Nacida en Navelgas (Concejo de Tineo, Asturias) el 1 de Febrero de 1892, a los doce años queda huérfana de padre trasladándose con la familia a Madrid. Dos años después inicia sus estudios en la Escuela Superior de Artes e Industrias recibiendo el certificado de aptitud comercial. A principios de 1914 se matricula en el Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos de Madrid, obteniendo una calificación de sobresaliente. Posteriormente asistirá a cursos de verano del Instituto Nacional de Anormales.
Oposita a maestra y en 1914 consigue plaza en la escuela de niñas de Baldornón en Fano (Gijón) donde mantendrá su destino hasta 1922, año en que consigue traslado a Madrid para ejercer de maestra de sección en el colegio “Príncipe de Asturias” de la capital y corte.
Su relación con la JAE se produjo en el verano de 1916, cuando era profesora especial de sordomudos. Le fue concedida una ayuda de 500 pesetas, viaje y estancia, para permanecer junto a un grupo de maestros en la Estación Biológica de Santander.
También estudia dos años en la Escuela Normal de Maestras de Oviedo y se traslada a Madrid para completar su formación pedagógica en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio. Aquí estudia en la sección de Ciencias entre 1917 y 1920, año en que se licencia como Maestra de primera enseñanza Normal y presenta su memoria de fin de carrera: Datos antropo-etnográficos de la parte oriental de Asturias: El hombre y el medio. En ella aborda el cambio económico y cultural que se había producido en el oriente de Asturias entre 1870 y 1920 como consecuencia de la industrialización. Los apartados dedicados a la transformación material constituyen la aportación más importante del estudio, describiendo de manera rigurosa la evolución que experimenta en Asturias la comida, la vivienda, el ajuar doméstico y el vestido. Esta memoria de fin de carrera fue dirigida por el propio Luis de Hoyos Sainz y se puede considerar como una investigación pionera en el campo de la antropología física y cultural, así como del primer estudio científico que se elabora sobre la cultura material del país.
Viyao, que pretendía tratar en su memoria “de aquello que más reflejase la manera de ser de este pueblo, cuya individualidad es clara y manifiesta”, se preguntaba cuales eran las razones explicativas de las modalidades que ofrecía el pueblo asturiano. Leyó con interés las obras geográficas de Brunhes, Herbertson y Ratzel esperando encontrar en ellas las causas que explicasen su forma de ser, pero el medio físico en que el pueblo asturiano vivía no la convencía del todo. A pesar de que el hombre depende de él y de que ello se manifestaba, por ejemplo, en el hecho de que por lo general los habitantes de la ribera vivían con más desahogo, vestían mejor y se nutrían con alimentos más variados que los de la montaña, considera que hay ocasiones en que el medio no es la única causa determinante de la actividad humana, encontrando en la “sangre”-los caracteres físicos de los hombres- el otro motivo que explicaría la forma de ser del pueblo asturiano.
El estudio de Viyao aplica un método de trabajo científico y riguroso. Dividió el estudio en cuatro partes y realizó un importante trabajo de campo y una exhaustiva consulta bibliográfica en la que se distinguen sobre todo obras de geografía, antropología física y vida tradicional asturiana. La memoria incluye además numerosas fotografías e ilustraciones. Viyao no idealiza la vida pasada como hicieron otros folcloristas. Antes bien, valora favorablemente muchas de las novedades, pues “las costumbres, la vida toda del pueblo se ha transformado para mejor adaptarse a las necesidades del tiempo presente”.
En 1924 obtiene plaza como profesora numeraria de la Normal en Zamora, dónde imparte clases de Física, Química e Historia Natural. Posteriormente pide el traslado a la Escuela Normal de Cuenca por motivos de salud, aquí ejercerá desde el 20 de octubre de 1925 al 23 de febrero de 1934, fecha de su fallecimiento. Le habían concedido plaza en la Escuela Normal de Oviedo, pero no quiso dejar a sus alumnos a mitad de curso.