Nacido en Santa María del Campo Rus (Cuenca) el 18 de septiembre de 1847 (según Catholic Hierarchy, aunque otras fuentes fechan su nacimiento el 28 de agosto de 1850), con doce años ingresó en el seminario menor de Cuenca para estudiar Latín y Humanidades. Al pasar al seminario de San Julián para seguir los cursos de Filosofía será condiscípulo de Pascual Carrascosa Gabaldón, siguiendo desde entonces sus vidas cursos paralelos bajo la protección del entonces rector del seminario Juan María Valero Nacarino, canónigo lectoral de la catedral.
Ordenado sacerdote (1872), obtuvo en el seminario metropolitano de Toledo los grados de doctor en Teología y licenciado en Derecho Canónico. Cuando en mayo de 1876 Juan María Valero sea preconizado obispo de Tuy le acompañará a la diócesis tudense -junto con Pascual Carrascosa- como familiar y secretario particular; en Tuy será nombrado más tarde fiscal eclesiástico y administrador de la Bula de la Cruzada. El 15 de abril de 1882 León XIII nombró a Juan María Valero Nacarino obispo de Cuenca y Ramón Plaza y Pascual Carrascosa le acompañarán en su regreso a la diócesis conquense. En ella ambos recibieron sendas dignidades en el cabildo de la catedral: Pascual Carrascosa la de arcipreste y Ramón Plaza la de deán. Este último será también provisor y vicario general.
En 1896, siendo ya Carrascosa obispo de Orense, Ramón Plaza deja la catedral de Cuenca al ser nombrado auditor del Tribunal de la Rota, en la Nunciatura de Madrid. En los años siguientes recibirá distintos honores en la corte: capellán honorario de la reina regente María Cristina, predicador y sumiller de cortina de Palacio.
A causa de las tensiones entre la Santa Sede y el gobierno español, originadas por la llamada “ley del candado”, durante más de cuatro años no hubo nombramientos episcopales en España, concretamente desde abril de 1909 hasta julio de 1913. Cuando, tras el asesinato de Canalejas, las relaciones con el Vaticano se normalizaron, el nombre de Ramón Plaza fue incluido en las propuestas que el ministro de Gracia y Justicia presentó en la Nunciatura en enero de 1913 para cubrir las numerosas vacantes que había, asignándole la sede de Urgell. Al contrario de lo que ocurrió con muchos de los candidatos del gobierno, los informes sobre Ramón Plaza eran todos muy favorables, “era persona bien vista en la Corte y estimado en Madrid: era un excelente eclesiástico por madurez de juicio, espíritu sacerdotal y ejercicio del ministerio y de la caridad”. En una segunda propuesta se le asignaba la diócesis de Osma. Y en la que definitivamente presentó el gobierno a primeros de marzo se le proponía como obispo de Jaca. Pero en la lista definitiva, aprobada por el Papa y comunicada al gobierno, se le asignaba la diócesis de Orihuela y el gobierno lo aceptó. En consecuencia, Ramón Plaza fue presentado por Alfonso XIII para la diócesis de Orihuela el 6 de mayo de 1913 y nombrado por el papa Pío X el 18 de julio del mismo año.
Consagrado obispo el 9 de noviembre en Madrid, en la iglesia de San Francisco de Borja, tomó posesión de la diócesis por apoderado el 14 de noviembre y dos días después hizo su entrada en la diócesis, según un secular ceremonial, a lomos de una mula. La de Orihuela era entonces una diócesis pequeña que no tenía más que sesenta y seis parroquias, y el ambiente clerical de la ciudad aparece reflejado en la novela de Gabriel Miró, El obispo leproso (1926). En los años de su episcopado procurará la expansión del sindicalismo católico y en lo estrictamente eclesiástico ejecutará el arreglo parroquial, previsto en el concordato. El 23 de abril de 1916 será elegido senador por el arzobispado de Valencia; y el 31 de mayo de 1920 coronará canónicamente a la Virgen de Montserrate, patrona de Orihuela. Murió el 8 de noviembre de 1921, siendo enterrado en la capilla de la Soledad de la catedral oriolana.
Como nota curiosa es de señalar que a los diez días de su entrada en la diócesis bautizó a un niño nacido aquel 16 de noviembre, hijo del conocido matrimonio Marín Gutiérrez, al que impuso los nombres de José Ramón. Aquel niño no era otro que Ramón Sijé, el llorado amigo de Miguel Hernández.
BIBLIOGRAFÍA:
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