“ Yo no podría vivir ya fuera de México, pero ahora siento mucho más que de joven la profunda tristeza de no haber podido vivir también en España. Es una sensación incómoda, porque pienso que yo soy el otro el yo/yo se quedó o me quedé en mi infancia en España, y ahí ha vivido, en tanto que yo he vivido aquí una vida que no me correspondía, vida admirable por quienes han convivido conmigo y por mi amor a México, pero vida incompleta. Yo soy un doble ser, así me siento.”
Con estas palabras pretendía Luis Rius dar sentido definitivo a ese sentimiento que le fue acompañando a lo largo de toda su vida. Luis podría haber nacido en cualquier lugar de España pero tal vez el hecho de que fuera en Tarancón (Cuenca), en Castilla, esa Castilla ancha y plana como el pecho de un varón, como ya dijera Machado, de paisaje incomprensible y a veces desolador, acrecienta aún más lo que para el poeta significaría apartarse de sus tierras.
España, siempre fue Tarancón, con sus calles y esquinas oliendo a vieja tierra esquilmada, de caballeros andantes y héroes derrotados. Este pueblo le vió nacer el día 1 de noviembre de 1930, en el seno de una familia de escritores y artistas. Por lo tanto, el ambiente siempre fue propicio para que la infancia de Luis se desarrollara entre libros e intelectualidad. Muy unido a su madre y a su hermana, nunca fue un niño travieso, era más fácil encontrarlo “atado” a un libro que jugando con otros chavales. A los 4 años ya sabía leer y a los 11 escribía.
El comienzo de la guerra civil trunca todas las expectativas y lleva a la familia Rius a Normandía (Francia), allí pasarían toda la contienda bélica, sobreviviendo con el sueldo que el padre desde Paris enviaba gracias a su trabajo en la CAMPSA. El 5 de abril de 1939 embarcan en el Queen Mary rumbo a Nueva York. Dos meses después marcharían a México.
Apoyado por sus maestros de primaria y secundaria, y por su padre, Luis Rius Zunón, político, escritor y folklorista, marcha Luis a Cuba para iniciar sus estudios de Derecho en la Universidad de La Habana. Pronto se daría cuenta de que las leyes no eran su verdadera vocación, y tras sentida carta a su padre explicando los motivos de tal abandono, regresa a México para iniciar la carrera de Letras Españolas, con la que obtiene a los 21 años el titulo de Maestro por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM con su tesis “El mundo amoroso de Cervantes y sus personajes”. Corría el año 1954.
Desde muy joven dio clases de literatura, labor que le satisfacía especialmente y que desarrolló con gran interés en la Facultad de Filosofía y Letras de Guanajuato entre 1952 a 1956. Con tan sólo 20 años fue miembro de la mesa directiva de la Sección de Literatura del Ateneo Español de México. Fue profesor invitado en la Universidad de San Luis de Potosí, del City College y de la Universidad Iberoamericana. Entre 1956 a 1957 le concedieron una beca en el Centro Mexicano de Escritores desarrollando su labor a tiempo completo y engrosando una larga lista de profesores de origen español que contribuyeron de manera decisiva al crecimiento intelectual de México. Años después sería secretario y jefe de la División de Estudios de Postgrado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
En 1948 dirigió la revista “Clavileño” y dos años más tarde participó en la edición de “Segrel” donde fueron publicados sus primeros versos con una breve recensión crítica. Estamos hablando de su primer libro Canciones de vela titulado así por tratarse de poemas que vienen a recordar las canciones con las que distraían el sueño y espantaban el miedo nocturno los jóvenes centinelas.
Estos versos cantan a la melancolía la tristeza, la esperanza y la nostalgia, una profunda y arraigada nostalgia de la vida. Hay un intenso extrañamiento de todo, un sentimiento de ser vacío en el mundo producido por algo que nunca fue realidad: España, y en España, Castilla.
Es en este punto donde encontramos, a nuestro parecer, una de las piezas claves del exilio. Tenemos que distinguir dos tipos de exiliados, los que marcharon con una vida hecha, una memoria cargada de recuerdos tangibles y los cachorros (término acuñado por Manuel Andújar), o lo que es lo mismo, los niños que no pudieron desarrollar sus vidas, ni poseer una idea clara de España, desarrollando todos ellos, en mayor o menor medida, un profundo vacío que intentaron llenar con la imaginación y los sueños.
Con esta idea no queremos decir que todos aquellos cachorros sufrieran por igual esa ausencia de pasado, pero tal vez en Luis Rius, este sentimiento se deja notar con más fuerza por ser el más tradicional de todos, el más afecto a los viejos sueños.
Soy yo otra vez que he venido
Como ayer, mañana y siempre,
Con mi destierro a la espalda,
A soñar…
(Canciones de vela).
Rius se convertiría con el tiempo en colaborador habitual de publicaciones literarias como “Cuadernos Americanos”, “Revista Mexicana de Literatura”, “Anuario de letras de la Unam”, “Las Españas”, “Insula” y suplementos culturales de los periódicos como el “Excelsior”, “Novedades”, “El Nacional”, “Siempre” y El Metropolitano de “El Heraldo de México”.
Poeta y crítico de literatura española, escribió dos ensayos sobre “Los grandes textos de la literatura española hasta 1700” (1966) y “La poesía”. Además, entre 1963 y1970 dirigió un programa de radio, Literatura española, transmitido por Radio Universidad. Programa que repetiría el Canal 13 de Televisión Mexicana. Su Viaje alrededor de una mesa congregaba todos los martes, durante media hora a una fiel audiencia que escuchaba con avidez a un hombre que hablaba sólo de poesía y recitaba de memoria a los clásicos. Desde Góngora y Quevedo hasta León Felipe o Machado, Rius descifraba, en un perfecto castellano, las claves de sus versos y la hermosura de sus composiciones. No es exagerado decir que el programa paralizaba hasta los mercados callejeros.
Durante este tiempo Luis intercaló la publicación de sus restantes libros de poesía, Canciones de ausencia que llegaría en 1954, Canciones de amor y de sombra (1965), Canciones a Pilar Rioja (1968) y una antología que nunca llegó a ver publicada, Cuestión de amor y otros poemas (1984), en la que Angel González colaboró en la elaboración del prólogo y del libro en sí ya muerto Luis.
Luis Rius murió en la ciudad de México el 10 de enero de 1984. Un cáncer en avanzado estado metastático diagnosticado tan sólo un año antes se lo llevó sin que nada pudiera hacerse. Fumador y bebedor empedernido, huida tradicional de los que se aíslan voluntariamente, “la tierra es de los que se la beben” llegó a decir en una ocasión parafraseando a Marx y con motivo de la venta de unas tierras invertidas en juergas, y su enfisema pulmonar padecido desde muy joven, fueron agravantes suficientes para acabar con la vida del poeta.
Rius dejó tras de sí un camino de incógnitas que nunca fueron desveladas. Las aportaciones de sus más íntimos amigos, Arturo Souto, Paco I. Taibo, Angel González, Daniel Sueiro nos desvelan algunas de las complicadas tramas de este poeta misterioso con apariencia de cordial y abierto.
Otaola en su libro La librería de Arana le dedica unas páginas, destacando su porte, su belleza y su seriedad: “…si me obligasen a señalar un defecto diría que la seriedad(…). El defecto de Luis Rius, ahora lo comprendo es un defecto de la guerra española. A él le dieron un balazo en su niñez como a otros se lo dieron en mitad de la cabeza”.
Ese “balazo”, le hizo sentirse siempre un extranjero en el mundo, sin poder elegir entre esto o aquello, limitando para siempre su insobornable amor por la libertad. La libertad que se veía coartada por un terrible obstáculo que le detuvo siempre, física y sentimentalmente, el mar:
Soy yo otra vez que he venido
Paso a paso, como siempre,
Por ver si no encuentro el mar,
Y es el mar quien me detiene.
(Canciones de ausencia).
El mar enorme donde, como dice el poeta, se dejó la vida, enterrada en su azul. El mar inseguro, amenazante como un abismo entre dos tierras. El mar como oposición a la tierra, a las tierras de Castilla en las que, ¡qué paradoja!, uno puede perder la vista en el horizonte, igual que en el mar. No debemos pensar sin embargo que Rius fue un poeta torturado, pesimista hasta el desaliento. También dejó pasó en su vida al amor, a un amor idealizado, etéreo, donde la mujer ocupa un segundo plano, casi es admiración, observación de sus movimientos, sus formas, su mirar, como una estatua perfecta a la que contemplar, sin que pierda su gracia y esplendor. Así le sucedió con Pilar Rioja, su segunda esposa a la que dedicó su penúltimo libro de poemas:
Podría bailar
En un tablado de agua
Sin que su pie la turbase,
Sin que lastimara el agua
No en el aire, que al fin es
Humano el ángel que baila.
No, en el aire no podría,
Pero si en el agua.
(Canciones a Pilar Rioja).
Luis está viendo a una bailarina que le obnubila y le sobrecoge pero no le enamora, sino es por su baile. Enamorado del amor, su corazón desarrollo un sentimiento único en el que ninguna mujer logró penetrar lo suficiente como para desconcertar al poeta. También se desenredan en su poesía algunos versos más sensuales, de un erotismo que permanece en el limite justo de una pasión fatal, intensa, con el cuerpo femenino como protagonista:
Quiero sembrarme en ti. No me conformo
Con tu piel, tu risa, con tu aliento.
No me bastan tus ojos, ni tus labios.
Tu sangre quiero.
(Canciones de amor y de sombra).
Sus poemas dedicados al destierro son contados, pero intensos, en ellos hay una rabia y dolor mezclada con una profunda nostalgia.
Luis Rius nunca encontró el camino, tal vez el tiempo le enseñó a vivir ese destierro suyo que la reflexión y la madurez le ayudaron a llevar hasta sus últimas consecuencias. La comprensión, la aceptación de que su vida había sido un largo devenir sin destino alguno, sin sensación de vivida plenamente. No pudo abandonar esa terrible idea del destierro, ni le olvidó el desarraigo, compañero eterno de un viaje a ninguna parte.
Durante su viaje por la vida, truncada tempranamente, Luis se dejó arrastrar a España. Volvió, tal vez buscando todo aquello que su imaginación había sembrado y cultivado a lo largo de los años, o tal vez intentó llenar con realidad el hueco inmenso que no se quiso desvanecer nunca, ni siquiera con las curas intensivas del tiempo. Probablemente la decepción fue de su mano en este reencuentro y ni los amigos, ni las juergas, ni el vino calmaron la sed de pasado.
Luis había perdido la batalla. En esta partida de naipes Luis supo siempre que por más esfuerzo que aplicara, por más que desempolvara recuerdos de los cuartos oscuros de la memoria, la suya se quedó en 1939, paseando con un niño de la mano por las calles abrasadas de un mediodía de luz que aún le sigue esperando.
“Y supo una vez más y definitivamente que el exilio no era para él una palabra, no era siquiera un drama, ni menos una estadística, sino que era ese vértigo, ese mareo, el abismo, un tajo en el alma y también en el cuerpo cuando un día, una noche, te hacen saber como se lo hicieron saber sangrientamente a ellos que aquel paisaje tras la ventana, aquel portal, aquella casa, aquel libro, aquel papel, aquel trabajo, aquel amigo, aquel matojo de margaritas, aquella silla y aquel hueco en aquel colchón, aquel sabor, aquel olor y aquel aire que has perdido, lo has perdido, y lo has perdido para siempre, de raíz y sin vuelta”.
Balada del Manzanares.
Daniel Sueiro
BIBLIOGRAFIA
Obra poética
- Canciones de vela. México, Segrel, 1951.
- Canciones de ausencia. Guanajuato, Universidad, 1954.
- Canciones de amor y de sombra. México, Era, 1965.
- Canciones a Pilar Rioja. México, Finisterre, 1970.
- Poemas. (Antología en disco). México. UNAM, 1973.
- Cuestión de amor y otros poemas. México. Promexa,1984.
Artículos y estudios
- León Felipe, poeta de barro. México. Málaga, 1968.
- “Notas para un retrato de León Felipe” en Insula, nº. 265 (dic.1968) p.6 a 12.
- “Se solicita oyente” en Comunidad Conacyt, nº. 112-113 (abril 1980), p.38-39.
- “Arte flamenco: cante, baile y toreo” en Comunidad Conacyt, nº. 112-113 (abril 1980), p. 167-169.
Artículos sobre Luis Rius
- MARRA-LOPEZ, J.R.: “Jóvenes poetas españoles en México (una promoción desconocida)” en Insula, nº.222 (mayo 1965), p.5.
- FAGEN, PATRICIA W.: Transterrados y ciudadanos. México, F.C.E., 1975.
- GONZÁLEZ-LAGANA, J.: “In memoriam de Luis Rius Azcoitia” en Programa de fiestas de Tarancón, 1984.
- CAUDET, F.: El exilio republicano en México: las revistas literarias (1939-71). Madrid, Fundación Banco Exterior,1992.
- MATEO, E.: “Luis Rius” en Notas y Estudios Filológicos, (UNED Pamplona), nº. 9 (1994).
- Homenaje a la familia Rius y al poeta Luis Rius Azcoitia. Tarancón, Ayuntamiento, 1994.
- Poesía y exilio: los poetas del exilio español en México. El Colegio de México, 1995.