Francisco Rivas Moreno, gracias a su larga trayectoria vital a caballo entre los siglos XIX y XX (nace en Miguelturra en 1851 y muere en Madrid en 1935), vivió importantes hitos históricos. Nace en plena Revolución Liberal y alcanza la madurez en la Restauración. Su currículum es extenso e impresionante. Abogado, político, periodista, sociólogo, novelista y poeta, publicó una extensa obra de temática variada tanto en libros como en artículos editados en diversos periódicos y revistas, nacionales e internacionales. No obstante, el problema agrario y sus posibles soluciones a través de la educación y del asociacionismo en sus diversas facetas (cajas rurales o de ahorros, cooperativas, etcétera) ocupan un lugar central en su obra, son el eje vertebrador de sus propuestas reformistas. Rivas Moreno es, por ello, un «intelectual» de perfiles variados al que no es fácil aproximarse. Rivas Moreno no fue un «soñador», un «pensador utópico», un «arbitrista» más, sino un político y un intelectual que defiende la modernización del país desde arriba por la acción transformadora de las elites, una idea muy propia de la Junta de Ampliación de Estudios así como la importancia vital de la educación como agente transformador de la realidad de un país ya en crisis a partir de finales del XIX.
Entre 1875 y 1898 se vinculó al partido liberal liderado por Sagasta y a lo largo de toda su vida demostró ser un hombre de profunda raigambre liberal y él mismo se definió de esta manera: “Demócrata convencido de toda la vida, eduqué mi voluntad en la escuela del respeto a todas las opiniones”.
Se observa en toda su obra una evidente influencia de una corriente íntimamente ligada a la Junta de Ampliación de Estudios, el krausismo. Es evidente que Rivas Moreno tuvo cierta relación con la Junta, aunque no parece que llegara a estar becado por la misma. No podemos olvidar que Rivas Moreno es un intelectual interesado en viajar al extranjero para conocer los movimientos cooperativos y no es extraño que para algunos de estos viajes, tan queridos para Rivas, se sirviera del apoyo de la Junta, que tanto trabajó por poner en contacto a muchos intelectuales españoles con los centros de estudios extranjeros. Pero no costa en la documentación consultada. Se conserva una ficha de Rivas Moreno, con el número 9404, en la que no hay otra información que la de su domicilio en 1919 (calle Fuencarral, 103, 2º). Castillejo y Rivas procedían de Ciudad Real por lo que cabe pensar que se conocían, pero en el amplio epistolario del primero no figura ninguna referencia al segundo.
Rivas Moreno acaba la carrera de Derecho en Madrid en 1875, con 24 años de edad, y se establece en la capital, donde frecuentará redacciones, tertulias y el centro cultural por antonomasia de la época, el Ateneo, donde conocerá a importantes personajes. Así logra introducirse en los círculos del partido Liberal, gracias a su estrecho contacto con la familia Canalejas y con el líder del partido fusionista, Sagasta. Esas relaciones con personajes relevantes del liberalismo español explican que Rivas Moreno, con sólo 26 años y una muy escasa experiencia política, aparezca como candidato liberal a la Diputación Provincial en 1877. Salió elegido por el distrito de Ciudad Real, puesto que ocupará durante diecinueve años de forma ininterrumpida hasta 1896, siendo su presidente entre enero de 1891 y junio de 1892.
En esos mismos primeros años dedica un esfuerzo ímprobo a la tarea periodística, tanto en Ciudad Real como en Madrid. En 1880 funda y dirige en Ciudad Real el periódico liberal El Labriego y al año siguiente, en 1881, participa en Madrid en la aparición del periódico El Comercio Español. Más adelante, se centró en trabajar, como veremos, en una prensa menos política y más dedicada a los asuntos agrarios con títulos como El Contribuyente, editado entre 1895 y 1896, El Progreso Agrícola y Pecuario (1895) y La Asociación Agrícola (1908).
Con el segundo y largo turno liberal (1885-1891), Rivas Moreno subió un peldaño político importante, de simple diputado provincial se convierte en presidente de la Diputación y de ahí pasa a ocupar puestos de relevancia a nivel nacional como Secretario General del Comité de España en la Exposición Universal de París y miembro de la Comisión Central de Defensa contra la langosta. Pero con el siguiente turno liberal (1892-1895; 1897-1899) se eleva un peldaño más al ocupar el cargo de gobernador civil en varias provincias entre 1892 y 1897 (Guadalajara -1892-, Oviedo -1893-, Toledo -1894- y Santander -1897-).
En 1898 y en pleno comienzo de la crisis de la Restauración, con 47 años y tras 13 de dedicación plena a la política, recibe un nombramiento administrativo, jefe de administración de tercera clase, que le lleva, hasta su jubilación en 1917, a recorrer media España como Delegado de Hacienda, al tiempo que su dedicación política casi desaparece (deja de ser diputado provincial en 1896) y se centra en su labor reformista e intelectual.
Su vuelta al ruedo político entre 1917 y 1918 es muy interesante. En estos años las ideas políticas de Rivas Moreno parecen que han derivado, por un lado, hacia una crítica del sistema político de la Restauración, fundamentalmente el caciquismo y el centralismo: “hay que sacudir la dañosa tutela del centralismo y dejar a cada región que se marque normas para su desenvolvimiento con arreglo a sus disponibilidades y a las exigencias de su vida agrícola e industrial”.
Esta crítica le lleva a defender un acusado proceso de descentralización y la necesidad de una amplia autonomía para las regiones con el fin de acercar la administración a los ciudadanos y de conseguir un mayor desarrollo económico: «Nosotros abogamos por que los pueblos y las regiones tengan, en lo que atañe a su desenvolvimiento material y moral, una libertad de acción tan amplia que pase las lindes de la Autonomía…».
Esa defensa de Rivas Moreno de la autonomía manchega se concretó en la creación de un Partido Regionalista Manchego seguido por las mejores mentes de La Mancha de aquellos momentos como el piedrabuenero Mónico Sánchez (el inventor de un aparato portátil de Rayos X), el tomellosero Francisco Martínez Ramírez (conocido por ser el fundador de la línea Tomelloso-Cinco Casas y del periódico El Obrero de Tomelloso) y el ciudarrealeño General Aguilera, uno de los militares liberales de más prestigio. Apoyado en todos ellos se presentó ese mismo año a diputado a cortes por el distrito de Ciudad Real-Piedrabuena con un programa de «renovación, cultura y progreso». En la revista Vida Manchega del mes de enero de 1918 se publican fotografías de los actos celebrados en Miguelturra, Malagón y Piedrabuena, bajo el lema de «La Mancha, para los manchegos». En este sentido Rivas Moreno se convierte, sesenta años antes, en un visionario que supo intuir la importancia para La Mancha de la autonomía, una región olvidada y maltratada por el centralismo a pesar de su posición geográfica. De seguir viviendo Rivas Moreno, estamos seguros, contemplaría satisfecho el progreso que la autonomía ha supuesto para Castilla-La Mancha.