Nacido el 23 de diciembre de 1861 en Toledo, ingresó en la Escuela de Veterinaria de Madrid en 1878, terminando en 1883, con calificación de sobresaliente. Durante su etapa formativa fundó la Tuna de la Escuela, bajo el nombre de “La Escolar Veterinaria” que consiguió ser ganadora del premio concedido por el Palacio Real. Ingresó posteriormente en el Cuerpo de Veterinaria Militar, con el número 2, entre 98 aspirantes y 19 aprobados. Tuvo destinos en Badajoz y Olivenza, donde fue cofundador y jefe de la Sección de Agricultura del semanario El Guadiana. En 1886 pasó a la situación de reemplazo sin sueldo, con residencia en Toledo. En 1888 fue inspector de Salubridad de Toledo y dos años después inspector provincial de Salubridad.
En 1904 fue fundador e inspirador de la constitución del Colegio de Veterinarios de Toledo, convirtiéndose en su principal impulsor y director de La Veterinaria Toledana, boletín en el que escribió infinidad de trabajos. Representó a la entidad en importantes reuniones profesionales. En mayo de 1907 representó al Colegio en la II Asamblea Nacional Veterinaria, en la que expuso un documentado dictamen sobre organización sanitaria, “Ley y Reglamento de Policía Sanitaria. Inspectores Veterinarios Centrales, Provinciales y Municipales y de Puertos y Fronteras. Intrusismo Profesional”, que fue aprobado por unanimidad de sus compañeros de profesión.
A finales de 1907 fue nombrado vocal nato del Consejo Provincial de Agricultura y Ganadería como inspector Provincial Veterinario y vocal de la Junta Provincial del Censo Electoral como presidente del Colegio. En enero del año siguiente se hacía público su nombramiento como inspector provincial de Higiene Pecuaria, a propuesta de la Asociación General de Ganaderos. En 1917 fue vicepresidente de la Asamblea Nacional celebrada en Barcelona. También presidió la Sección Veterinaria en el Congreso Internacional para el Progreso de las Ciencias celebrado en Valencia.
En 1920 se adhirió al Grupo Veterinario Libertador, que tenía como finalidad acelerar la evolución progresiva de la ciencia veterinaria en todas sus facetas: científica, económica y social, siendo designado, luego por el Ministerio de la Gobernación, miembro de la Junta Directiva de la Unión Nacional de Veterinarios de España. En 1929 participó en el Primer Congreso Veterinario Español celebrado en Madrid, presidiendo una de las mesas de debate.
Tras varios intentos frustrados, en 1929 dejó la presidencia del Colegio de Veterinarios de Toledo, coincidiendo con la celebración del veinticinco aniversario de su creación. “Manifiesta –se puede leer en el acta de la Junta General Extraordinaria del 24 de septiembre de 1929- que ha llegado el momento de dejar el cargo de presidente, por agotamiento físico y presenta la dimisión de la Junta de Gobierno en pleno, dice que no debe preocupar esto a los colegiados; hoy tiene el Colegio veterinarios que pueden sucedernos dignamente, para conducir los asuntos colegiales a puerto seguro y con seguro éxito”. Su sucesor fue Félix Samuel Muñoz. A propuesta de sus compañeros fue nombrado Presidente Honorario del Colegio.
En 1930 fue nombrado vocal de Consejo Nacional de Sanidad, como representante de los Colegios Veterinarios. En agosto de 1933 la Junta Directiva del Colegio tuvo conocimiento de un escrito de la Asociación Provincial de Asturias por la que se proponía la rendición de un homenaje nacional a su persona con motivo de la celebración de sus bodas de oro en la profesión, destacándose, además, su condición de decano del periodismo profesional. Él se negó rotundamente a este reconocimiento, aunque, con independencia de la adhesión a esta iniciativa, la Junta Directiva del Colegio toledano acordó, en agosto de 1933, promoverle otro homenaje, en este caso provincial.
De su reconocimiento en el ámbito de la veterinaria española dan fe estas palabras de Gordón Ordás, por entonces gran referencia nacional de la profesión, remitidas el Colegio de Toledo con motivo de la celebración de las bodas de plata: “D. Victoriano Medina es uno de esos hombres admirables que, respetando a los que discuten por principios, procura aprovechar en todos los instantes las consecuencias. También en Veterinaria hubo siempre pesimistas y optimistas, pero al mismo tiempo que los demás planteaban las tesis trascendentales, él hacía a cada momento un esfuerzo para obtener un beneficio profesional. Y a este fin creó hace veinticinco años un instrumento de trabajo que se llama Colegio Oficial Veterinario de Toledo, infundiéndole de tal manera su propia alma, que obrero e instrumento parecen una sola cosa y no se concibe uno separado del otro […] D. Victoriano Medina, su creador, ha amado siempre a la Veterinaria como se ama a una novia. La amó así de estudiante, cuando, en efecto, eran todavía novios; la siguió amando igual de Veterinario, es decir, después de casado con ella. Sabía que los únicos matrimonios felices son aquellos en que los esposos aciertan a ser constantemente un poco novios […] Y esa ilusión que él sintió desde muchacho por la Veterinaria, se la ha sabido hacer sentir a los Colegiados de Toledo y a otros muchos veterinarios de España”.
Victoriano Medina fue, también, patriarca de una conocida saga de veterinarios toledanos. Junto a sus hijos, Manuel y Santiago, mantuvo un laboratorio y establecimiento veterinario cercano a la Puerta del Cambrón, siendo representante en Toledo de la Sociedad Rural Española, únicos delegados para España y América del producto desinfectante la “Ialina”. En 1934, el Laboratorio fue uno de los autorizados por el Ministerio de Agricultura para el suministro de vacuna anticarbuncosa. Dos hijas de Manuel, exiliado en México tras la Guerra Civil, África y María de los Ángeles, fueron las primeras mujeres licenciadas en Veterinaria en aquel país centroamericano. Santiago, también presidió el Colegio de Toledo entre 1931 y 1939. Y un nieto suyo, Santiago Medina Díaz-Marta, fallecido en 2017, también ha sido Presidente de Honor del Colegio.
Junto a su proyección como veterinario, Victoriano Medina tuvo una importante dimensión como hombre público en la ciudad de Toledo. Su vocación política, en las filas del Partido Liberal, le llevaron hasta el Ayuntamiento de Toledo, donde fue concejal entre 1905 y 1913, teniente de alcalde y alcalde accidental. Impulsor de la celebración de la Fiesta del Árbol en Toledo y creación del Campo Escolar, junto a Luis de Hoyos. En marzo de 1912 presentó en el Consistorio una documentada moción sobre inspección de sustancias alimenticias en el que, entre otras cuestiones, planteaba la prohibición de entrada en la ciudad de toda clase de animales de carnecería, vivos o muertos, que no viniesen acompañados del correspondiente certificado de origen y fuesen examinados a su entrada en la ciudad; asimismo se planteaba la realización de un censo del número de cerdos existentes en la ciudad o la prohibición de venta ambulante de leche.
Redactor de varias revistas profesionales. Vocal de la Junta Provincial de Sanidad durante 43 años, inspector veterinario de sustancias alimenticias, subdelegado de Veterinaria e inspector de Sanidad Veterinaria. Presidente del Centro de Artistas e Industriales de Toledo (1912), secretario de la Sociedad Agrícola-Toledana, presidente de la Sección de Propaganda del Ateneo Toledano, presidente electo de la Asociación Provincial Sanitaria en la que se integraban también médicos, farmacéuticos y practicantes, presidente de la Asociación de la Prensa (1925), redactor de la revista España Agrícola y presidente perpetuo de la Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza, así como vicepresidente de la Cámara Agrícola de Toledo y de la Cámara de la Propiedad Urbana. Inspector de Higiene y Sanidad Pecuaria. Redactor de un Reglamento de Mataderos, que fue copiado en otras muchas ciudades.
En 1912 se le concedió la Cruz de Caballero de la Orden Civil del Mérito Agrícola, siendo ascendido a Comendador de la misma en 1918, y en 1950 la Cruz de la Encomienda al Mérito Agrícola. En 1949 sus compañeros de Toledo acordaron solicitar que se le concediese la Medalla del Trabajo. Con motivo de la concesión de la primera de estas distinciones, el Colegio inició una suscripción voluntaria al objeto de ofrendarle las insignias, recaudándose unas trescientas pesetas. En 1951, desde el Consejo General de Colegios se inició un proyecto para rendirle un homenaje nacional. Murió el 22 de julio de 1952. Ese mismo día la Junta Directiva celebró sesión extraordinaria en señal de duelo, acordándose, entre otras cuestiones, que la bandera nacional fuese izada a media asta en la sede del Colegio, luciendo crespones negros. Posteriormente, en octubre, el Ayuntamiento de Toledo le dedicó la tradicional y típica calle de la Mano, donde nació.
Bibliografía:
- Enrique Sánchez Lubián, 1904-2004: Un siglo de vida Colegial… cien años de servicio a Toledo, Colegio de Veterinarios de Toledo, 2004.
- Enrique Pita Hernández, Victoriano Medina, una vida dedicada a la Veterinaria, XV Congreso Nacional y VI Congreso Internacional de Historia de la Veterinaria, Toledo, 2009.