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Sabas José Sancho Adellac
Calatayud (Zaragoza).
1885 -
Toledo.
1970.
Profesor de Instituto, Escritor y Poeta.

Nació en Calatayud (Zaragoza) en 1885 y falleció en Toledo el 24 de febrero de 1970. Fue profesor de instituto, escritor, colaborador de prensa y poeta. Estudió en Zaragoza, se licenció en Ciencias (sección de Químicas), y durante esos años envió colaboraciones a diversos periódicos de toda España, sobre todo poemas. De esa época es el libro de Eduardo de Ory La musa nueva (Zaragoza, 1908), en el que, tras un breve prólogo, se incluían noventa y cinco poemas, uno por autor, con una notas sucintas para cada caso. Allí figura nuestro profesor con un poema titulado “La mágica tierra”, que se publicó también, por ejemplo, en Diario de Córdoba el 17 de mayo de 1907. 

Fue profesor en el Instituto Jovellanos de Gijón y en diciembre  de 1911 era admitido, junto a un buen número de candidatos, como aspirante en las oposiciones, en turno libre, a la cátedra de Agricultura y Técnica Agrícola de los institutos de Toledo y Jerez. Ganó la de Toledo y la ocupó desde 1912 hasta su jubilación en 1955, aunque parece que llegó a solicitar el Instituto de Zaragoza en 1923. Por otra parte, en enero de 1918 era nombrado profesor de ascenso de la Escuela de Artes y Oficios de Toledo para impartir Aritmética y Geometría prácticas y en mayo de 1935 solicitó excedencia, que le fue concedida, en el cargo de profesor auxiliar numerario de dicha Escuela. 

El 21 de julio de 1915 se casó en la capilla del Colegio de Doncellas con Amparo San Román, hija de Teodoro San Román Maldonado, director del Instituto toledano desde 1896 hasta 1907, y hermana de Francisco de Borja San Román Fernández, historiador y pensionado de la JAE.

Pero su actividad no se limitó a impartir clases y se extendió a los ámbitos literarios, que ya había desarrollado como poeta. Estuvo en el grupo capitaneado por Vegue y Goldoni que, aunque domiciliado en Madrid, tomó parte activa en la vida cultural toledana. Fue conocido en la ciudad, según Fernández Delgado, como “Los del Entierro del Conde de Orgaz”, y, entre otros, estaban su compañero de Instituto Ventura Reyes o el doctor Román Delgado. Como es fácil imaginar se dedicaron, como otros autores desde Madrid, al estudio y difusión de la obra del Greco. Por otra parte, el 19 de noviembre de 1916 se producía una primera audición en el Centro de Artistas e Industriales de una opereta trágica titulada El Pozo Amargo, con texto suyo y música del maestro Flores.

También en 1916, junto al profesor Eloy Luis Andrés, impulsó la denominada “Extensión Universitaria de Toledo”, conjunto de actividades culturales divulgativas, sobre todo conferencias, que se desarrolló en Toledo a partir de noviembre de 1916 y hasta 1918. El objetivo perseguido era “luchar por la cultura conservando la tradición”. Tras el apoyo del claustro del Instituto pidieron la unión de otros centros de enseñanza civiles y a la iniciativa se sumaron la Normal de Maestras, la Normal de Maestros y la Escuela de Artes. Se reunieron en el Instituto delegados de los cuatro centros y acordaron desarrollar un programa con el siguiente esquema de trabajo: Cultura general (Instituto), Cultura popular (Escuela de Artes e Industrias), Cultura profesional femenina (Escuela Normal de Maestras) y Cultura profesional para maestros (Normal de Maestros). E invitaban a la Academia de Infantería, Asilo de Huérfanos, Seminario, Círculo de Artistas o Cámara de Comercio a pedir su cooperación. Sancho impartió, en el marco de la Extensión, al menos una conferencia el día 4 de febrero de 1917, a partir de las 12 de mañana, titulada “Los problemas fundamentales de la agricultura castellana”. El Castellano (5-2-1917) comenzaba así la crónica: “Como los domingos anteriores, ayer el paraninfo estaba materialmente repleto de gente ávida de escuchar las enseñanzas que había de prodigar el joven catedrático. Había muchas señoras y muy lindas señoritas”. Y sintetizaba las tesis del conferenciante para intentar solucionar el problema con la frase “Crédito y enseñanza, asociación y acción”.

En cuanto a su relación con la JAE es preciso indicar que fue de mero solicitante. El 17 de enero de 1914 firmaba un escrito en el que pedía ampliar prácticamente sus conocimientos en una rama de la Agricultura tan interesante y nueva como la Microbiología Agrícola. Y para ello solicitaba autorización para trabajar durante todo el curso siguiente en el laboratorio de Microbiología Agrícola, que dirigía Antonio de Gregorio Rocasolano, profesor de Química General en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza. Quería estudiar todo lo concerniente a los microbios del suelo laborable y, especialmente, a los “fijadores del nitrógeno libre del aire”. Afirmaba que no había en España un laboratorio como el de Rocasolano, que ya conocía al trabajar en él durante un mes, cuando pudo apreciar sus excelentes dotes de maestro y su extensa cultura teórica y práctica en los estudios mencionados. E indicaba que no pedía pensión para ir al extranjero  directamente, pues allí había que ir bien preparado técnicamente para conseguir algún provecho Y finalizaba diciendo que no podía presentar méritos relevantes en los dos cursos escasos que llevaba desempeñando la cátedra en Toledo pues falto de material de investigación en el laboratorio su labor se había limitado a la elaboración de un libro titulado Las enfermedades de la vid. 

Pues bien, en sesión de la JAE de 21 de enero de 1914 se acordaba denegar la petición “por no ser de la competencia de la Junta”, según consta de manera clara en el expediente de Sancho Adellac. No se aducían razones pero cabe pensar que eso era así, según el reglamento de la Institución, pero esta denegación era uno de los ejemplos que Rocasolano, catedrático de la Universidad de Zaragoza y vicepresidente del CSIC, aducía en su aportación al libro-panfleto Una poderosa fuerza secreta. La Institución Libre de Enseñanza (San Sebastián, 1940), titulada “La investigación científica, acaparada y estropeada”. Afirmaba que Sancho conocía sus trabajos sobre la acción fertilizante del manganeso y que no pedía una pensión sino la consideración de pensionado. La respuesta de la JAE, según Rocasolano, fue la siguiente: “No se concede porque sería sentar un mal precedente”, que para nada figura en el expediente. Mentira que le servía para concluir el caso con la siguiente consideración: “Hay que reconocer que, tanto en el manejo de la publicidad como en el del silencio –arma más terrible que la oposición–, los institucionistas son maestros”.

La participación de Sancho en la vida política fue más intensa durante la Dictadura de Primo de Rivera. Unos meses después del pronunciamiento militar firmó un manifiesto de apoyo, junto a otros toledanos importantes, a la labor del Directorio militar. El periódico católico El Castellano (1-3-1924) titulaba la información de esta forma: “Un llamamiento a la conciencia ciudadana. Es preciso apoyar a los que han sabido detener a la Patria al borde de la ruina” y lo firmaban Teodoro de San Román, su suegro, Manuel Castaños, Jesús Echevarría, Timoteo Celada, Álvaro Cepeda, Fernando Aguirre, Miguel Liso, Juan Suero, Félix Urabayen, Ramón María Delgado, Arturo Relanzón y Julio Pascual. Un año después era designado diputado provincial directo para constituir la Diputación provincial, en la que fue nombrado diputado visitador del Hospital de Dementes y del Instituto Provincial de Higiene y más tarde vicepresidente. 

Durante la Segunda República apoyó económicamente la campaña, promovida por sectores católicos toledanos y mantenida durante años en El Castellano, para constituir centros de enseñanza católicos. Se presentaba exactamente así: “Suscripción popular permanente para la creación y sostenimiento de escuelas libres”. Y también formó parte de la Cámara Oficial de Comercio e Industria, como vocal cooperador. Pasó la guerra en Toledo y el 20 de octubre de 1938 fue nombrado, junto a Antonio de Losada Pérez, secretario técnico en la provincia de Toledo de Auxilio Social, según Mónica Orduña Prada. 

Colaboró en muy diversas publicaciones periódicas de carácter nacional, con artículos profesionales, en prosa y poesías, como Azul (Zaragoza), Boletín de Agricultura, Técnica y Económica (Madrid), Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural (Madrid), El Defensor de Córdoba, Diario de Córdoba, Estudio (Barcelona), Nuevo Mundo (Madrid), Por esos Mundos (Madrid), Tierra Soriana, Treballs de la Societat de Biologia (Barcelona), La Vida en el Campo (Madrid)… Y en otras toledanas como La Decisión, El Castellano, Toledo... Por cierto, el periodista Roger, de la obra Toledo:Piedad, del escritor Félix Urabayen, parece que era José Sancho.

Obras

  • “Acción comparada del sulfato de manganeso, del bióxido de manganeso y del bióxido de bario sobre la vegetación”, en Treballs de la Societat de Biologia, Barcelona, núm. 4 (1916), pp. 236-253.
  • Las enfermedades de la vid, Toledo, Rafael G. Menor, 1916.
  • El oidium y el mildieu, Madrid, Antonio Marso, 1922. 
  • El oidium y el mildiu, Madrid, Espasa-Calpe, 1934.
  • “La reacción del suelo y la caliza en un grupo de tierras del centro de España”, en Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, Madrid, núm. 41 (julio-octubre de 1943), pp. 435-440.

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