Nació el 20 de marzo de 1868 en Madrid y falleció en esa misma ciudad el 10 de julio de 1936. Pintor y escultor, hijo del también escultor José Trilles (bajo su dirección, decía en una entrevista, “emborroné los primeros cartones y hundí los dedos en el barro”, fue alumno en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, donde obtuvo diversos premios. Por ejemplo, en los exámenes de fin de curso de 1884 consiguió premio de 500 pesetas en Escultura y medalla en Modelado del Natural. Estuvo pensionado en Roma desde 1889 hasta 1992, gracias a una ayuda de la Diputación Provincial de Madrid, y entre 1895 y 1899 disfrutó de una pensión del Estado para ir a la Academia Española de Bellas Artes en Roma.
En la Exposición Nacional de Bellas Artes obtuvo dos terceras medallas en las ediciones de 1887 (Leónidas en las Termópilas) y 1890 (Los naúfragos), una segunda en la de 1897 (El barquero) y dos primeras en las de 1901 (El gigante Anteo) y 1904, con su grupo Perseo y Andrómeda. Consiguió también medalla de Oro en la Exposición Universal de Chicago y medalla de plata en la Exposición Universal de París (1900), además de premio en la exposición de Barcelona celebrada en 1898. Y fue vocal de Escultura en las exposiciones nacionales de 1892 y 1895.
Una entrevista en la revista Alma Española (13-12-1903) muestra a un joven artista seguro de sí mismo, tras pasar casi ocho años en el extranjero, y muy crítico con el mundo establecido del arte. Así lo describía el entrevistador: “Si queréis oír, lectores, muchas tristes verdades, visitad, aunque sea una sola vez, al notable autor del Gigante Anteo Trilles os contará con acedas y precisas palabras, sin tiquis-miquis ni sutilezas al uso, una lucha artística que parece no acabar nunca, un odio, un mezquino rencor incomprensible de los que llegaran, que, por todos los medios, avillanándose como viles mercaderes, disputan á una juventud triunfadora su mérito, y obtienen, por la influencia y otras malas artes, el encargo y el fruto… Y anulan concursos, y ofrecen los trabajos por sólo los gastos, y cobran grandes sueldos en direcciones y cátedras que no desempeñan…Y ellos también –los viejos maestros– son los que distribuyen el trabajo, si lo hay abundante, entre los artistas jóvenes; y cuando algún postergado hambriento intenta llevar sus justísimas quejas a los periódicos de gran circulación, hasta por los mismos directores de los órganos populares, se les niega todo derecho a la defensa…”.
Trilles seguía desgranando los problemas del artista en España, en cuyas academias no se enseñaba a pensar y eso era un problema importante. Y luego hablaba de los beneficios de la unión de los jóvenes contra los establecidos. Si la unión fuera una realidad “la polacada” del frontón de la Biblioteca no se habría consumado. La cuestión fue que pese a que la Academia de San Fernando le dio ganador a él luego el Ministerio lo adjudicó a Agustín Querol. Y es que, como se escribía en La Ilustración Española y Americana (29-5-1892), Trilles estaba desprovisto de valedores y Querol, sin embargo, estaba favorecido por toda clase de recomendaciones, “palanca incontrastable en este desdichado país, donde aun en asuntos de justicia se acepta sin rubor y sin escrúpulos el compromiso de arrollarlo todo por servir al amigo ó al poderoso”. Con unión, decía Trilles, no se hubieran hecho sin concurso los grupos del Ministerio de Fomento, ni en las Exposiciones estarían los premios a merced de los influyentes, ni las plazas de profesores serían entregadas a parientes de paniaguados. Y con unión se podría evitar ese triste espectáculo del acaparador de estatuas, del contratista de Arte, tipo peculiar en España, para oprobio nuestro.
La única forma que veía de que un artista saliera adelante era dedicarse a la enseñanza y en esa línea su oportunidad llegó en julio de 1902, al hacerse pública la vacante en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de una plaza de profesor auxiliar de clases prácticas en la sección de de Pintura, por ascenso a numerario del guadalajareño Alejo Vera. La obtuvo y llegó el nombramiento en noviembre de ese año. Por poco tiempo, pues en junio de 1903 era nombrado, como resultado de concurso, profesor numerario de Modelado y Vaciado en la Escuela Elemental de Artes e Industrias de Almería.
Para acercarse a Madrid, de la Escuela de Almería pasó a la de Toledo. Tras la muerte de Matías Moreno le sucedió como director en la Escuela Superior de Artes y Oficios (julio de 1906) y ocupó dicho cargo hasta noviembre de 1908. En la prensa era presentado como “el inquieto profesor numerario de Modelado y Vaciado don Miguel Trilles”, que, a diferencia de su antecesor, contaba con la dirección protectora del catedrático de la Universidad Central José Muñoz del Castillo, según afirmaba el también profesor de la Escuela Aurelio Cabrera Gallardo (El Castellano, 13-5-1924). Precisamente, contra dicho profesor presentó una querella por el delito de injurias, aunque no se han podido conocer las razones. Además de Modelado y Vaciado, en Toledo impartió enseñanza de Estudio de las Formas de la Naturaleza y del Arte y Composición Decorativa Escultórica Aplicadas a las Artes Industriales.
Cuando residía en Toledo fue nombrado correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y después, en 1913, miembro de número. El 30 de marzo de ese año pronunció un discurso dedicado al también escultor Eduardo Barrón, antecesor de Trilles en el puesto de la Academia, que fue contestado por el arquitecto Enrique Mª Repullés y Vargas.
Desde 1910 pudo trabajar por fin en Madrid. En junio, tras la correspondiente oposición, fue nombrado profesor numerario de Modelado del Antiguo y Ropajes en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, precisamente en la que él se formó.
Cuando todavía estaba en Toledo solicitó pensión a la JAE en 1907 y 1908, pero no le fue concedida. Sí lo fue la petición firmada en marzo de 1910 para realizar estudios de Escultura aplicada a las Artes Industriales. Presentaba una hoja oficial de méritos y servicios y hacía constar su conocimiento del francés y el italiano. Empezó su viaje el 1 de enero de 1911 y estuvo en Florencia, Nápoles, Pisa, Roma, Venecia y otras poblaciones italianas. Después marchó a París, donde visitó museos, escuelas de artes industriales y fábricas. Tuvo que regresar en septiembre, antes de tiempo, por enfermedad.
Volvió a pedir pensión en 1931, cuando era conservador restaurador de escultura en el Museo del Prado, pero no consta que se le concediera pues el cambio de régimen quizá lo impidió. Pedía la ayuda para realizar determinados estudios durante ocho meses, relacionados con su cargo en el Museo del Prado, en Francia, Italia, museos griegos y Británico. El Catálogo de Escultura tenía “defectos y erróneas interpretaciones” que debían subsanarse.