Nació, Restituto Martín Gamo, en la Serranía de Guadalajara, en la pequeña localidad de Condemios de Arriba, el 24 de septiembre de 1914.
Cuando contaba con apenas cuatro años de edad, la familia se vio obligada a emigrar a Madrid, en donde se establecería a partir dela década de 1920; formándose en la madrileña Escuela de Artes y Oficios, de donde pasaría a la Academia de Bellas Artes. Cuando entendió que su futuro se encontraba en la escultura, y en el dibujo, a pesar de que, finalmente, sin concluir estudios en ninguno de los dos centros, terminó aprendiendo de manera autodidacta. A pesar de que la Academia de Bellas Artes le concedió, viendo sus avances, una de las famosas becas para estudiantes la “Conde de Cartagena”, que no pudo disfrutar por el estallido de la Guerra Civil, cuando nuestro hombre colaboraba con la Dirección General de Propaganda, al lado de grandes cartelistas como Josep Renau y José Bardasano, y aprendía al lado de ilustres nombres en el mundo de la escultura como Victorio Macho, en Valencia.
Pasada la guerra viajaría a Valencia, formándose en el taller de Victorio Macho. Continuando en Valencia durante algún tiempo, hasta su retorno a Madrid.
Tomó parte en los trabajos preparatorios del Pabellón Español para la gran Exposición Universal llevada a cabo en 1937. A través de ellos conoció a grandes pintores y escultores entre quienes se contaron figuras como Pablo Picasso. En la Exposición Universal se expusieron dos dibujos suyos, actualmente en el Museo de Arte de Cataluña.
Viajó a París en 1956, y a su retorno a Madrid continuaría trabajando, entrando tiempo después a formar parte del cuerpo de restauradores del Museo del Prado, al tiempo que tallaba algunas esculturas de temática religiosa, para muchas de aquellas iglesias que sufrieron los percances de la guerra. Su obra, a este respecto, se encuentra distribuida por numerosas iglesias del centro de España. Permaneciendo, en la mayoría de los casos, inédita. Salvo algunas excepciones, como la iglesia de Cristo Rey, en el barrio de Usera, de Madrid; o la de Santa Rita, en Madrid también, en el barrio de Argüelles, en las que dejó claros ejemplos de su talante modernista. Su obra sería reconocida en 1943 con el Premio Nacional de Escultura.
No sólo talló escultura religiosa, también por media España dejó algunas obras, entre las que destacan las dos impresionantes tallas que representan a la ciudad de Melilla, una de ellas la de la reina Isabel la Católica, en la plaza de Torres Quevedo. La otra, la del conquistador de la ciudad, Pedro de Estopiñán. Igualmente es conocida en San Sebastián su escultura de Pío Baroja, copia de una obra de su maestro, Victorio Macho. Esculturas en bronce, puesto que la religiosa se talló en madera.
Trabajo igualmente la cerámica. Desde que mediada la década de 1940 conociese a uno de los ceramistas más prestigiosos del momento Juan Ruiz de Luna, pasando durante algún tiempo a trabajar con su hijo, Alfredo Ruiz de Luna. Pudiéndose admirar alguna de sus piezas en el Museo Ruiz de Luna, de Talavera, y en su colección privada, siendo destacable la fuente de Cerámica de Talavera del Jardín Botánico Atlántico de Gijón.
Sin que faltasen en su producción el dibujo y la escenografía. Colaboró con algunos autores madrileños para diseñar el esbozo de numerosos escenarios, y fue el autor de los primeros murales teatrales que decoraron los escenarios de las primeras obras que se estrenaron en Hita (Guadalajara), dentro de sus “Festivales Medievales”. Quizá, de entre todos, el más complejo, conforme en alguna ocasión se atrevió a decir, fue el del Fausto, en la adaptación que su creador Criado de Val llevó a cabo en 1966 y que interpretase Carlos Lemos.
No faltó su colaboración con el mundo del cine, para el que diseño y esculpió algunos escenarios, entre los que destacarán los de la película “El Coloso de Rodas”, mítica película dirigida por Sergio Leone, convertida en su primer gran éxito cinematográfico. Para la que creará la mayor escultura hasta entonces conocida. Obra de cincuenta metros tallada por piezas en unos solares del pueblo de Barajas (Madrid), el torso en Ciudad Lineal, ya que el taller del artista, en la calle del Doctor Ferrán, de Madrid, quedó pequeño para contener las piezas de una obra que únicamente debía de perdurar por espacio de 15 días, los que se empleó en el rodaje, con las piernas de la escultura presente, en un ángulo del puerto de Laredo, en Cantabria. No cuajó la idea de algunos industriales griegos, que trataron de llevársela a su tierra. E igualmente intervino en “La Caída del Imperio Romano” donde se construyó el Foro Romano a tamaño natural con más de doscientas esculturas.
Su mano y arte no faltan en otros materiales, como la cera, tallando la imagen de James Carter para el Museo de Cera de Madrid, cuando el Sr. Carter fue nombrado presidente de los Estados Unidos de América, en el mes de enero de 1977; así como numerosos personajes más, como Pablo Picasso.
La obra de Martín Gamo se encuentra distribuida en numerosos lugares de España; situándose en Madrid el mayor número de piezas; así como Santander y Barcelona.
Restituto Martín Gamo, recibió en 1992 el homenaje de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, entregándole el premio “Barón de Forna”, a toda una vida dedicada al arte.
Mereciendo mención especial su colección privada en la que trabajó toda su vida, y en la que se encuentran una gran colección de dibujos y bocetos, y que no quiso vender.
Falleció en Madrid, el 15 de enero de 2006.
Bibliografía
- T. Gismera Velasco: Semblanzas de Artistas en Guadalajara; Independently Published, 2023.