Román García Sanz. En M. P. de M. y C. I., “Asociación Nacional de Directores de Bandas de Música”, Ritmo (15-12-1933), p. 8.

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Román García Sanz
Checa (Guadalajara).
1887 -
Guadalajara.
1965.
Director de orquesta, compositor y político.

Nació Román García Sanz en la localidad de Checa (Guadalajara), en 1887, trasladándose a temprana edad a Guadalajara, en cuya capital llevó a cabo sus estudios de Bachiller, para pasar a Madrid, donde se instruiría en el mundo de la música, ingresando en 1905 en el Real Conservatorio, donde llevaría a cabo estudios de piano y composición, obteniendo, para comenzar el curso, un sobresaliente en armonía, dando a conocer la que será sin duda su primera composición, la mazurca Miel de la Alcarria.

Cuatro años después, en 1909, obtenía el título de Director de Bandas de Música, siendo por aquel tiempo el maestro más joven de España en conseguirlo. Fue entonces cuando dejó Madrid para regresar a la provincia, estableciéndose en la capital, como profesor particular de piano.

En los primeros meses de su estancia en Guadalajara compuso la música para el que ideó como Himno de Guadalajara, al que subtituló “Alvar Fáñez de Minaya”, como homenaje a quien es considerado como conquistador de la ciudad, cuya letra pertenecía a uno de los poetas que triunfaban en la prensa de la época, Miguel de Castro; letra que comenzaba por: Amad con fervor a esta Alcarria querida; cifrad vuestro amor en verla enaltecida. Sus glorias cantad; que del hombre es deber honrar la ciudad que le ha visto nacer…

Letra y música que sería propuesta al consistorio municipal para que la adoptase como tal, y fuese interpretada a toda orquesta en las solemnes ocasiones que fuere menester, en las que tuviese representación el Ayuntamiento. Aprobándose oficialmente en sesión plenaria de 31 de agosto de 1910. Aquel mismo otoño se estrenó en las fiestas de la ciudad, interpretada por el Orfeón Alcarreño.

Mientras, a don Román le acompañaba la fortuna, dirigiendo algunas orquestas provinciales por Cuenca, La Mancha y Córdoba, al tiempo que le llegaba igualmente el amor, en la persona de doña Valentina Hernández de la Sen, hermana del párroco de la iglesia de Santa María, en donde contrajeron matrimonio el 23 de octubre de 1912. Matrimonio del que nacerían dos hijos, Cristina, fallecida a temprana edad, y José García Hernández, nacido el 19 de marzo de 1915, quien tras llevar a cabo estudios de derecho en la Universidad Complutense de Madrid, se iniciaría en Guadalajara en la política provincial, opositando a la abogacía del Estado, ejerciendo en diversas provincias, y pasando a ser procurador en Cortes en las décadas de 1940-50; presidente de la Diputación de Guadalajara; gobernador civil en varias provincias y, finalmente, ministro de la Gobernación en los últimos años del franquismo.

No solo a componer música y dirigir orquestas se dedicaba don Román en este tiempo, pues desde su domicilio, se encargaba de representar a algunas de las nacientes compañías discográficas que se promocionaban en España, provenientes muchas de ellas de Francia e Inglaterra, introduciendo en Guadalajara algunos de los primeros gramófonos que por aquí se conocieron.

Entonces ya era director de la Banda de Música Provincial, que no solo se dedicaba a acompañar a las autoridades guadalajareñas en sus actos, también era una de las más populares en amenizar los festejos locales de las principales localidades de la provincia, e incluso, viajando un poco más allá, se popularizó por su exquisito gusto, a la hora de elegir las piezas bailables, en las fiestas de la vecina Alcalá de Henares. También formó, junto a algunos compañeros, uno de los más conocidos sextetos musicales que por estos años se establecieron en la capital, actuando en los teatros y casinos de la ciudad.

En el mes de agosto de 1919, tras crearse la Escuela Municipal de Música de Guadalajara, el Ayuntamiento de la ciudad le encomendó su dirección. Pasando a ser director de la Banda de Música Municipal, que compaginaría durante algún tiempo con la dirección de la Banda Provincial.

Dos años más tarde, en el mes de enero de 1921, se le adjudicaba la contrata del teatro del Casino de Guadalajara, desde cuyo escenario comenzó a dar a conocer sus propias composiciones, ya por entonces en importante número, que fueron la banda sonora y bailarina de la Guadalajara de los años veinte. Mientras que en su casa, como profesor particular, no cesó de sonar la caja del piano. Con cuyas piezas amenizó las tardes en las que, en la capital, comenzaron a proyectarse las primeras películas a través del cinematógrafo, mudas y en blanco y negro, pero con música de fondo.

Dándose a conocer, a lo largo de la década, como autor de numerosos pasodobles, desde el dedicado al novillero Francisco Marí, al que compusiera para el no menos afamado torero alcarreño Saleri II; sin que faltase su colaboración con el ya afamado compositor Cayo Vela Marqueta, cuyos inicios musicales se iniciaron en Horche (Guadalajara) y que, por estos mismos años, triunfaba como compositor musical en los teatros de Madrid.

Será entonces cuando surge entre los directores de bandas de música nacional, la creación de una Asociación, siendo don Román García Sanz uno de los fundadores de la Asociación de Directores de Bandas de Música Españolas, de la que formarían parte lo más granado de la música nacional, siendo elegido Secretario de la misma, cargo que desempeñó a lo largo de media vida.

Con motivo de la festividad de Santa Cecilia, patrona de los músicos, el 22 de noviembre de 1932 recibió el homenaje de la ciudad de Guadalajara en el Palace Hotel, al que asistió lo más representativo de la ciudad, y donde se reunieron más de un centenar de hombres de la política, la empresa y la cultura, reconociéndosele en el acto “la labor artística sorprendente llevada a cabo en la continua cátedra musical de los Establecimientos de Beneficencia, su amor al estudio y al trabajo, y sobre todo, la obra verdaderamente grandiosa y digna de encomio desarrollada en la dirección de la Banda Provincial, hasta lograr hacer de ella una admirable agrupación musical, que ha merecido el aplauso unánime de todas las clases sociales, y especialmente de las populares”.

Y, en su empresa de proyectos, partiendo de su propia iniciativa, sería aprobada por el Gobierno de la República la creación oficial del Cuerpo de Directores de Bandas de Música, comenzando a estudiarse en los conservatorios a partir de 1932.

Participó igualmente en los movimientos culturales de los guadalajareños en Madrid, encontrándose entre sus amistades más fieles algunas personalidades como Francisco Layna Serrano o el Conde de Romanones, integrándose entre los fundadores de la primitiva Casa de Guadalajara en Madrid, a pesar de su residencia en Guadalajara, siendo en ella el primer Delegado de la Casa Regional en 1933, encargándose de promocionarla en la capital de la provincia, al tiempo que sería el encargado de contactar con autoridades provinciales para convencer a algunas personalidades a fin de que pasasen a engrosar su lista de asociados, seguido de inmediato por el fotógrafo Tomás Camarillo.

Entre sus muchos logros se encontraron, aparte de la fundación y dirección durante la primera mitad del siglo XX de la Banda de Música Provincial, la de haber pertenecido por elección entre sus miembros, al Colegio Nacional de Bandas de Música Civiles.

Su actividad se vería interrumpida entre 1936 y 1939 a consecuencia de la Guerra Civil española, integrándose a su término en la política municipal, desempeñando diversos cargos como concejal y teniente de alcalde de la ciudad de Guadalajara; pasando a ser, al término del decenio de 1940, diputado provincial y, entre otros cargos, Secretario de la Comunidad de Regantes del Henares. Manteniéndose como secretario perpetuo del Colegio Nacional de Directores de Bandas de Música Civiles.

Su trabajo fue recompensando el 25 de febrero de 1947 con la medalla de plata al Mérito en el Trabajo, al tiempo que sus compañeros directores de Bandas de Música le rendían un nuevo homenaje avanzada la década de 1950, en el cual se hizo colecta para hacerle un prestigioso regalo que, sin llegar a rechazarlo, impuso la condición de que el dinero recaudado fuese destinado a la creación del premio de música “Román García Sanz”, que premió durante algunos años, iniciándose en 1958, a los directores de bandas de música más prestigiosos del panorama nacional, llegando a estar dotado con 3.000 pesetas de su tiempo, siendo el primer galardonado don Juan Pich Santasusana, director de la Banda de Música Municipal de Barcelona.

Tras una larga enfermedad que lo apartaría de la vida social al inicio de la década de 1960, y retirado en Alicante, al agravarse la enfermedad regresaría a Guadalajara, en donde fallecería finalmente, el 8 de junio de 1965.

La prensa de la época daría cuenta de sus últimas voluntades, diciendo: Devoto de Nuestra Señora de la Antigua, dejó expresa voluntad de que la Medalla del Trabajo con la que había sido galardonado, fuese entregada al joyero de la Patrona de la ciudad.

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