El poeta Vicente Cano Cano nace en Argamasilla de Alba el 1 de enero de 1927 y fallece en Ciudad Real 11 de julio de 1994. Fue el sexto hijo del matrimonio formado por Vicente Cano García (de profesión sastre) y Rosa Cano Ramírez. Dicho matrimonio, aunque tenía ascendencia andaluza (Rodríguez Ruiz: (1997:16) cuando contraen matrimonio se instalan en Moral de Calatrava, (Ciudad Real), y en esta localidad nacieron sus primeros hijos: tuvieron diez -dos de ellos fallecidos tempranamente-, posteriormente la familia sumaría cuatro varones y cuatro hembras.
En cuanto a su infancia, según el poeta explicaba, fue de penurias económicas difíciles de superar. Afectándole, sobre todo, su formación académica, la cual se forjó con un gran esfuerzo personal, superándose constantemente; pues iniciados sus estudios en Tomelloso (sólo pudo cursar los primarios), cuando contaba nueve años se vieron truncados por la Guerra Civil (1936): su padre y uno de sus hermanos fueron alistados y él quedó, junto a su madre, al cuidado de la familia y sus necesidades.
Después de superar aquel difícil período llegó el tiempo del idealismo y de enamoramientos: época en la que empieza a componer versos amorosos y otros incardinados a la tierra que lo vio nacer, una constante en su obra: Quien ama sus raíces está abrazando al mundo/ y es mar de todas partes, (1979: 55).
Pero no sería hasta 1952, cumplidos los 25 años, cuando se enamora de una joven de Argamasilla: culta, alegre y sencilla, llamada Teresa Gutiérrez Serrano, que, con 18 años, acepta un compromiso lleno de amor hacia el poeta: sensible y generoso. En realidad, Vicente no pudo elegir una musa más entregada. Compañera que alentó, durante toda su vida, la vocación del poeta a través del amor. Importante es reseñar que Teresa siempre tenía una sonrisa de cariño y amistad para todos los que visitábamos su hogar; madre coraje para sus tres hijos, sobre todo en situaciones difíciles por la salud de uno de ellos.
Superados los momentos tristes con la entrega incondicional de Vicente a Teresa y Teresa a Vicente, los dos formaron un matrimonio unido en todo; junto a ellos la poesía se hizo sendero por el que transitar.
Las Reuniones Literarias de Ruidera.
El 26 de noviembre de 1963, un grupo de entusiastas de la cultura en La Mancha: poetas, escritores, pintores, periodistas, etc., crean las «Reuniones Literarias de Ruidera»; formalizadas en el Club de las Lagunas, (ribera de la Laguna Colgada), llevándose a cabo anualmente, durante los meses de noviembre a marzo. (Lanza, 23-11-1964).
Alentado por Pascual A. Beño y Juan Torres Grueso, Vicente Cano participa en la tercera de las mencionadas jornadas. Los otros dos invitados que acompañaron al vate de Argamasilla fueron: el poeta Federico Muelas y el profesor, concertista y guitarrista, Segundo Pastor. Posteriormente, Cano, seguiría participando en las famosas Reuniones; pues dos años después, (Lanza, 1-12-1966), es la poesía la que vuelve a citar a un acto al reconocido y famoso académico, Luis Rosales, que presentó su libro: La casa encendida. En la terna figuraban, Vicente Cano y Alfonso Carreño: éste último natural de Bullas (Murcia), que fueron los que pusieron el broche de oro en aquella tarde tan especial.
Las anteriores actividades no le hicieron olvidar a Vicente seguir trabajando con esmero para que lo cotidiano se fuera haciendo verso personal y muy cuidado. En realidad, Vicente manifestó su humanismo a través de la sencillez, generosidad y sensibilidad que tenía y donaba; plasmada reiteradamente en sus obras: siempre cercanas a los desfavorecidos.
En cuanto a la búsqueda de la luz esperanzada que deseaba y quería para su poesía se empieza a dar a conocer en los años 1967-1970, que es cuando los medios de comunicación notician su quehacer con reseñas laudatorias por medio de corresponsales y periodistas.
Primer libro.
El 5 de mayo de 1969 ve la luz su primer libro de poemas, titulado Inquietud; suma de versos llenos de sencillas palabras para la tierra, y la vida, los sueños y la esperanza: Vale la pena buscar/ en la oscuridad…, reflejos,/ cimas plenas de imposibles/ entre repliegues de sueños,/ quijotes junto a los sanchos, entre los ruidos silencio […] Así seguir y seguir,/ aunque pese mucho el suelo/ y el aire clave cuchillos/ en las entrañas del eco,/ con tal de forjar amor/ sobre el yunque de unos versos, (p. 108).
El mencionado libro fue prologado por el extraordinario poeta conquense Federico Muelas, anotando en dicho prólogo su admiración por la poesía de Cano: “De vuelta de demasiadas cosas y sobre todo de falsos humanismos de raíz libresca, me siento irremediablemente atraído por quienes como Vicente Cano se vuelcan en la estrofa, trasvasan su verdad grande o pequeña, trasplantan la flor humilde que Dios le dio con todo su cepellón de barro sin disecarla”, (V. Cano: 1969, 9-17). Igualmente, Pascual A. Beño, en la “Reseña Biográfica” que llevan las solapas de Inquietud ensalza al poeta de Argamasilla: “Hace años que Vicente Cano, desde el lugar germinal de Don Quijote, sostiene un apasionado diálogo con todo lo creado, principalmente con el paisaje y con los hombres de su tierra -La Mancha nuestra de cada día-. Fruto de ese diálogo apasionado son estos versos, todo quietud”.
El Grupo Guadiana y la Revista MANXA.
En 1973, Vicente ya era un poeta reconocido y estimado. Sin embargo, para seguir alentando sus aspiraciones literarias tuvo que buscar una ciudad donde fuera fácil reunirse con otros escritores y, asimismo, sacar a su familia adelante.
Después de algún tiempo de búsqueda encuentra trabajo en la capital de la provincia, trasladándose a Ciudad Real, donde la familia fijará su residencia y donde Vicente proyectará su obra a nivel nacional e internacional, participando pronto con el Grupo Literario Guadiana; Grupo que, en 1974, bajo la dirección de Raimundo Escribano, había publicado el primer número de MANXA: doce páginas, bien organizadas, con colaboraciones de poetas del Grupo y otros invitados; poetas que, desde aquellas fechas, fueron los primeros en dar prestigio a las creaciones: verso y prosa, de autores manchegos.
A dicho Grupo se incorpora Vicente como director en agosto de 1975; junto a él estuvieron: José González Lara, Julián Márquez Rodríguez y Santiago Romero de Ávila: al que los compañeros le encargaron hacerse cargo de la Secretaría: obligación y devoción que llevó a cabo durante 19 años.
En la siguiente entrega de MANXA, Vicente, como director, trabaja para que la revista siga con la calidad inicial. Fue una época en la que también recibió diversos reconocimientos y premios literarios.
Otras publicaciones de libros.
Respecto a sus nuevas entregas poéticas Cano no da a conocer otra de sus obras hasta 1979, año en el que publica: Cuando nunca sea tarde. Libro que suma treinta y un poemas y, como el anterior, es muy bien acogido por críticos literarios.
Pero aun en su corazón había un estanque lleno de versos que era necesario dar a conocer. Sin embargo, ocupado en numerosas actividades culturales y enviando poemas a distintas revistas literarias: españolas e hispanoamericanas, Vicente deja pasar un lustro. Y es en diciembre de 1984, cuando se publica, por el Instituto de Estudios Manchegos, un nuevo libro titulado: Gentes de luz y de asombro. (Homenajes). Son poemas dedicados a 17 personajes de su predilección, volviendo a reiterar en este libro su personal ideario: sencillez, testimonio, luz poética, esperanza y esmero trazado en una línea de cercanía con el lector.
Varios autores se hacen eco de la última entrega del vate de Argamasilla. Entre otros: Francisco Mena Cantero, que escribe un artículo (Lanza, 14-4-1985) sobre la última publicación de Vicente: “Son poemas luminosos y de fácil palabra”. También Carlos Murciano (1986: s/p) singulariza el nuevo libro de Vicente: “Es un libro cálido, escrito con el corazón”. Luis García Pérez (1985: MANXA, 27, s/p), anota: “La urdimbre de sus versos está presente en un aliento sostenido de recuerdo y gratitud, un sabor acentuado de humanidad y generosa entrega”.
En 1984, se publica el libro: Los poetas del Guadiana a Alfonso X El Sabio, VII Centenario. Ciudad Real 1284-1984, con dibujos del pintor ciudadrealeño Vicente Martín Sánchez y editado magníficamente por la Caja de Ahorros de Toledo. En esta obra colectiva, codirigida por Vicente Cano y José González Lara, participan un buen número de poetas componentes del Grupo Guadiana.
Al año siguiente, 1985, el vate de Argamasilla de Alba recibe el prestigioso galardón «Enrique Rius Zunón», que otorga en Calasparra, (Murcia), la Agrupación Cultural Galindo: en este caso, a un poemario titulado: «Amor es una lluvia»; publicado en 1986.
Libro que supuso un paso hacia lo que Vicente anhelaba, tan respetuosa y limpiamente, para su poesía. En realidad, «Amor es una lluvia», alumbraba un espacio donde la esperanza alentaba al hombre. Y caló en el corazón de los lectores, porque fueron numerosos los críticos literarios y poetas: españoles y extranjeros, que se hicieron eco de tan especial poemario. Anotaremos la opinión de Pedro Antonio González Moreno (1988, p.14): “Es un libro que tal vez convierte a su autor, Vicente Cano, en el más genuino de los poetas mesiánicos. Un poemario escrito desde la solidaridad, desde el humanismo sincero, desde la sencillez y humildad, desde la verdad y la pureza, desde el más ferviente compromiso humano”.
Bagaje que el poeta siguió alentando por medio de la proyección de la revista MANXA; pues en ese mismo año, 1986, se publica la «Antología del Grupo Guadiana. Poesía», con prólogo de Rafael Alfaro: 22 poetas se unen a la llamada de Vicente para sumar versos de muy distinta manera. Respecto a la poética, en la mencionada Antología, Cano escribe: “Todo poema ha de ser mano que siembra, lluvia que no se rinde, árbol despierto, amoroso martillo, flor caliente, estrella sin doblez, pozo-deseo, liberada paloma, y campana preocupada que no pueda callarla ni un instante el desaliento”.
Anhelos que suman nuevas publicaciones, concretamente en octubre de 1987, fecha en la que el poeta venezolano Orlando Materán, publica, en el nº 16 de la revistilla titulada Poesía Contemporánea, (Caracas), seis composiciones tituladas: «Poemas de Vicente Cano», ilustradas por el hijo del vate argamasillero, Vicente Cano Gutiérrez. Según expresa una nota de tan reducida revista: “Serie Homenajes”, su creador y patrocinador la dedica: “A los poetas del mundo”. En el caso de Vicente ofrece a los lectores: “Una breve muestra de este autor que tiene en su haber una extensa obra poética”.
También en 1987, Vicente publica Poemas de la cuerda, colección monográfica de la revista MANXA, nº 6. Recopilación de versos que carecen de unidad en los temas; pero que muestran la calidad que Cano buscaba en su poesía.
Tres años después, 1991, ve la luz, Versos para la sed publicado en «Los Cuadernos de Corona del Sur X», Málaga. En esta revista Cano divulga varios poemas con el marcado sello de su poesía: Pon un lirio en tu vida/ y riégalo a diario/ con agua esperanzada.
El mismo año, 1991, Vicente publica: El fulgor de las raíces, poemario que fue galardonado con el Primer Premio del XIII Certamen Poético «Carta Puebla», que anualmente convoca el Ayuntamiento de Miguelturra, (Ciudad Real). Libro que, según el prologuista: Antonio González Guerrero, además de ensalzar la luz que irradia la poesía del vate de Argamasilla, añade que el mencionado libro: “Pertenece al período ‘mancheguista’ de Vicente Cano”. Dividido en cinco secciones suma varias tendencias: desde paisajística a intimista.
Antología Poética.
Tres años después, 1994, Cano publica una compilación de su obra, titulada Presencia del regreso, (Antología Poética 1969-1994); libro que llevaba una introducción del poeta Luis García Pérez, inaugurando la Colección «Cueva de Cervantes» del Ayuntamiento de Argamasilla de Alba. Poemario, preparado por el autor, según explica el profesor y gran poeta que lo prologa: “Es una síntesis, una muestra del quehacer poético de un hombre que ha sabido escribir su nombre en la nómina de la poesía de todos los tiempos, con la firme voluntad del autodidacta, ha logrado pulir extraordinariamente sus versos en el crisol de su concepción del mundo y en su acertado sentido del arte, uniendo indisolublemente corazón y belleza artística de la palabra”.
El mencionado poemario se enriqueció con dibujos de un número importante de excelentes dibujantes y pintores: Vicente Martín Sánchez, Francisco Martín Casado, Joaquín Morales Molero, Miguel Navarro, Vicente Cano Gutiérrez, Alfredo Calatayud y José Bernardo Pacheco. La portada fue obra del pintor de Argamasilla de Alba: Jesús Millán Cueva y se titulaba ‘El Pensador”. Tristemente, esta sería la última obra elegida por Vicente Cano para publicar; porque, su esperanza y su luz se iban apagando. También fue uno de los últimos actos en los que participó; ya que lo presidió cuando fue presentado el libro.
Posteriormente, cuando ve la luz Alcor de resplandores (Homenajes), publicado en 1999 por la Colección Literaria Ojo de Pez, (Nº XLVI, BAM), edición de la Diputación de Ciudad Real, habían pasado cinco años desde su fallecimiento, y aunque el libro se presentó en varios lugares, entre otros en Argamasilla de Alba, la tristeza mecía los versos con el dolor de su pérdida.
Tres obras dejó Vicente Cano inéditas preparadas para publicar: Los rostros de la sed, La Mancha es mi canción y Balada de Navidad.
En cuanto Alcor de resplandores (Homenajes), goza de un excelente prólogo del escritor que ya anteriormente había buceado en su biografía: Esteban Rodríguez Ruiz, el cual califica a Vicente, además de un poeta sobresaliente: “un hombre bueno”. Y como nos parecen acertados los versos con los que cierra el mencionado prólogo y forman parte de un libro que no ha visto la luz, titulado Versos para la sed, los copiamos con nuestro cariño y amistad. El poema se titula: “Dadme versos humanos”: Dadme versos con alma/dadme versos ardiendo./Dadme versos que sueñen/lo que nunca tendremos./[…] ¡Lo demás son palabras!/¡Lo demás es silencio!
Obra poética y galardone.
La obra poética de Vicente Cano fue profusamente premiada y figura en revistas nacionales y extranjeras; sobre todo en Hispanoamérica. Asimismo ha sido traducida al francés, bretón y portugués. En cuanto a su relación personal con otros poetas, Cano participó en numerosos homenajes a vates españoles e hispanoamericanos.
Entre sus distinciones destacan: Miembro de Honor de la Sección Internacional del Grupo «Cultura y Paz». «Caballero de la Orden de la Encina al Mérito Poético». 1975-1994. Director del Grupo Literario Guadiana y de la revista MANXA. 1983, por su labor cultural y poética lo nombran: «Personaje popular de la revista PASOS», Tomelloso (Ciudad Real). 1989, «Gran Comendador de la Orden Literaria Francisco de Quevedo». También tiene dedicada una calle en Moral de Calatrava (Ciudad Real), titulada: «Calle Vicente Cano».
En Argamasilla de Alba fue nombrado, 1987, Académico de la A. C. Los Académicos de la Argamasilla. (IV Juicio Crítico Literario). En 1990, el Ayuntamiento en Pleno acuerda convocar el «Premio Nacional de Poesía Vicente Cano del Ayuntamiento de Argamasilla de Alba». 1995, Inauguración del «Parque de Vicente Cano». (En el centro de dicho parque hay un busto del poeta: obra del escultor Cayetano Hilario, donado por la A.C. Los Académicos de la Argamasilla). Curso 2000-2001, en dicho año se estrena el Instituto de Enseñanza Secundaria «Vicente Cano».
Esta es a grandes rasgos la biografía de un hombre de versos limpios y testimoniales: Soy árbol de una tierra con surcos de esperanza.
Volver a su poesía es sentir y vivir el abrazo poético que generosamente nos legó.