Blas Yela nació el 3 de febrero de 1850 en Toledo, hijo de Manuel Yela Acevedo, natural de Hita (Guadalajara), comerciante y propietario, y de Saturnina Gómez del Campo Díaz, natural de Mora (Toledo). El matrimonio residía, junto con sus cuatro hijos, en la plaza de la Magdalena 4, donde el padre tenía un almacén de coloniales. Allí vivió Blas, el mayor y único varón de los hermanos, hasta marchar a Madrid, aunque sin perder el contacto con Toledo, en 1873 para trabajar como pintor decorador y escenógrafo. Regresó, para instalarse en la ciudad de manera definitiva, en 1884, cuando falleció su padre, viudo desde nueve años antes. Los cuatro hijos hubieron de sortear entonces entre sí las propiedades inmobiliarias recibidas en herencia. A él le correpondió la situada en la calle de San Cristóbal 5 y 7, lindante con la iglesia de San Cristóbal, que más adelante cambiaría la numeración al 1 y 3, donde pasó a residir junto con sus hermanas Sofía, soltera, Rosario, que había quedado viuda, y los hijos de esta. Le correspondió además la copropiedad de la antigua vivienda familiar, se convirtió en administrador de las otras y adquirió más tarde de su hermana Rosario la casa de Hombre de Palo 8 donde ella había residido en vida de su esposo. Sus rentas, a las que unía el producto de su actividad artística y el salario como profesor de Dibujo, le permitieron llevar a partir de entonces una tranquila existencia como propietario urbano. Años más tarde, tras ceder a su sobrino y ahijado la casa de la calle San Cristóbal en 1911, trasladaría su domicilio a la plaza de la Cruz 2 en unión de Rosario Díaz Ufano, hermana del publicista Julián Díaz Ufano, con quien contrajo matrimonio meses antes de fallecer.
Su principal actividad fue la de pintor. Con tal profesión figuraba ya en 1866 entre los socios fundadores del Centro de Artistas e Industriales y como pintor aparece siempre inscrito en el censo y el registro civil de Toledo. Su formación artística fue, sin embargo, muy limitada. Asistió, primero, a las clases que daba Ángel Lucio Ludeña en la Academia de Nobles Artes de Santa Isabel, donde obtuvo tres diplomas de primera clase. Clausurada esa escuela en 1864, siguió las de dibujo lineal y de adorno impartidas por el aragonés Ramón Romea Ezquerra en el Instituto Provincial y en 1866 pasó al Centro de Artistas e Industriales, donde también Ludeña estaba encargado de las clases. Allí obtuvo al año siguiente un premio de 1ª clase por sus dibujos. Pudo, en fin, completar su formación mediante las clases particulares de perspectiva que recibió durante dos años en Madrid, a las que sin duda añadió la observación personal y el estudio autodidacta de la obra de maestros de la pintura española y extranjera y de las creaciones de artistas contemporáneos de mérito reconocido por la crítica, de algunas de las cuales hizo copia.
La decisión personal de permanecer en Toledo condicionó decisivamente su desarrollo como pintor y dibujante. Le supuso quedar alejado de las corrientes finiseculares de renovación artística, dedicarse a telas y tablillas de factura correcta en las que daba preferencia a reproducciones, retratos y motivos toledanos y verse condenado a un reconocimiento puramente local. La aceptación temprana de su obra le permitiría, sin embargo, ser nombrado aún en su juventud, en 1877, miembro del tribunal de calificación, junto a Matías Moreno y al arquitecto provincial, Santiago Martín Ruiz, de los bocetos presentados para los techos y el telón de embocadura del Teatro Rojas. Recibiría asimismo con cierta frecuencia encargos oficiales, como el de la decoración interior del Ayuntamiento, el de la pintura del techo del salón principal del Centro de Artistas e Industriales y el del techo del salón de conferencias del palacio de la Diputación o la decoración de la carroza que portaba los restos de Garcilaso trasladados a Toledo en 1900. También resultaría ganador de concursos locales, como el de cabeceras convocado por el periódico Heraldo toledano en diciembre de 1905 o el de dibujos para el proyecto de una corona destinada a la Virgen del Valle organizado el mismo año.
En calidad de profesor de Dibujo ejerció en centros de enseñanza privada y en la escuela creada en el Centro de Artistas e Industriales. Se ocuparía también de las clases de Dibujo impartidas en el centro de enseñanzas abierto en 1900 en el Casino republicano y en 1906 sería nombrado profesor de la Escuela de Artes y Oficios, donde ejerció hasta el final de sus días. A su vez, formó parte de la sección de pintura del Ateneo toledano fundado en enero de 1915 por iniciativa de Julián Díaz Ufano y presidido por Ventura Reyes Prósper, director del Instituto provincial.
Por otra parte, instalaría en 1887 en su domicilio de la calle de San Cristóbal, donde también tenía su taller, una empresa de fotografía, “Gran fotografía artística”, asociándose con Senador Herrador, quien añadiría su nombre al de la empresa. El estudio sería asimismo utilizado en alquiler por otros fotógrafos, como Sebastián Ribot. Posteriormente, formaría una nueva empresa, “Gabinete fotográfico de Yela y Cía”, que probablemente se mantuvo en activo hasta 1906.
Por lo que respecta a su actividad política, fue siempre un firme defensor de las ideas republicanas de signo reformista, como buen número de los que dieron vida a la Escuela de Artes. Su nombre figura entre los promotores del primer intento de unificación de sus diversas tendencias, que dio lugar, a finales de julio de 1881, a la elección del comité local de una denominada “Unión republicana”, presidido por Eduardo Uzal Feijoó, alcalde durante el sexenio democrático. Posteriormente, en septiembre de 1887, era designado vocal del comité local de Toledo del Partido Republicano Progresista, fundado por Manuel Ruiz Zorrilla, como presidente del cual figuraba Ángel López Cristóbal. Unos años más tarde, en mayo de 1899, sería elegido concejal, como anteriormente Casiano Alguacil y el mismo López Cristóbal y, en esta ocasión, junto con otros dos miembros del Partido Republicano. Por otra parte, sería encargado de la administración del periódico La idea desde la aparición del mismo en julio de ese 1899.
Dejó de ejercer como concejal a finales de 1903, tras haber sido elegido en enero presidente del Casino Republicano y designado vocal nato de la junta municipal de la recién creada Unión Republicana, presidida por Benito Gómez Gutiérrez, para dejar paso entonces a los ocho ediles republicanos que triunfaron en las elecciones municipales celebradas en noviembre, entre los cuales Tomás Gómez Nicolás, Luis de Hoyos, Julián Besteiro y su amigo José Vera. Por otra parte, aparece al año siguiente, junto a Antonio Garijo, como delegado provincial del mismo partido para el distrito electoral de Quintanar de la Orden. Elegido, en octubre de 1911, tesorero de la Junta Municipal del partido, en el que Esteban Bajo Salcedo y Antonio Garijo Borque ocupaban respectivamente presidencia y vicepresidencia, la división política de los republicanos toledanos le induciría a firmar, junto con los otros miembros del comité directivo, sus correligionarios históricos, un manifiesto justificativo de la renuncia de su grupo a participar en las elecciones municipales de diciembre de ese año, en disconformidad con el radicalismo de los seguidores de Lerroux.
Falleció, afectado de cáncer, el 20 de diciembre de 1916. Su entierro reuniría, según El eco toledano, a las muchas personas que le habían otorgado su aprecio.
Bibliografía
- CASTILLO, José Luis del. Blas Yela: arte y ciudadanía en Toledo en la segunda mitad del siglo XIX. Toledo: Ayuntamiento, 2020.
