Aspa y Arnao, Urbano

Galería

Urbano Aspa y Arnao
Sigüenza (Guadalajara).
1809 -
Fuencaliente de Medinaceli (Soria).
1884.
Músico y compositor..

Nació Urbano Aspa y Arnao en Sigüenza (Guadalajara), el 25 de mayo de 1809, cuando la ciudad se encontraba ocupada por las tropas francesas, en medio de la Guerra por la Independencia, lo que haría que la familia, como numerosas más de la clase acomodada, saliese de Sigüenza en busca de un refugio más cómodo en la cercana población de Palazuelos, desde donde retornaría en 1812.

Contaba con apenas ocho años de edad cuando obtuvo plaza en el coro de infantes de la primera iglesia de la Diócesis. En ella comenzó los estudios de música, y en ella continuó hasta que, pasados los años, dejó Sigüenza por el mundo de la Corte, como tantos otros muchachos que aprendieron las nociones básicas en la catedral, y buscaron en la capital nuevas oportunidades.

Antes que sucediese, el abandono de Sigüenza por la amplitud del mundo, bajo las bóvedas de la catedral lo fue prácticamente todo, y desde 1833 hasta su partida en 1842, maestro de capilla. Dejando, a su marcha, una amplia colección de piezas musicales, como compositor de ellas que era. Colección de piezas musicales que sonaron en las grandes festividades de la ciudad. Con motivo de la toma de posesión de los obispos; en la Navidad, la Semana Santa, San Roque, etc.

Don Hernando de Acevedo, escritor, periodista y también músico, lo definió como: “ilustre maestro compositor de música religiosa, fue siempre la modestia, tan extremadamente adorada por aquel que en diversas ocasiones rechazó cargos oficiales, fundándose en que no poseía méritos para ocuparlos ni fuerzas para llenar sus obligaciones debidamente; y se opuso a que algunas de sus obras fueran lanzadas a la publicidad, sugestionado por el terror que le producía toda notoriedad”.

Don Urbano Pedrell trazaría su biografía con breves líneas en su “Diccionario Biográfico y Bibliográfico de Músicos y Escritores de Música”, al término del Siglo XIX: “Nació el 25 de mayo de 1809 en Sigüenza, en el barrio llamado del Castillejo, y apenas contaba ocho años cuando ya obtenía del cabildo catedral de aquella ciudad la beca de infante de coro. Dotado de organización musical, que desarrolló en aquel Colegio de infantes, cuna de tantos maestros notables, escaló muy pronto los peldaños de su carrera artística. En junio del año 1827 era nombrado contralto de la citada catedral, y en febrero de 1832 tomaba posesión de la plaza de maestro de la capilla. En ella ejerció hasta el año 1842, que se trasladó a Madrid a seguir su profesión. Desde esta época hasta la de su muerte, Aspa trabajó sin descanso, produciendo el crecido número de obras que ha escuchado Madrid entero. Durante veinte años, hasta septiembre de 1870 fue profesor del Colegio de Niñas de Nuestra Señora de la Presentación, vulgo Leganés…”

Quizá por ello, escondiéndose de la fama, pudo dar a la imprenta decenas, quizá cientos de composiciones musicales que fueron en la segunda mitad del siglo XIX piezas que tocarse fuera y dentro de las iglesias, por mucho que la mayoría de ellas fuesen religiosas. Los registros dan cuenta de que fueron al menos trescientas las obras que su hijo pudo documentar al fallecimiento de su padre, entre las que figuran:

 

   Lamentos de las ánimas benditas

   Despedida a María Santísima del Carmen

   A Dios, rey de la gloria

   Salve del olvido

   Los cielos y la tierra canten

   Gozos de la Virgen de la Salud

   Bendita sea tu pureza

   Jaculatoria a la Virgen a cuatro voces con orquesta

   Mirabilla

   Lamentación de Jueves Santo

   Cantata a la Inocencia

   Pastoras y zagalas

   Flores de María

   Letanía al Santísimo

   Antífona a Santa Rita de Casia, etc.

 

Apenas tres años después de su llegada a Madrid formaba parte, junto a grandes y sonoros nombres de la música española, de la Capilla Musical de la Concepción, que se estrenó el primero de noviembre de 1845 en la iglesia de San Pedro, con una función a su titular. A partir de aquí la Capilla, o la orquesta, dirigida por el gran maestro, recorrió con asombroso éxito gran parte de los aconteceres capitalinos de su tiempo.

A aquella Capilla Musical de la Concepción siguió la de San Juan; con ella recorrió los principales coros y escenarios de Madrid a lo largo de los cuarenta años siguientes, en los que la admiración por su obra creció tanto o más que su huidiza fama. Cuando los coros y teatros de Madrid se llenaban de público anheloso de escuchar las composiciones musicales de los grandes maestros europeos, y encontraban que también aquí teníamos genios singulares.

Don Urbano Aspa regresó a Sigüenza en cuantas ocasiones le fueron propicias y las circunstancias le facilitaron el viaje, si bien a partir de 1843 su vida se centró en la capital del reino, y en un pueblecito de la provincia de Soria, Fuencaliente de Medinaceli, en donde levantó casa veraniega y a donde acudía a descansar. Ante todo, después de su matrimonio con doña Narcisa Gómez Benítez; matrimonio del que nacieron Encarnación y Mariano Aspa y Gómez quien también dejó algunas notables piezas musicales, sin duda corregidas e influenciadas por su padre, del que aprendió el arte de la música en la academia que don Urbano abrió y dirigió, en la calle de la Aduana, en el centro de Madrid,

Retirado del mundo, aquejado por una incipiente ceguera, don Urbano se ocupó en los últimos años de su vida en organizar su inmensa obra y descansar en aquel pueblecito de Soria que lo acogió, Fuencaliente, en donde falleció el 28 de agosto de 1884, a la una y media de la madrugada. Contaba con setenta y cinco años de edad.

En los días siguientes, conforme la noticia se fue conociendo, España despedía, a través de las crónicas periodísticas, con líneas que daban a conocer la grandeza de su persona, a uno de los hombres más populares, por su música, de España; tanto o más que don Hilarión Eslava, con quien compartió sana amistad y distinguida competencia, desde que don Hilarión le ganó la oposición a maestro de capilla de la catedral de Burgo de Osma, poco antes de que nuestro gran seguntino, quizá decepcionado por aquello, marchase a Madrid, para ser parte de la historia musical española.

Bibliografía:

  • Eusebio Martínez de Velasco, “El Maestro Arpa”, La Ilustración Española y Americana, Madrid (30-3-1886).
  • Felipe Pedrell, Diccionario Biográfico y Bibliográfico de músicos y escritores de música, españoles, portugueses e hispano americanos antiguos y modernos, Madrid, 1897.
  • Manuel Pérez-Villamil, La Catedral de Sigüenza, Madrid, 1899.

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