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Amalia Miranzo Martínez
Cuenca.
1939 -
Cuenca.
2014.
Profesora, Política y Sindicalista .

Amalia Miranzo Martínez es una de las siete mujeres que intervinieron en la redacción de la Constitución española. El conjunto de leyes por las que se rige nuestro país y que nos trajeron la democracia, después de cuarenta años de dictadura.  

Amalia fue la única persona conquense que participó en aquellas Cortes constituyentes del año 1977, y la única mujer del Grupo parlamentario socialista del Senado en aquella legislatura que elaboró la Constitución. 

Junto a ella participaron otras cinco senadoras: Juana Arce Molina, por UCD; Gloria Begué y María Belén Landáburu González, por designación real; Mª Dolores Pelayo, del Partido Socialdemócrata, (PSD) y María Rubiés Garrofé de la Coalición Democracia i Catalunya.

El grupo de las congresistas era más numeroso, en él estaban: Carlota Bustelo. Ana María Ruiz-Tagle y Virtudes Castro, por el PSOE; Dolores Ibárruri, Pasionaria, y Pilar Bravo por el PCE, Soledad Becerril por UCD, etc. 

La prensa, los políticos y los libros de historia hablan mucho de los de padres de la Constitución, y se olvidan de que nuestra Constitución también tuvo madres: las seis senadoras y 21 diputadas, que se sentaron junto a Fraga Iribarne, Herrero Rodríguez de Miñón, Gregorio Peces Barba, Miquel Roca, Solé Tura y demás “padres de la patria”. 

Estas madres de la patria formaron parte de distintas comisiones en las que trabajaron por elaborar unas leyes que nos permitieran vivir en paz, después de la larga dictadura que habíamos sufrido, en la que se había hecho retroceder a las mujeres en derechos y libertades más de medio siglo, olvidando todos los avances que se habían conseguido durante la Segunda República. 

En aquellas Cortes Constituyentes, Amalia formó parte de las siguientes Comisiones: de Agricultura y Pesca, de la que fue vicepresidenta; de Presupuestos; de Incompatibilidades; Comisión Especial de Investigación para la Comercialización de los productos agrarios y Comisión Especial de política científica. 

También fue la primera senadora por Cuenca, cargo que mantuvo durante dos legislaturas, además de las Constituyentes. Y la primera mujer, y también la única, que ocupó una secretaría de la Unión General de Trabajadores, UGT. 

Nació en Cuenca el 31 de octubre de 1939, ciudad donde empezó su activismo político en la clandestinidad, como militante del Partido Socialista. Casada y con tres hijos, simultaneó su trabajo de profesora de Enseñanza Media, con su actividad política y sindical.  

Como era habitual en las familias humildes de la ciudad conquense, estudió Magisterio para poder ejercer lo antes posible como maestra y tener unos ingresos. Mientras trabajaba hizo la carrera de Ciencias Físicas hasta que consiguió su plaza como profesora de Matemáticas en un Instituto de Alcalá de Henares. Y siempre compaginó las responsabilidades familiares con la actividad política, primero con su militancia socialista en la clandestinidad, después ocupando diversos cargos sindicales y políticos en la UGT y, más tarde, en el Senado. 

Fruto de su actividad en los ámbitos laborales fue el reconocimiento que obtuvo con la medalla al mérito sindical, por su defensa de la industria maderera conquense. Pero lo más significativo de su activismo sindical y político fue la defensa de los derechos de las mujeres, el reconocimiento de su diversidad y la necesidad de unas políticas de igualdad que contribuyeran a empoderarnos y ponernos en pie de igualdad a los hombres. Entre otras medidas contribuyó a conseguir la legalización de los anticonceptivos y la igualdad jurídica dentro del matrimonio.  

Puede que hoy estos logros parezcan insignificantes, pero en aquella época fue una revolución conseguirlos. En 1978 estaba penalizado el adulterio en la mujer, solo en la mujer, no en el hombre. Los anticonceptivos estaban prohibidos y las mujeres estaban sometidas a la autoridad del padre, y cuando se casaban a la del marido: no podían abrir una cuenta corriente, comprar o vender propiedades sin su permiso, ni pedir el pasaporte. 

Estas mujeres, las madres de la patria, se encargarían de elaborar los artículos de la Constitución que hicieran una sociedad más igualitaria entre hombres y mujeres, por ejemplo, con la elaboración del artículo 14 que dice: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.” 

La mayoría de estas mujeres, pioneras de nuestra política, hablan del trabajo que les costó sacar adelante el artículo 9, el que obliga al Estado a actuar para que se cumpla esa igualdad de la que habla el artículo 14, y exige la intervención de los poderes públicos para que la igualdad de los individuos sea real y efectiva. Este artículo tan decisivo fue en el que con más empeño trabajaron las Madres de la Constitución, a sabiendas de que su aprobación iba a ser decisiva en su propósito de alcanzar la igualdad. En algunas entrevistas a los medios de comunicación, comentan cómo la inmensa mayoría de los hombres no tienen problema en declarar la Igualdad que propugna el artículo 14 de la Constitución, pero que, sin embargo, olvidan a lo que obliga el contenido del artículo 9. 

Amelia, en sus declaraciones, se hace eco de este hecho, como el artículo 9 que tanto trabajo les costó elaborar, en algunas ocasiones, pasa desapercibido. A la pregunta de si le parece duro el trabajo de la política para la mujer, contesta que sí, que le parece duro, precisamente, porque no hay igualdad en la línea de partida, porque el político llega a su casa y lo tiene todo hecho ya que su esposa, o las mujeres de su familia, se ocupan de ello. Mientras que las mujeres tienen ese plus de trabajo que son los cuidados y la responsabilidad familiar, a la que ella nunca ha renunciado ni quiere renunciar.  

Cuenta en una entrevista cómo al llegar a casa de madrugada, después de un trabajo extenuante en el Parlamento, organizaba la casa, se enteraba de las notas que habían sacado sus hijos y de lo que habían comido ese día. 

Finalizada la segunda legislatura en la que estuvo como senadora, volvió a la enseñanza. Nada de puertas giratorias, que podía haber aprovechado, como hicieran otros políticos. Sin embargo, no abandonó la política, siguió con su actividad sindical y dentro del partido como militante de base, en su ciudad.   

En una conferencia con motivo del Día de la Mujer, el 8 de marzo de 2011, en Cuenca, declaraba la necesidad de independencia económica para que la mujer pudiera conseguir ser libre. En esas aspiraciones de libertad e igualdad de derechos coincidían todos los movimientos de emancipación femenina, que, según ella, deberían aunar esfuerzos para conseguir su logro.  

Amalia abandonó el Senado y dejó de ocupar los puestos de mayor visibilidad en la política oficial, pero mantuvo su compromiso político, sindical y feminista, para mejorar la vida de la gente de su ciudad. Siguió como militante de base, dando conferencias y participando en actos como este del 8 de marzo, en el que hacía campaña por su partido, el PSOE, del que resaltaba su defensa de los derechos de la mujer, el único en Cuenca que los defendía, según ella.  

Amelia falleció en Cuenca a los 74 años, el 20 de junio del 2014.  

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