Romualdo Tirado Pozo nació en Quintanar de la Orden (Toledo) el 3 de septiembre de 1880, huérfano a muy corta edad de padre y madre se hacen cargo de él unos parientes, a la edad de 8-9 años es vendido (así lo manifiesta una sobrina-nieta como información por tradición oral) a los propietarios de un circo que por el mencionado pueblo actuaba; pasó a formar parte de la compañía infantil de D. Juan Bosch, recorriendo España, y llegando, también, a Portugal. Escindida la anterior compañía pasó a formar parte de una de nueva creación, en 1895, con el nombre de La Aurora Infantil, donde actuó tanto de actor cómico como de niño de coro o partiquino, recorriendo Cuba, Méjico y otros países hispanoamericanos; en 1897, con 16 años, es abandonado, y queda solo y sin dinero. Después de deambular por distintos destinos (Sudáfrica, Cuba), alrededor de 1900, se encuentra en Argentina, y se une a una compañía de zarzuelas(del español Emilio Sagi Barba) donde conoce a Matilde Liñán (con la que se casaría en 1907 en Guayaquil (Ecuador), a la hermana de esta, Filomena, y los tres recorrerán un conjunto de países, hasta llegar a Méjico en 1909, donde trabajó de forma incansable como director de teatro, de escena, actor, intérprete de zarzuela y dramaturgo, tanto en Méjico capital como en otras ciudades del país. A partir de 1919 dirige sus pasos a EEUU, actuando en distintos lugares de Arizona, y desembocando en Los Ángeles en 1920, donde permanecerá el resto de sus días, haciendo zarzuela, operetas, revistas musicales, obras de teatro y finalmente cine, actuando en más de 30 películas en la década de 1930-1940.
Romualdo Tirado falleció el 17 de octubre de 1963 en Los Ángeles. Una nota publicada el 22 de octubre por La Opinión dice:
“Ayer, los restos del actor Romualdo Tirado fueron enterrados en el cementerio Holy Cross de Inglewood, California […] A las 10 a.m., la procesión fúnebre llegó al cementerio. El séquito incluyó una gran cantidad de artistas que trabajaron con él y sus amigos más íntimos. Tirado dejó una colección de escritos que incluyen una serie de poemas que reflejan su fervor religioso y su nostalgia por la patria a la que nunca regresó.”
Si un poema refleja la esencia de su vida, ese poema es El payaso, cuyo extracto dice:
“Aquí yacen los restos de un payaso que falleció como vivió, sin saber cómo ni cuándo, para algunos fue un gran hombre, mientras que para otros fue……. un payaso.”
Como se apuntó al inicio del escrito después de muchos años sin saber nada de su familia consiguió localizarlos y por su correspondencia se conoce algo más de su vida:
“En una carta, fechada en Los Ángeles el 12 de mayo de 1947, agradece a sus sobrinas, hijas de su hermano Manuel, el haberle enviado una fotografía de la Virgen de la Piedad y el bello libro titulado QUINTANAR Y SU TESORO, recordándoles que él conserva una pequeña estampa de la Virgen desde que salió de Madrid a trabajar con la Compañía de Niños Artistas, desde hace cincuenta y ocho años o más, habiendo sido su protectora y guía.”
Correspondencia donde también se puede leer reflexiones como:
“No olvides, querido público, que eres el alma del artista, que prefiere tus aplausos a las fantasías mundanas; todas son temporales, en este curso de la vida. La verdad está en el alma. Afortunados los que la guardan.”
En el periódico El País de 1 de marzo de 2009 se puede leer:
No ha sido Pedro Almodóvar el primer manchego que ha triunfado en Hollywood. Hubo otros. El primero, un actor de reparto de apasionante vida y películas para el olvido. Se llamó Romualdo Tirado, llegó a la Meca del cine cuando todavía era silente, después de sobrevivir las hambrunas españolas, la guerra de Cuba, la revolución mexicana y la vida dura de un cómico de la legua. Nunca fue famoso, nunca tuvo la fortuna de volver a su pueblo, Quintanar de la Orden. Olvidado actor de reparto, manchego en Hollywood. También se puede vivir sin Oscar.
En el caso de Romualdo sería mucho lo que se pudiera escribir, pero nos detendremos en juicios de personas cuya relevancia merece conocerse, así como instituciones:
A través de una carta que Romualdo envió a su pueblo natal de Quintanar de la Orden (Toledo) tanto a las autoridades civiles como eclesiásticas pudo contactar con su familia tras su salida a muy temprana edad y de esta forma conseguir su anhelado deseo de poder tener información, aunque nunca pudo conseguir volver.
Bibliografía:
- José Fernández Rodríguez, Quintanar en la Memoria, 2019.
- José Fernández Rodríguez, Quintanar de la Orden, Cien Años de Recuerdos, 2021.