De orígenes humildes, sus padres fueron Bernardo Jiménez de Castro y Visitación Pérez Oliva. Sus tempranas y acendradas creencias religiosas lo condujeron en su adolescencia al Seminario Diocesano de Toledo, aunque pronto descubrió que no estaba llamado para la vocación sacerdotal. En Toledo conoce a la que habrá de ser su esposa: Carmen de la Cruz González con quien se casará en 1915 en la Parroquia de Santa Leocadia y con la que tendrá tres hijos. También en la Ciudad Imperial entabla amistad con importantes fi guras del ámbito eclesiástico como el deán de la Catedral, José Polo Benito, o el cardenal primado de España, Enrique Reig Casanova. El primero de ellos participará activamente en la fundación del periódico El Castellano (1904-1936), el cual dedicará una página semanal a Talavera a partir de 1924. Jiménez de Castro colaborará regularmente en sus páginas, muchas veces emboscado bajo el seudónimo “Un paleto”. No será la única publicación en la que se involucre. Ya en 1904 publica versos de rendida

admiración hacia la virgen en la publicación barcelonesa de inspiración católica La hormiga de oro. Un poco después participará en Talavera en la fundación de la revista semanal El Comercio (1910-1912) en donde firmaba bajo el seudónimo “Korripillo”, así como del semanario Prometeo (1913). El periodista y eclesiástico Ángel Herrera Oria le ofreció también colaborar en El Debate pero desestimó la propuesta por tener que desplazarse a Madrid.

Dado que el periodismo no era fuente de la que pudiera subsistir, decidió orientar su labor profesional hacia el comercio. Participó en varias asociaciones talaveranas que mezclaban lo profesional con lo cultural como El Bloque o La Unión Mercantil. Para la primera, fundada por Juan Ruiz de Luna, dirigió su periódico homónimo. Para la segunda, de la que fue miembro de su Junta Rectora, dictó un par de conferencias en 1912: “La educación y el porvenir de la dependencia talaverana” y “La Unión Mercantil talaverana ante el Congreso Nacional de Dependientes de Comercio”. En ellas, según ha observado José María Gómez, su más atento estudioso, alienta el pensamiento regeneracionista de Joaquín Costa.

Interesa destacar algunos aspectos sobre su labor en El Bloque (1916-1919), en opinión del historiador Benito Díaz “uno de los mejores periódicos que se han publicado en Talavera”. Al parecer, Pedro Jiménez de Castro fue multado en varias ocasiones por eludir la Ley de Imprenta que le obligaba a presentar galeradas antes de su publicación. Su amor al terruño le impulsó, además, a participar en las elecciones generales de junio de 1919 en donde compitió frente al todopoderoso político liberal Tomás de Beruete que le dobló en votos en el distrito talaverano.

Colaboró igualmente en la revista El Monasterio de Guadalupe con poemas de corte religioso y patriótico como “Canto a Juan de Mariana”, “Canción a la Virgen de Guadalupe” o “Canto de amor y fe”, este último leído en presencia del rey Alfonso XIII. Los nervios lo traicionaron en aquella ocasión, ante lo cual el monarca exclamó: “Castellano, poesía magníficamente escrita… pero muy mal leída”.

Aunque desperdigó sus poemas y artículos por la prensa de la época no llegó a editar en vida libro alguno. Su obra ha permanecido durante años inédita, guardada a buen recaudo por su familia. Su poesía, de corte tradicional, bebe de los maestros del siglo XIX: José Zorrilla, Manuel José Quintana, Gaspar Núñez de Arce, José María Gabriel y Galán, etc. También se atreve con algún soneto modernista y en sus versos resuenan ecos de un Juan Ramón muy tenue. Sus temas predilectos giran en torno a su Talavera natal, la religión católica o sus seres queridos. Dedicó así versos a personajes importantes de la ciudad como el padre Juan de Mariana o el ceramista Juan Ruiz de Luna. En el libro de visitas del alfar de este último dejó estampada una inspirada quintilla titulada “La Cerámica”.

La Virgen del Prado fue del mismo modo habitual motivo de inspiración. Tal vez su obra más conocida y recordada sea justamente su “Himno a la Virgen del Prado”, al que puso música el maestro Eusebio Rubalcaba. Obtuvo varios reconocimientos como el primer premio en los Juegos Florales de El Escorial, en donde se le distinguió con la Flor Natural, que recibió de manos del entonces presidente del Gobierno, Antonio Maura. Tuvo también algunos escarceos teatrales.

Escribió así el capricho escénico de tema talaverano Era una noble señora, formado por un prólogo, dos actos y un epílogo.

En 2012, Ramón Ángel Alcaraz García recopiló sus versos en una antología.

Obra

• I Antología poética, Madrid, El Desván de la Memoria, 2012.

Bibliografía

• B. Díaz Díaz, Talavera de la Reina durante la Restauración (1875-1923). Política, Economía y Sociedad, Talavera de la Reina, Ayuntamiento, 1994; 
• J. Fernández-Sanguino Fernández, Un siglo de luces y sombras en la prensa talaverana, Talavera de la Reina, Ayuntamiento, 2009; 
• J. Mª Gómez Gómez, “Cuatro poetas talaveranos de la primera
• mitad del siglo XX”, Alcalibe, nº 1, Talavera de la Reina, 2001, pp. 162-168;
• Á. Ballesteros, “Prólogo”, I Antología poética, pp. 9-12; S.f., “Breve biografía del poeta”, I Antología poética, pp. 13-18.

Imagen: Antología poética, Madrid, El Desván de la Memoria, 2012.