No hace tanto tiempo que murió Teresa, ella es nuestra contemporánea. Sin embargo, en su juventud, ser feminista y de izquierdas, en Cuenca, era todo un desafío. A ella le debemos las conquenses algunos de los pasos que se han dado en esta ciudad en el camino hacia la igualdad de género. Gracias a ella tenemos algunas calles con nombre de mujer. A ella y a dos mujeres del Ayuntamiento, Marta Segarra y Consuelo García que, apartando sus diferencias políticas y los intereses de sus respectivos partidos, se pusieron de acuerdo, y aceptaron la propuesta de Teresa de feminizar el callejero conquense.
Teresa nació en Cañete en 1933 y murió en septiembre de 2021, en Cuenca. Aquí vivió casi toda su vida, desde que sacó su plaza de profesora, primero en el Colegio Universitario y más tarde en la Universidad de Castilla-La Mancha, donde coincidió con Gregorio Peces Barba, profesor de Derecho Constitucional, Virgilio Zapatero y otros intelectuales, figuras clave de la política española del momento. De esta época recuerda la vigilancia policial que sufrió por haber dado un curso sobre Educación Sexual. No sólo era progresista en la selección de la materia a impartir, además, sus clases eran más participativas y modernas que las de otros profesores. También resultaba más cercana a los alumnos, por lo que la policía la interrogaba cuando había una huelga, o cuando el busto del general Moscardó, que había a la entrada del edificio de Falange, apareció un día teñido de pintura roja.
La fama de mujer de izquierdas le venía de su padre, médico represaliado por el franquismo, que después de salir de la cárcel se vio apartado de su puesto de médico forense y de atención primaria, que había ganado por oposición, y sólo se le dejaba ejercer como interino por los pueblos. De ahí que la familia se desplazara constantemente de un lugar a otro: Huélamo, Las Majadas, Almodóvar del Pinar, etc.
En una entrevista, cuenta que los años en la cárcel y en el campo de concentración de Santa María de Huerta, en Soria, le provocaron al padre una tuberculosis que lo llevó a la tumba muy joven. Su madre, en cambio, “era una señorita de familia bien de Cuenca”, con ideas contrarias a las del padre, cuenta en la misma entrevista. “Mi padre era el señor malo que se había equivocado. El mismo año de su muerte se murieron dos hermanos míos de tuberculosis, igual que mi padre. Mi madre no quería que lo mencionáramos y lo fui olvidando… Pasamos hambre en mi casa” (Escuela de Ateneas, 2021).
Vivieron en la pobreza, pero pudo estudiar gracias a sucesivas becas que le permitieron hacerse maestra y, trabajando, seguir estudiando hasta conseguir su cátedra en la Universidad. Oposiciones en las que sacó el número dos. En una entrevista en la que le preguntan por sus profesores, recuerda a dos de ellos, Morán y Luis Brull, los maestros que hicieron las gestiones para pedirle una beca y que siguiera estudiando después de la muerte de su padre.
También recuerda su paso por la escuela de Cañaveras, en su infancia. Llegó sabiendo leer, porque aprendió de los letreros de las calles. De oírlos pronunciar. un día comprobó que reconocía las letras. Lo cuenta en el programa del periodista Paco Auñón, en la Cadena SER, con motivo del premio que recibió el 8 de marzo, Día de la Mujer, de 2017. También confesó que siempre le gustó leer, que desde muy pequeña leía cuentos y comics, y hasta libros prohibidos que tenía una amiga de Cañaveras en la cámara de su casa. Esta afición por la lectura continuó de adulta. Ya jubilada, perteneció a dos clubs de lectura, en uno de ellos como profesora para enseñar a leer a emigrantes, un proyecto resultado del convenio entre la Biblioteca pública Fermín Caballero y Cáritas. Siempre fue muy solidaria. Este altruismo suyo y su búsqueda de la justicia la llevaron a pertenecer a una orden religiosa durante diez años. Y también, según ella, fue la motivación que la llevó más tarde a dedicarse a la enseñanza y participar en movimientos sociales.
En los años 70 hizo las carreras de Filosofía y Letras y Pedagogía en Madrid. En 1975, nada más terminar sus estudios, ocupó la plaza que quedó vacante en Cuenca, de profesora de Pedagogía y Filosofía, en la Escuela de Magisterio. Después pasaría cinco años en Italia, formándose con un famoso pedagogo y otro tiempo en Suiza, con una beca, en contacto con los movimientos más progresistas en Educación.
Gregorio Peces Barba, que luego fue presidente del Congreso de los Diputados, la propuso para vicerrectora de la Universidad Autónoma. Pero la dirección de la Escuela de Magisterio de Cuenca se opuso a ello y amenazó con dimitir, recuerda con cierta amargura. Todo el equipo conquense de la dirección de la Escuela eran hombres muy conservadores y la directora era ella.
En Cuenca colaboró con grupos feministas de la ciudad como el espacio La hora violeta y Escuela de Ateneas, de donde he sacado la mayor parte de esta información. Se puede escuchar una breve autobiografía suya en esta web creada por Laura Fresneda. Además, pueden leerse sus artículos, la mayoría de acceso abierto en Dialnet, imprescindibles para conocer el movimiento de renovación pedagógica en tiempos de la República y posteriores.
Su ideario pedagógico está influido por “la ideología de oprimido” de Pablo Freire: “no se trata de suplantar o quitarte a ti para ponerme yo, lo que sería un cambio de signo de dominación”. A esa ideología, le suma su feminismo: “Hay que recuperar para todos los valores femeninos, una vida colectiva nueva, una nueva cultura que ya decía Virginia Woolf” (Escuela de Atenas, 2021)
De su artículo Mujeres viajeras exploradoras de cultura, cito: “hasta 1910 y después de larga batalla de adelantos y retrocesos, las mujeres españolas pudieron hacer estudios universitarios con pleno derecho. Fue a raíz de esos años cuando un grupo de profesionales, formadas ya en altos estudios, empezaron a viajar como exploradoras de la cultura europea. Acudieron a las mejores universidades, centros de educación, bibliotecas, archivos y museos de Europa y, además, viajaron solas, sin maridos, sin amantes y sin padres y, con frecuencia, en grupo”. (Marín Eced, 2011)
En este y otros artículos analiza lo que califica como feminismo incipiente de estas mujeres que, en sus viajes a Europa gracias a aquellas becas de la Junta de Ampliación de Estudios, conocen lo que estaba ocurriendo en el mundo y podían comparar los avances de los derechos de las mujeres de inglesas, francesas y alemanas con el atraso que tenían las españolas.
Vieron lo importante que era la educación de los niños para cambiar la sociedad, y la necesidad de que las mujeres accedieran a carreras superiores y ocuparan puestos de responsabilidad para ser protagonistas de la historia.
“Por supuesto que su feminismo no pasó de la defensa de las mujeres en pro de su derecho a la educación, a un trabajo y a una sexualidad responsable. Lejos de los movimientos sufragistas y de las conductas ‘desordenadas’…El feminismo, la educación y la cultura en general que entusiasmó a nuestras viajeras se mantuvo dentro de la más estricta ortodoxia, aunque ya estaban abriéndose paso la moral permisiva o “libertaria” de André Gide o de Oscar Wilde (De profundis, fue traducido por Margarita Nelken). Los manifiestos en favor del voto de las mujeres y la moral de los grupos más vanguardistas no fueron ambientes frecuentados por ellas. Tampoco la libertaria escuela de Summerhill” (Marín Eced, 1988, págs. 93-110).
Teresa recupera la memoria de estas mujeres de Castilla-La Mancha, que renovaron la enseñanza en nuestro país, y difundirá en sus clases de la Facultad en Cuenca lo que ellas aprendieron de lo que vieron fuera y adaptaron a su regreso en sus puestos de trabajo. Entre otras cosas, crearon jardines de infancia, ampliaron las aulas y las decoraron con fines didácticos, copiaron y crearon nuevos materiales para sus enseñanzas, inauguraron las colonias escolares, las excursiones de grupo, etc. En definitiva, las características de la escuela nueva que ya había triunfado en Europa y que en España no se logró implantar del todo por el estallido de la guerra, y el posterior retroceso de la postguerra con la prohibición de la Junta de Ampliación de Estudios y persecución de todo el que hubiera estado relacionado con ella. Algunas de estas metodologías todavía resultaban novedosas, cincuenta años después, en las Escuelas de Magisterio, que durante la dictadura tuvieron la presencia obligada de la Sección Femenina.
La profesora Marín Eced, creó un proyecto universitario regional, en colaboración con investigadoras de cada una de las cuatro provincias de CLM, para rescatar del olvido a las mujeres becadas por la JAE, en el marco de la Ley de memoria histórica. Fruto de este proyecto fue que se pusieran los nombres de estas mujeres a calles de sus respectivas ciudades. Así tenemos que en Cuenca aparecieron en el callejero, en 2011 los nombres de Mercedes Escribano, Carmen Diamante, Ángeles Gasset, Juliana Izquierdo, etc.
Todavía quedan sin conocerse bastantes obras de estas mujeres, que, al ser represaliadas por el franquismo, dejaron inéditos sus escritos. Entre ellas, Juliana Izquierdo o Mercedes Escribano, citadas anteriormente. Teresa califica de tesoro público las memorias de los viajes y proyectos de estas mujeres, sus notas de trabajo sobre los museos y lugares que visitaron y la riqueza de sus experiencias, dignas de ser publicadas para que se conozcan.
Las investigaciones en la educación de este periodo histórico coinciden en afirmar que su libro La pedagogía europea importada por los becados de la Junta de Ampliación de Estudios (1907-1937), publicado por la UCLM, supuso un antes y un después en la historia de la educación en España.
La vida de Teresa, como la de las mujeres que ella ha recuperado para la historia, no ha recibido el reconocimiento que se merece, a pesar del ya citado, el del Ayuntamiento de Cuenca en 2017, por el Día de la Mujer, y otro, también con motivo de esa celebración, el 8 de marzo de 2006, por la Junta de CLM. Sin embargo, no hay en Cuenca una calle que lleve su nombre. Creo que se lo merece, aunque sólo fuera por el esfuerzo que hizo para que el callejero conquense fuera menos injusto con las mujeres, al aceptar los nombres que ella propuso.
Sería interesante contar con una biografía, conocer los obstáculos que una mujer de su época tuvo que salvar para llegar a la universidad, ocupar los más altos puestos académicos y gozar de un gran prestigio intelectual.
Obras
Además de un número importante de artículos de revistas y colaboraciones en obras colectivas, ha publicado las obras siguientes:
- Teresa Marín Eced, La renovación pedagógica en España (1907-1936). Los pensionados en pedagogía por la Junta para ampliación de estudios, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, 1990.
- Teresa Marín Eced, Innovadores de la educación en España (becarios de la Junta para Ampliación de Estudios), Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 1991.
- Teresa Marín Eced y María del Mar del Pozo Andrés (coords.), Las mujeres en la construcción del mundo contemporáneo, Cuenca, Diputación Provincial de Cuenca, 2002.
- Teresa Marín Eced (coord.), Figuras femeninas en El Quijote, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2007.