de su cátedra y nos propone compartir el pan de una aventura”. Y es que, en cierto modo, la vida real de este autor puede considerarse como una auténtica aventura con tantos y diversos destinos profesionales como tuvo, encargado de asuntos de turismo y de información. Podría haber sido la suya, por qué no, como una vida de novelista de las de antes y las de ahora, claro que sí. Porque, todos los viajes (muchos) que realizó creo que están en toda su obra de una forma o de otra. Una interrupción de vida lamentable, que nadie esperaba. El maldito Covid se lo llevó por delante a finales de enero de 2021. Acabó con este primo hermano mío, debo decirlo, a quien conocí bastante y traté en nuestros mozos años albaceteños y, sobre todo, de estudiantes universitarios en Madrid, viendo numerosas exposiciones de arte que él nos ilustraba a sus amigos, familiares y conocidos, con gran profusión de datos.
Pedro era amante de la conversación, la buena comida y bebida, del ajedrez, los libros, sus amigos, familia, viajes, Albacete y su Feria, la conquense localidad de Sisante (en La Manchuela) y los Martínez… su segundo apellido y el mío… de ahí nuestras familias maternas, de Sisante… Era increíble cómo explicaba, con qué pasión, los cuadros y/ o arquitectura que veía. Asimismo, gustaba de pintar y llegó a hacer una exposición de joven en la casa de cultura de la ciudad en que nació. Una pena su pérdida. A ver si se editan sus escritos de viajes y artículos en libro, aparte de su ya mencionada tercera novela en la que estaba trabajando, si es que finalmente se encuentra.
Pedro y su mujer Belén tuvieron dos hijos, Marta y Gonzalo. Éste último quiere seguir los pasos laborales de su padre. Y, de hecho, estuvo muy bien y en su sitio, hablando en la Moncloa, cuando a Fernández, a título póstumo, la Secretaría General de Comunicación del Gobierno de España le otorgó la Medalla del Orden al Mérito Civil.
La familia de Pedro Jesús Fernández, como tantas españolas en los años 60 y 70 del pasado siglo, emigró a Toledo y luego a Madrid, a buscarse la vida. Con mi tío Horacio a la cabeza. Eran seis hermanos, tres varones y tres hembras. Pedro era el segundo de los chicos y la última vez que lo vi fue en nuestro querido “Harvardcete” natal (como nos gustaba a veces decir), hace cinco o seis años, no más. Cuando escribo esto es abril de 2024. Entonces, 2019, creo, Pedro acudió a Albacete con su hermana Marisa y su marido Luis a la entrega de un premio feminista que había recibido mi hermana Nieves. Fue quizás su final estancia aquí y entre nosotros.
Y para acabar, me voy al 14 de mayo de 2023 en concreto. Ocurrió ese día algo muy emotivo que me agrada añadir ahora. En el cementerio de Sisante nos juntamos unas cuarenta personas: hijos, primos, nietos… de la familia Martínez, que allí tuvo una posada durante nuestra guerra civil. Fuimos para enterrar las cenizas en la tumba familiar de mis abuelos maternos, las cenizas de mi tía Pascuala (fallecida hacía poco), madre de Pedro y hermana de mi madre, Mari. Allí se quedaron, pero volvieron a Madrid las de Pedro Jesús Fernández, que también acudieron al lugar. Tan sólo para estar juntas simbólicamente (las cenizas de madre e hijo) en la última foto, ahora sí, del gran idealista que fue Pedro, según su hijo, y de la persona extraordinaria que era, que se ganaba la amistad de todo el mundo, según su mujer. ¡Descanse en paz!
